jueves, 24 de marzo de 2022

Zamora

 Zamora

Cinco largos años duró la Guerra Federal; años terribles para una gran parte del país. La guerra se libró principalmente en los llanos mientras regiones enteras como El Zulia, Los Andes y Guayana estuvieron al margen de la contienda. En estos tiempos surgiría la figura del Ezequiel Zamora, sobre quien trataré de escribir un breve relato.

La idea federal estuvo presente desde los días de la guerra de la independencia. La causa liberal apoyada desde 1940 por Antonio Leocadio Guzmán había nacido de las desigualdades sociales y raciales no resueltas nunca por los godos conservadores en el poder. Finalmente, una erupción de militares caudillos habrían de terminar en las manos de Guzmán Banco para crear lo que sería llamado “El liberalismo amarillo”.

Pero… ¿Cuál fue el destino de la Guerra Federal y de sus promesas? Esto se preguntaba Asdrúbal Baptista en el número 8 del año 2 en la colección “El desafío de la historia” promovida por la Academia Nacional de la Historia, donde se revisa La Guerra Federal. Leyendo, he regresado a pensar en las numerosas oportunidades cuando escuché hablar de “Zamora, el General del pueblo soberano” una mítica figura, un paladín de los pobres…

Los años y el conocimiento de la historia misma me llevan ahora a escribir sobre este tema para regresar al recuerdo de emocionadas y vehementes conversaciones que podrían equiparase a las también disfrutadas alrededor de otro celebrado mito, el de Ernesto Guevara Lynch. Eran aquellas unas historias informadas desde una óptica muy personal con los complejos y frustraciones e ideas políticas del comunicador, cuando todos creíamos con fervor en lo que emocionados divulgaban “versados maestros” …

Se conoce el tema de “el radicalismo de las ideas sociales” de Ezequiel Zamora que ha sido puesto en duda por muchos destacados historiadores, pero Zamora sería convertido en un héroe de causas libertarias y revolucionarias y así lo veríamos ser acogido con vehemencia en etapas posteriores a la de las conversaciones antes mencionadas. Aquella figura mítica con las flores amarillas en su sombrero de cogollo sobre el que luciría el quepis militar, hasta sería pintada en un lienzo por mí, en mis años mozos… Hace poco que Ricardo desde Aruba, trajo a mis recuerdos que ciertamente, yo pintaba al óleo a mis míticos héroes…



En realidad, la historia desmitificaría al personaje apoyándose en los hechos reales que se conocen sobre la existencia del tendero discutidor en su negocio y en las galleras, hasta cuando en mayo de 1845 se alistó en las milicias y ya siendo teniente abusaba de su autoridad; terminaría inflamado en las virulentas esquelas liberales de opinión, en aquellos papeles que caían en sus manos y él les leía a sus contertulios, peones y esclavos, diciendo frases como “a quien sea capaz de asesinar al General Páez se le erigirá una estatua” y otras para soliviantar los ánimos buscando “hacerse seguir” por “la gente sencilla e ignorante”.

Imbuido de ideas más revolucionarias que liberales, se fue al llano y hacia Villa de Cura en 1846 se incorporó a los facciosos del “indio Rafael” durante nueve meses hasta que, al caer enfermo, fue apresado y condenado a muerte, pero llorando culparía a las lecturas de la prensa liberal y solicitaría el perdón de Páez. La pena le fue conmutada por el presidente José Tadeo Monagas, quien lo propulsaría hasta el cargo de General de División, y Zamora será nombrado Comandante de Armas para Maracaibo, y vivirá en Ciudad Bolívar, Cumaná y Barcelona dedicado a sus negocios con una vida cómoda y feliz.

En septiembre de 1853, Zamora viviendo en Maracaibo, con casa propia, rapta a Estéfana Falcón, hermana del General Juan Crisóstomo, hecho que culminaría en el matrimonio de Estéfana y Ezequiel en presencia de la primera dama de la República y decidirán instalarse en Ciudad Bolívar donde Zamora continúa manifestando su animadversión contra el General Páez y decidirá a finales de 1857 adquirir una hacienda en Coro para retirarse con su familia, cuando cae el gobierno del General Monagas. Ezequiel Zamora y su cuñado Juan Crisóstomo marchan a Caracas donde él será acusado de varios crímenes y deberá huir con su esposa e hijos, a Las Antillas.

Entonces será la hora de la llegada de Guzmán Blanco, quien dice venir para retomar las banderas de la Federación y llamará a Ezequiel Zamora hasta que el 20 de febrero de 1559 arrancará la esperada revolución. Zamora desembarca en Coro y su suegra, la madre de Estéfana Falcón le proveerá con dinero para pagar a la tropa, y marchará hacia el este y derrotará al General Pinto en El Palito, sigue en campaña ganando en Araure y se unirá a los facciosos indios de Guanarito, con Morton, Iriarte y Antolín Álvarez y aparece como temible guerrero que avanzará hasta Barinas tomando la ciudad.

Ezequiel Zamora decide entonces regresar a Guanare y comienza a preparar “la trampa de Santa Inés” que habría de terminar con un triunfo indiscutible y se cuenta que, tras la batalla de Santa Inés, acosaría a los fugitivos montaña adentro, y se dice que iba en su caballo usando el quepis sobre su sombrero de cogollo que lucía adornado con flores amarillas. Mientras se estaba dando la capitulación en San Carlos, el 9 de enero de 1860, Zamora cae asesinado por un disparo. ¿Un francotirador pagado por Guzmán? ¿Fue Falcón por una rivalidad? ¿Producto de rencillas personales? Nunca se supo Ezequiel Zamora seguirá siendo un personaje controversial, pero de él dice la historia que: “nunca expropió tierras, nunca repartió sus bienes, y nunca liberó esclavos propios ni ajenos”…

Maracaibo, jueves 24 de marzo del año 2022

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