Zamora
Cinco
largos años duró la Guerra Federal; años terribles para una gran parte del
país. La guerra se libró principalmente en los llanos mientras regiones enteras
como El Zulia, Los Andes y Guayana estuvieron al margen de la contienda. En
estos tiempos surgiría la figura del Ezequiel Zamora, sobre quien trataré de escribir
un breve relato.
La
idea federal estuvo presente desde los días de la guerra de la independencia. La
causa liberal apoyada desde 1940 por Antonio Leocadio Guzmán había nacido de
las desigualdades sociales y raciales no resueltas nunca por los godos
conservadores en el poder. Finalmente, una erupción de militares caudillos
habrían de terminar en las manos de Guzmán Banco para crear lo que sería
llamado “El liberalismo amarillo”.
Pero…
¿Cuál fue el destino de la Guerra Federal y de sus promesas? Esto se preguntaba
Asdrúbal Baptista en el número 8 del año 2 en la colección “El desafío de la
historia” promovida por la Academia Nacional de la Historia, donde se revisa La
Guerra Federal. Leyendo, he regresado a pensar en las numerosas oportunidades
cuando escuché hablar de “Zamora, el General del pueblo soberano” una mítica
figura, un paladín de los pobres…
Los
años y el conocimiento de la historia misma me llevan ahora a escribir sobre este
tema para regresar al recuerdo de emocionadas y vehementes conversaciones que
podrían equiparase a las también disfrutadas alrededor de otro celebrado mito,
el de Ernesto Guevara Lynch. Eran aquellas unas historias informadas desde una
óptica muy personal con los complejos y frustraciones e ideas políticas del
comunicador, cuando todos creíamos con fervor en lo que emocionados divulgaban
“versados maestros” …
Se
conoce el tema de “el radicalismo de las ideas sociales” de Ezequiel Zamora que
ha sido puesto en duda por muchos destacados historiadores, pero Zamora sería
convertido en un héroe de causas libertarias y revolucionarias y así lo veríamos
ser acogido con vehemencia en etapas posteriores a la de las conversaciones
antes mencionadas. Aquella figura mítica con las flores amarillas en su
sombrero de cogollo sobre el que luciría el quepis militar, hasta sería pintada
en un lienzo por mí, en mis años mozos… Hace poco que Ricardo desde Aruba, trajo
a mis recuerdos que ciertamente, yo pintaba al óleo a mis míticos héroes…
En realidad,
la historia desmitificaría al personaje apoyándose en los hechos reales que se
conocen sobre la existencia del tendero discutidor en su negocio y en las
galleras, hasta cuando en mayo de 1845 se alistó en las milicias y ya siendo
teniente abusaba de su autoridad; terminaría inflamado en las virulentas
esquelas liberales de opinión, en aquellos papeles que caían en sus manos y él les
leía a sus contertulios, peones y esclavos, diciendo frases como “a quien sea
capaz de asesinar al General Páez se le erigirá una estatua” y otras para
soliviantar los ánimos buscando “hacerse seguir” por “la gente sencilla e
ignorante”.
Imbuido
de ideas más revolucionarias que liberales, se fue al llano y hacia Villa de
Cura en 1846 se incorporó a los facciosos del “indio Rafael” durante nueve
meses hasta que, al caer enfermo, fue apresado y condenado a muerte, pero
llorando culparía a las lecturas de la prensa liberal y solicitaría el perdón
de Páez. La pena le fue conmutada por el presidente José Tadeo Monagas, quien
lo propulsaría hasta el cargo de General de División, y Zamora será nombrado
Comandante de Armas para Maracaibo, y vivirá en Ciudad Bolívar, Cumaná y
Barcelona dedicado a sus negocios con una vida cómoda y feliz.
En
septiembre de 1853, Zamora viviendo en Maracaibo, con casa propia, rapta a
Estéfana Falcón, hermana del General Juan Crisóstomo, hecho que culminaría en
el matrimonio de Estéfana y Ezequiel en presencia de la primera dama de la
República y decidirán instalarse en Ciudad Bolívar donde Zamora continúa manifestando
su animadversión contra el General Páez y decidirá a finales de 1857 adquirir
una hacienda en Coro para retirarse con su familia, cuando cae el gobierno del
General Monagas. Ezequiel Zamora y su cuñado Juan Crisóstomo marchan a Caracas
donde él será acusado de varios crímenes y deberá huir con su esposa e hijos, a
Las Antillas.
Entonces
será la hora de la llegada de Guzmán Blanco, quien dice venir para retomar las
banderas de la Federación y llamará a Ezequiel Zamora hasta que el 20 de
febrero de 1559 arrancará la esperada revolución. Zamora desembarca en Coro y
su suegra, la madre de Estéfana Falcón le proveerá con dinero para pagar a la
tropa, y marchará hacia el este y derrotará al General Pinto en El Palito, sigue
en campaña ganando en Araure y se unirá a los facciosos indios de Guanarito,
con Morton, Iriarte y Antolín Álvarez y aparece como temible guerrero que avanzará
hasta Barinas tomando la ciudad.
Ezequiel
Zamora decide entonces regresar a Guanare y comienza a preparar “la trampa de
Santa Inés” que habría de terminar con un triunfo indiscutible y se cuenta que,
tras la batalla de Santa Inés, acosaría a los fugitivos montaña adentro, y se
dice que iba en su caballo usando el quepis sobre su sombrero de cogollo que
lucía adornado con flores amarillas. Mientras se estaba dando la capitulación
en San Carlos, el 9 de enero de 1860, Zamora cae asesinado por un disparo. ¿Un
francotirador pagado por Guzmán? ¿Fue Falcón por una rivalidad? ¿Producto de
rencillas personales? Nunca se supo Ezequiel Zamora seguirá siendo un personaje
controversial, pero de él dice la historia que: “nunca expropió tierras, nunca
repartió sus bienes, y nunca liberó esclavos propios ni ajenos”…
Maracaibo, jueves 24 de marzo del año 2022
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