La novela indigenista en América (2)
José María Arguedas Altamirano (1911-1969) En la literatura, crearía una visión interior más rica e incisiva del mundo indígena. La cuestión fundamental que se planteó Arguedas en sus obras sería la de un país dividido en dos culturas (la andina de origen quechua y la occidental, traída por los españoles), que deben convivir. Los grandes dilemas, angustias y esperanzas que ese proyecto plantea el núcleo de su visión.
Su labor
como antropólogo e
investigador social se daría en paralelo a su importancia y a la influencia que
tuvo en su trabajo literario. Fue además traductor y difusor de la literatura
quechua, antigua y moderna, ocupaciones todas que compartió con sus cargos de
funcionario público y maestro. Entre sus novelas están Los ríos
profundos, Todas las
sangres y El zorro de arriba y el zorro de abajo.
José
María Arguedas Altamirano era hijo de Víctor Manuel Arguedas Arellano, un
abogado cuzqueño que ejercía de Juez en diversos pueblos, y de Victoria
Altamirano Navarro, perteneciente a una acaudalada familia de Andahuaylas.
Cuando falleció su madre, pasó a vivir en la casa de su abuela paterna. En
1915, su padre al ser nombrado juez de primera instancia de la provincia de
Lucanas departamento de Ayacucho, se trasladó a dicha sede, y poco después se
casó con una rica hacendada. El pequeño José María viajó entonces a Lucanas,
para reunirse con su madrastra.
La
familia se instaló en Puquio, en el
departamento de Ayacucho. José María y su hermano Arístides, dos años mayor que
él, fueron matriculados en una escuela particular. En 1920, el padre de José
María, perdió su cargo de juez y tuvo que retornar a su profesión de abogado
litigante y viajero. El niño José María tenía una difícil relación con su
madrastra y con su hermanastro Pablo Pacheco quien lo maltrataba física y
psicológicamente e incluso en una ocasión le obligó a presenciar la violación
de una de sus tías, que era a la vez la mamá de uno de sus compañeritos de
escuela. El hermanastro tenía muchas amantes en el pueblo y su figura habría de
perdurar en su obra literaria personificando al gamonal abusivo, cruel y
lujurioso. Arguedas posteriormente escribiría: Era un criminal… Trataba muy mal a los indios, y esto sí me dolía mucho
y lo llegué a odiar como lo odiaban todos los indios.
A
mediados de julio de 1921 José María se escapó de la casa de la madrastra junto
con su hermano Arístides y ambos fueron a la hacienda Viseca, propiedad de su
tía Zoila Rosa Peñafiel y su esposo José Manuel Perea Arellano-medio hermano de
su padre-. Allí vivió durante dos años, en ausencia del padre, conviviendo
con los campesinos indios a quienes les tomó cariño y con quienes participaba de
faenas agrícolas. En 1923 abandonó su retiro al ser recogido por su padre, a
quien acompañó en sus frecuentes viajes laborales, conociendo más de
200 pueblos. En la ciudad de Abancay ingresó
interno en el Colegio Miguel Grau de los Padres Mercedarios, cursando el quinto y sexto grado entre 1924 y
1925, mientras su padre continuaba su vida itinerante y su hermano Arístides
seguía su educación en Lima. Esta etapa de su vida que quedó conmovedoramente
plasmada en Los ríos
profundos.
Ingresó a
la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, en
1931; allí se licenció en Literatura, y posteriormente cursó Etnología; se recibió de bachiller en 1957 y de doctor en
1963. De 1937 a 1938 sufrió prisión en razón de una protesta contra un enviado
del dictador italiano Benito
Mussolini. Ejerció también como funcionario en el Ministerio de Educación,
poniendo en evidencia su interés por preservar y promover la cultura peruana,
en especial la música y la danza andina. Fue Director de la Casa de la Cultura
(1963-1964) y Director del Museo Nacional de Historia (1964-1966). En el campo
de la docencia superior, fue catedrático de Etnología en la Universidad de San
Marcos (1958-1968) y en la Universidad Nacional Agraria La Molina (1962-1969).
En 1958
publicó Los ríos
profundos, su novela autobiográfica, por la cual recibió en
1959 el Premio Nacional de Fomento a la Cultura “Ricardo Palma”. Esta novela ha
sido considerada como su obra maestra.
En 1961
publicó su novela El Sexto, por la cual se le concedió, por segunda vez, el
Premio Nacional de Fomento a la Cultura «Ricardo Palma» (1962). La obra es un
relato novelado de su experiencia carcelaria en el famoso penal del centro de
Lima, que sería clausurado en 1986. En 1964 publicó su obra más ambiciosa: Todas las
sangres, novela
de gran consistencia narrativa, en la que el escritor quiso mostrar toda la
variedad de tipos humanos que conforman el Perú y a la vez los conflictos
determinados por los cambios que origina en las poblaciones andinas el progreso
contemporáneo. Esta novela fue criticada severamente en junio de 1965,
aduciéndose que era una versión distorsionada de la sociedad peruana. Las
críticas fueron devastadoras para Arguedas.
No
obstante, su labor intelectual siguió recibiendo reconocimientos oficiales. El
presidente Fernando Belaúnde Terry le daría las «gracias por los servicios prestados a favor
de la cultura nacional». Fue nombrado también Director del Museo Nacional
de Historia, cargo que ejerció hasta 1966.
En 1965 Arguedas inició su divorcio de Celia a la vez que entablaba una
nueva relación con una dama chilena, Sybila Arredondo, con quien se casó en
1967, una vez fallada la sentencia de divorcio. Sybila lo acompañó hasta el
final de su vida; décadas después, estuvo presa en el Perú acusada de tener
vínculos con el grupo terrorista Sendero
Luminoso y tras ser liberada volvió a su país en el 2002.
Desde
algunos años atrás, el escritor venía recibiendo múltiples tratamientos
psiquiátricos, y describiendo sus padecimientos en sus escritos. La depresión
de José María Arguedas hizo crisis en 1966, llevándolo a un primer intento de
suicidio por sobredosis de barbitúricos el 11 de abril de aquel año. Tengo 55 años. He vivido bastante más de lo
que creí (carta a Arístides Arguedas, 10 de abril de 1966). He vuelto fatigadísimo, sin poder dormir y
angustiado… Lo malo es que esto me
viene desde mi infancia (carta a John Murra, 28 de abril de 1961). La
psiquiatra chilena Lola
Hoffmann, quien le recomendó, a manera de tratamiento, que continuara escribiendo.
De este modo publicó otro libro de cuentos: Amor mundo y trabajó en la que sería su obra póstuma: El zorro de arriba y el zorro de abajo.
Finalmente
renunció a su cargo en la Universidad Agraria. El 28 de noviembre de 1969 le
escribió a su esposa Sybila: ¡Perdóname!
Desde 1943 me han visto muchos médicos peruanos, y desde el 62, Lola, de
Santiago. Y antes también padecí mucho con los insomnios y decaimientos. Pero
ahora, en estos meses últimos, tú lo sabes, ya casi no puedo leer; no me es
posible escribir sino a saltos, con temor. Ese mismo día (28 de noviembre
de 1969) se encerró en uno de los baños de la universidad y se disparó un tiro
en la cabeza. Pasó cinco días de agonía y falleció el 2 de
diciembre de 1969.
Creía
poder terminar hoy este paseo por la literatura indigenista suramericana con Manuel Scorza otro
escritor peruano del realismo mágico andino como sus compatriotas Ciro Alegría y José María Arguedas. A Scorza le correspondería narrar las sublevaciones campesinas libradas
entre 1956 y 1963 en los Andes peruanos; pero para no cansarles, habrá de ser
mañana en un tercera y última parte de la novela indigenista en el sur de la
América hispana.
Maracaibo, jueves 3 de marzo del año 2022
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