Mutaciones y cáncer
Javier Robles Valero en febrero de este año 2022 decía en ABC.es,
que cada vez que surge una investigación relacionada con cáncer salta la pregunta de si
podremos algún día curar esta enfermedad. Bien conocida es la máxima aquella de
que el cáncer “es curable si se
diagnostica a tiempo”; entretanto, miles de investigadores estudian el
cáncer con la esperanza de hallar la respuesta certera sobre su curación.
En los últimos años, se ha logrado la secuenciación del genoma de
distintos tumores humanos y ahora se entienden mejor las cosas al saber que el
cáncer se compone de miles de alteraciones genéticas (mutaciones) de una gran
cantidad de genes, por lo que se hace necesario conocer cuales mutaciones son
realmente las importantes para el desarrollo del cáncer y además saber en
detalle qué efectos provocan.
VAV1 es uno de los genes que se encuentra mutado en
diferentes tipos de tumores y esto sucede precisamente en
el linfoma periférico de células T. Las células T de nuestro sistema inmune,
las mismas que reconocen y destruyen otras células potencialmente “peligrosas”
para nuestro organismo pueden tener un problema que surge cuando los propios linfocitos
T sufren mutaciones y estas los hacen proliferar de forma descontrolada hasta
promover la formación de linfomas.
Los linfomas periféricos de células T se caracterizan por su
agresividad, falta de opciones terapéuticas y una alta mortalidad que no ha
mejorado significativamente en los últimos años. Estos tumores constituyen, por
tanto, un importante reto para su estudio. El uso de ratones como modelos
preclínicos de investigación ha valido para desarrollar un modelo animal que
permite generar linfomas en ratones tras la expresión de mutantes de VAV1 en
linfocitos T sanos.
La identificación y catalogación de estas
mutaciones del gen VAV1 puede contribuir a desarrollar fármacos personalizados
contra la progresión de este tipo de linfomas. El uso de
ratones como modelos preclínicos de investigación es el ejemplo de cómo
desarrollar un modelo animal que permita generar linfomas en ratones tras la
expresión de mutantes de VAV1 en linfocitos T sanos. Un equipo de científicos del Centro de Investigación del
Cáncer del CSIC y la Universidad de Salamanca, han identificado y catalogado ya
50 mutaciones de este gen.
Los
investigadores han demostrado que el 51% de las mutaciones del gen VAV1 favorecen la rápida aparición de linfomas y
promueven la activación descontrolada del gen. Si la
activación de VAV1 es la adecuada, los linfocitos T funcionan de forma normal,
sin embargo, si esa activación es errónea, las células empiezan a crecer y
dividirse de forma descontrolada. Así ocurre en el caso de los linfomas periféricos
de células T.
El
trabajo publicado por este grupo de investigación en la revista
científica EMBO Journal,
demuestra que la mayoría de las mutaciones encontradas en los pacientes
conllevan la activación descontrolada de la proteína VAV1 en las células
cancerosas. También demostraron que las
mutaciones más frecuentes de VAV1 actúan como “conductores” oncogénicos autónomos
por lo que son capaces de inducir tumores sin necesidad de aparecer con otras
alteraciones genéticas. Esta observación subraya aún más el hecho de que la
presencia de estas mutaciones en los tumores son las responsables principales
del origen de los mismos.
Curiosamente,
científicos
del Dana-Farber/Brigham and Women’s Cancer Center de Boston (EUA) analizaron el
número de pruebas diagnósticas de cáncer (mamografías, colonoscopias, pruebas de Papanicolau para
cáncer cervical, de PSA para cáncer de próstata y tomografías computarizadas)
realizadas durante la primera ola pandémica entre marzo y junio del 2020 y sus
cifras no dejaban lugar a dudas: el número de pruebas de diagnóstico temprano
de cáncer disminuyó
pronunciadamente en los tres meses de la primera ola pandémica,
disminución
esta que provocó una reducción drástica en el número de diagnósticos de
lesiones precancerosas y de tumores detectados.
Hay
que entender que los recursos
hospitalarios se habían visto reducidos enormemente al
destinarse fundamentalmente a atender la emergencia pandémica, sumado a que
muchas personas evitan acudir a centros médicos para no saturar aún más el
sistema o por miedo a poner su salud en riesgo. Finalmente el British Journal of Haemathology describió
el caso clínico de un paciente con linfoma de
Hodgkin en estadio III que ingresó
con dificultad respiratoria por neumonía a SARS-CoV-2 positivo
por PCR. No se le administró corticosteroides ni inmunoquimioterapia
y cuatro meses después, una exploración clínica y con PET reveló
una remisión del linfoma.
El SARS-CoV-2 aparentemente le había curado el linfoma. La pregunta era…¿Pudo
el SARS-CoV-2 desencadenar una respuesta inmunitaria antitumoral?
Se había
descrito un caso similar en otro tipo de linfoma que había remitido
espontáneamente antes de tratamiento debido al efecto antitumoral de una
neumonía infecciosa y de una colitis por Clostridium difficile,
de manera que era un hecho ya conocido que los microorganismos no solo pueden
causar cáncer, sino que también pueden ayudar a curarlo. Sobre este tema hay
curiosos ejemplos…
A finales
del siglo XIX, William B.
Coley, un médico de Nueva York (y muestro aquí su fotografía con
un par de colaboradores) desarrolló un tratamiento contra el cáncer con un
preparado de bacterias llamado “las toxinas de Coley”, al darse cuenta de que
los pacientes con cáncer y quienes además sufrían una infección respondían
mejor que los pacientes sin infección. Coley desarrolló un cóctel de
bacterias Streptococcus pyogenes y Serratia marcescens, que inyectaba directamente en el
tumor. De manera que era ya una historia
conocida que durante años en EUA se trató a pacientes de algunos tipos de
cáncer incurables con preparados de bacterias y toxinas, en muchos casos de
forma exitosa.
Aunque
suene a tratamientos con CoolAid, esta historia al final nos presenta al autor
de una de estas curiosidades en el mundo de los genes, las mutaciones y el
cáncer.
Maracaibo, viernes 25 de marzo del año 2022
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