martes, 29 de marzo de 2022

Un Don Quijote ruso

 Un Don Quijote ruso

Decía hace unos días que han sido muchas las naciones que han coproducido películas sobre Don Quijote de la Mancha; en 1996 Rusia y Bulgaria coprodujeron el filme “Don Kikhot vozvratshch ayetsya”. Ahora cuando lamentablemente por culpa del demencial nuevo zar ruso Putin, hablamos constantemente de Rusia mientras Putin va llevando adelante su despiadada guerra asolando a Ucrania, debo hablar sobre otra película rusa y precisamente de un ucraniano. También sobre don Quijote de la Mancha, el filme de Grígori Mijaílovich Kózintsev, producido el año 1957 y titulado “Don Kihot”, el cual tuve la suerte de ver hace ya muchos años, en Maracaibo y recuerdo que me impresionó muy favorablemente.



 

Mijaílovich Kózintsev era un ucraniano, nacido en Kiev, quien se sintió atraído por la literatura clásica, y dedicó buena parte de su carrera a la adaptación de obras fundamentales, por ejemplo, Hamlet (1964), Karol Lir (El Rey Lear, 1971) y Don Kihot (Don Quijote, 1957).

 

Grígori Mijaílovich Kózintsev era hijo de un médico judío ucraniano, Moiséi Isaákovich Kózintsev y su mujer Anna Grigórievna Lurie, miembro de una saga familiar de rabinos de Kiev. Grigori Kózintsev, desde los catorce años, participó en espectáculos teatrales de “agitación y propaganda”. Desde la capital ucraniana, marchó en 1920 a Petrogrado, donde estudió en la Academia Imperial de las Artes, hizo cursos de pintura y conoció a Leonid Trauberg. Ambos se verán influidos, de un lado, por las teorías teatrales de Meyerhold y por la poética de Vladímir Mayakovski(https://bit.ly/3CRdgPz). Comenzó a hacer películas en 1921; muchas de ellas fueron codirigidas con Leonid Trauberg, y tienen cierto eco de Charles Chaplin.

 

Sus películas mudas incluyen además Shinel (El capote), y La Nueva Babilonia (1929); tienen el tono del expresionismo. En los inicios del cine sonoro se preocupó mucho por las técnicas experimentales de montaje de sonido. Hizo una famosa trilogía, con Leonid Trauberg, entre 1935 y 1939: La juventud de Maksim (con música de Dmitri Shostakóvich), La vuelta de Maksim y El barrio Výborgskaya. Kózinstev rodó en el áspero paisaje de Crimea a Miguel de Cervantes, logrando un film clásico Don Quijote de la Mancha. Un notable libro de Kózintsev “Shakespeare: tiempo y conciencia” fue traducido en Londres en 1967.



 

El cineasta ucraniano discípulo de Eisenstein, filmaría su Don Quijote en color, con Nikolai Cherkassov en el papel de hidalgo, excelentemente ambientado por el escultor español Alberto Sánchez, exiliado en la Unión Soviética desde el fin de la Guerra Civil.

Kozintsev en su afán por subrayar la condición de símbolo de la justicia de don Quijote, nos presentó, a un caballero que no está loco. Su quijote es un hombre de extrema buena voluntad, un profeta, que sale a los campos de Castilla a predicar su buena nueva y fracasa. Los libros de caballería no le secaron el cerebro, aunque el cura y el barbero los quemen en el patio. Aquellos libros sólo sirvieron para darle una idea falsa de la sociedad y proporcionarle el molde de, -caballero andante desfacedor de entuertos- donde volcar sus ansias justicieras. Así, cuando Don Quijote muere, no muere de vuelta de ninguna locura, sino agotado, aplastado por ese fracaso. Y si Sancho llora a su lado, él le consolará, apuntando la posibilidad de que el día de mañana otros hombres salgan a los campos del mundo a continuar la empresa con mejor fortuna que ellos.



 

La crítica española de la época recibió la cinta con simpatía. José Luis Borau en 1958 comentaría la “realización experta y grandiosa” del director ruso, por encima de cierta frialdad y de una ocasional caída en el espectáculo teatral, como las escenas en la plaza del pueblo, con un movimiento de masas, sonriendo y agitando los brazos, que rozan la ópera italiana.  La Mancha eslava de Kózintsev se nos antoja hoy más evocadora, más próxima a ese territorio cuya geografía sólo existe en la escritura cervantina. Dos actores eminentes, de una propiedad inmejorable, Nikolai Cherkasov y Yuri Tolubeyev, representarían al utópico hidalgo y a su escudero con finura y satisfacción orgullosa.

Maracaibo,  miércoles 29 de marzo del año 2022

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