Vacaciones en Los Andes ( 1 )
Los
recuerdos sobre mis vacaciones en Los Andes, son los de un niño maracucho, y
quizás debería iniciarlos en Timotes, un pequeño pueblo de estado Mérida. El
valle donde se encuentra, fue ocupado por indígenas timotes y cuicas y sería designado por las
autoridades coloniales españolas como el pueblo de los indios Mucurujún.
En 1811 Timotes fue elevado a la categoría de villa y en 1904 se le designó
como capital del Distrito Miranda del estado Mérida. Tiene un templo en la
plaza Bolívar, la Basílica Menor de Santa Lucía construida en 1911, pero si
vamos a lo que vengo, será en Timotes, donde les cuento que a los 8 años tuve
mis primeros acercamientos con la mitología griega, en un hotel de nazis…
Aquella
vacación del año 1948 en Timotes, y les aclaro a quienes no lo sepan que ir a
Los Andes, era para los maracuchos, especialmente antes del aire acondicionado, una vacación
obligada. Viajando por tierra, ascendiendo por la carretera trasandina hasta
llegar a las frías montañas andinas, era la manera de disfrutar de “un
fresquito” en los meses más calurosos de la “tierra del sol amada”. Llegamos
pues, la familia a un pequeño hotel en la montaña, denominado como los vientos,
Los Alisios y nos quedábamos allí los 4 hermanos con mi mamá pues mi padre, trabajaba
todos los días, de sol a sol, de lunes a viernes, en su negocio de la Plaza
Baralt y llegaba a estar con nosotros solamente en los fines de semana.
Aquel año
48 también recibimos la visita de nuestro querido primo, Guillermo, le decíamos
Memito y se apareció con su enamorada Cecilia, una muchacha muy caraqueña, con
quien terminaría casándose. También recuerdo a una familia maracucha “el Chicho, la Nena, Chela y dos morochitos”,
de quienes nunca supe más nada. Para ese entonces ya había leído yo algunos
libros, ya que a la mano en casa tenía a Julio Verne, y otros, pero poco sabía
de la Mitología Griega. Recuerdo que llegamos a Los Alisios con los 5 tomos de
“El Libro de oro de los niños” nuevecitos.
Sería allá, admirando las ilustraciones
de Disney como me enfrenté con Zeus, con los centauros y los pegasos y supe de Baco
y de los trabajos de Hércules. No recuerdo bien si ya habíamos visto en el cine
a “Fantasía”
que fue la
tercera película animada producida por Walt Disney, pero muchas de
las imágenes del “Libro de oro” eran
de aquel film, el que tendría la suerte de ver varias veces, antes o después de
Timotes…
Los
Alisios era el hotel que como ya dije, estaba regentado por una pareja de
alemanes. Las referencias sobre los nazis y el holocausto estaban vivas aún
para todos, pues la segunda guerra mundial recién había finalizado pocos años
antes. También es cierto que mamá en esos días había recibido la noticia de que
su hermano mayor Fernando Carlos, que era poeta y quien había combatido en el
ejército americano en la gran guerra del 14, había fallecido en un hospital de
veteranos en Nueva York. Nosotros, mis hermanos y yo, lo conocimos cuando un
año antes, estuvo de visita en Maracaibo y eran imborrables los recuerdos de
sus historias sobre lo terrible de la guerra en las trincheras. Estas cosas se
sumaban a nuestro malestar de niños ante la malvada disciplina germana, sentida
a través de la férrea supervisión ejercida por la pareja de ancianos alemanes,
cuyo apellido necesariamente olvidé y quienes fungían como dueños del hotel de
montaña, con sus perros, los guardianes, lógicamente, pastores alemanes.
¡Nazis!...
Recuerdo
que no éramos muy amigos de comer truchas, (presiento que cuando niños no
conociéramos la delicia de una “trucha
meuniere” bien hecha) y es que para el almuerzo casi a diario “la dieta
germánica” nos imponía trucha, y los 4 hermanos nos rebelábamos con el apoyo de
Anita, una jovencita morena que nos atendía, especialmente a los dos menores
pues mamá estaba deprimida por el dolor de la muerte del tío Fernando. Con Ana,
en la mesa conspirábamos para que ella metiera las truchas en su abrigo y luego
las botara en el río. No recuerdo como nos espiaron, pero sé que estuvimos
amenazados de ir a parar presos a una caseta de madera que estaba en lo alto y
lejos del hotel. Afortunadamente ni los perros pastores rastrearon nuestras
malas artes.
Un año
después, no quisimos regresar a los Andes y cuando en 1950, papá propuso
vacaciones andinas esta vez llegaríamos a un gran hotel, el hotel Guadalupe en
La Puerta.t El hotel era famoso y estaba regentado por señor un maracucho,
Jaeger, de quien mi papá era muy amigo. Esa vendría a ser para mí, una vacación
que marcaría mi vida para siempre. Inicialmente
debo relatar que por vez primera, supe lo que era “un temblor de tierra”. Un temblor largo, de más de seis grados, con
sus réplicas. Aquel movimiento telúrico, en esos días era la consecuencia de un
terremoto en El Tocuyo, una pequeña ciudad del Estado Lara, que quedó
totalmente destruida. El Tocuyo es un pueblo que geográficamente saltando la
cordillera, está en el estado Lara y realmente viene a quedar muy cercano a La
Puerta, la pequeña ciudad trujillana que está al inicio de la carretera trasandina.
Continuará mañana sábado…
Maracaibo, viernes 26 de junio,
2020
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