Los tanqueros llegaron ya…
Algunas reflexiones publicadas
recientemente por José Toro Hardy editor adjunto de Analítica, me han animado a escribir brevemente, destacando
algunos detalles sobre aspectos básicos históricos que gravitan sobre la
actual situación de política internacional en la que vemos se encuentra sumido nuestro
país, Venezuela.
Después de la Segunda Guerra Mundial,
el petróleo del Medio Oriente le dio al Golfo Pérsico una importancia geopolítica
fundamental. Los hidrocarburos, vitales para la economía de las naciones,
tenían que atravesar el estrecho de Ormuz milenariamente enfrentado; en una de sus
orillas había iraníes y chiítas y en la otra, árabes y suníes. Las diferencias
que entre chiíes y suníes existen desde hace más de mil trescientos años, por
lo que esta conflictividad histórico religiosa ha sido la causa de recurrentes
conflictos que en diversas ocasiones amenazaron con detener y casi que
interrumpieron efectivamente el flujo petrolero de los países árabes y de Irán
hacia los mercados mundiales.
Algunos de estos conflictos se
remontan al año 1967 cuando se produjo el cierre del Canal de Suez desde el 67 hasta
1975. En 1969, con la crisis de Libia y luego el Embargo Petrolero Árabe de
1974. Otros inconvenientes se verían, en la caída del Shah de Irán en 1979, la
guerra entre Irán e Iraq desde 1980 a 1988, la invasión de Iraq a Kuwait en
1990-1991, y finalmente la guerra del Golfo comandada por Busch hijo en el año
2003. Venezuela siempre había sido una nación neutral en relación a las
sangrientas disputas entre árabes e iraníes, sin parcializarse, e igualmente el
país no se involucraba en los conflictos entre Israel y sus vecinos árabes.
Así, cuando se sucedieron todas las mencionadas intervenciones al suministro
petrolero, nuestro país pasó a ser el suplidor más seguro y confiable del
planeta.
Venezuela, que siempre había sido
inmune frente a toda esa tragedia de guerras y conflictos religiosos, era un país
del hemisferio occidental, con una religión heredada de España de origen
judeo-cristiana de mayoría católica, cuya política internacional tradicional
había sido respetuosa de las creencias de los demás… Hasta que llegó el momento,
infausto cuando esa condición, ideal, cambiaría. Hace ya hace más de 20 años desde
los acercamientos entre Chávez y los regímenes dictatoriales del
fundamentalismo islámico, tanto con los difuntos Kadafi y Sadam Hussein, como
con sus proyectos secretos de cooperación con Ahmadinejad, fue creando
asociaciones con otras culturas, muy lejanas a la nuestra.
En la misma línea de comentarios
y para situarnos hoy en 2020, cuando ya hemos pasado a ser un país que ha
aceptado ser ocupado por fuerzas de otra nación, no debe extrañarnos los
intercambios de lingotes de oro por armas y petróleo con Turquía, o ver cómo
las narcoguerrillas de las FARC y el ELN se mueven libres por el territorio
nacional, así podemos permitirnos divisar una fila de tanqueros iraníes intentando
apuntalar la destruida empresa petrolera nacional, y siempre en el afán de
desmarcarse de los Estados Unidos según los dictámenes de Cuba. Así, hemos
escuchado por radio- televisión ya no hay- las exaltadas declaraciones del vicepresidente
connotado líder de Hezbolláh, profundizando al aire las relaciones de Venezuela
con Irán.
Como dijera Toro Hardy “Por primera vez estamos tomando partido.
Eso implica que en adelante ya no seremos percibidos como una parte de la
solución, sino que más bien seremos tratados como una parte del problema”…
Así
pues, los tanqueros llegaron ya, y no llegaron, como decían antes, bailando cha
cha chá… Más bien les recordaré lo
que nos decía mi primo Ernesto: “Que oiga quien tenga oídos”…
Maracaibo, lunes 1 de junio del 2020.
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