El cuento en los Estados Unidos
El 29 de junio 2018, hablé en
este blog sobre el cuento en Norteamérica destacando las razones por las que
esta variante literaria es tan apreciada en ese país y de cómo fue que el
cuento se consolidó en los Estados Unidos. Hoy, ante las recientes disparatadas
manifestaciones tendientes a borrar verdades históricas tan irrefutables como
Cristóbal Colón, creo que puede ser interesante revivir la importancia de la
literatura, y en particular del cuento, con esta reposición de un artículo del
2018. Ante las cadenas de streaming
retirando películas clásicas para evitar problemas con la policía del pensamiento, y tergiversando la realidad para
complacer apetitos políticos que comulgan con el desenfreno y la excitación de
las bajas pasiones, aunque quieran denominarlas progresistas, proizquierda, o
Black-Lives-Matters, no son cuentos,
y son de hoy día, del mundo en medio de la pandemia…
La historia de “el cuento” en la literatura universal es interesante,
pero si miramos la evolución del relato breve, o “el cuento”, en los Estados
Unidos de Norteamérica, veremos que esta es una modalidad de la literatura que floreció
brillantemente en esa nación. Podemos analizar las razones de este fenómeno que
es particularmente curioso, si lo comparamos con otros países. Escritores norteamericanos
famosos por sus relatos son incontables, y podemos nombrar algunos como
ejemplo: Issac Asimov, Ray Bradbury, Charles Bukowski, George R. R. Martin, Philip K. Dick, F. Scott Fitzgerald Stephen King, H. P. Lovecraft , Herman Melville, Joyce Carol Oates, Edgar Allan Poe y Mark Twain para señalar varios de los muy reconocidos.
Entre los norteamericanos que
primero aparecieron como autores de relatos, hay que mencionar a Washington
Irving (1783-1859) quien durante décadas fue quizás el autor más influyente
de su país. Sus obras más
destacadas eran Rip van Winkle y La
leyenda de Sleepy Hollow, y la colección de relatos titulada Cuentos de la Alhambra. Otro
escritor cuyos recursos iban desde la parábola a breves historias y leyendas,
hasta el ensayo, era Nathaniel Hawthorne (1804-1864) cuya obra más
importante es la novela La letra
escarlata, ambientada en la puritana Nueva Inglaterra de
principios del siglo XVII, sobre una mujer condenada a llevar en su pecho una
letra «A», de adúltera. Siempre
será necesario mencionar obligadamente a Hermann Melville (1819-1891) poeta,
escritor, novelista y ensayista, principalmente conocido por su novela Moby-Dick,
o su cuento Bartebly el
escribiente. Otro importante escritor fue Mark Twain (1835-1910) que era el seudónimo de Samuel
Langhorne Clemens quien viviría hasta los inicios del siglo XX, y con el
humorismo que le caracterizó, publicaría Las
aventuras de Tom Sawyer y su mejor novela, Huckleberry Finn, que narra la vida de Huck en el río Mississippi acompañado de un esclavo fugitivo.
Todos
los autores mencionados son antecesores a la obra narrativa de Edgar Allan
Poe, escritor especializado en el
cuento fantástico, de terror, policíaco y de ciencia ficción. Su influencia
habría de ser decisiva para poder darle importancia a las narraciones cortas
que vendrían a transformarse en “el cuento”. En realidad Estados Unidos no contaba con una literatura propia, ya que como nación joven, imitaba la literatura europea
romántica. Será en el siglo XIX cuando estas ideas comienzan a cambiar y se
creará un nuevo lenguaje literario,
el apropiado para un país nuevo. Esto fue posible gracias a la prensa, que ayudó a la divulgación de
estas nuevas obras, la prensa escrita, diarios y revistas estimularon la
actividad creativa de los escritores que se adaptaron al nuevo género que
surgió: el cuento.
Inicialmente los relatos estaban ambientados en las viejas ciudades del Este o del Sur y solían ser cuentos de
fantasía, o basado en las tradiciones de los primeros colonos, o
historias de terror casi próximas a la novela gótica. El autor más destacable en este género es Edgar Allan Poe (1809–1849)
escritor, poeta, crítico y periodista romántico estadounidense, representa el
mayor aporte literario de Norteamérica en esta área. Algunos de los cuentos más relevantes de Edgar
Allan Poe se hallan en sus Narraciones
extraordinarias: El gato negro, Los crímenes de la Calle
Morgue, El escarabajo de oro, El pozo y el péndulo, etc. El lugar que Poe
ocupa en la historia del cuento, no solo en Norteamérica sino universalmente es
decisivo y definió su teoría artística en
algunos de sus propios cuentos, manipulando el escenario, los personajes y los
diálogos para crear en el lector el estado de ánimo propicio para entender el
llamado crimen perfecto. La influencia de Poe en Europa se asocia a la pasión que por él sentía Charles
Baudelaire, el poeta maldito francés, que lo tradujo a su lengua y
lo promocionó como un gran renovador de la narrativa mundial. Poe influyo en toda la literatura de fantasmas victoriana y en autores tan
dispares e importantes como Fedor Dostoyevski, Thomas Mann, William
Faulkner, Franz Kafka, H. P. Lovecraft, H. G. Wells, Ambrose Bierce, Arthur
Conan Doyle, Charles Baudelaire, Guy de Maupassant, Julio Verne, Jorge Luis
Borges, Clemente Palma y Julio Cortázar, quien tradujo casi
todos sus textos en prosa al español y escribió extensamente sobre su vida y
obra. También se estimará positivamente, aunque no es
esencial, considerar la influencia de Poe sobre escritores de cuentos de
los siglos XIX y XX (Conan Doyle, Verne, Wells, Lovecraft).
El cuento es un género
del que los norteamericanos se sienten orgullosos. Se aplica aquí,
además, el gentilicio con rigor, y el fenómeno que se comenta referido a los
Estados Unidos con sorprendente similitud se repite en las demás literaturas
americanas. Una
tradición popular sobre anécdotas y personajes legendarios, en muchas ocasiones
mezclando motivos del folclore europeo con la realidad local. El mejor ejemplo
de esta tendencia desde el siglo XIX fueron los
cuentos de Washington Irving. Otro factor que influyó directamente en el
desarrollo del relato corto como forma narrativa predominante, en detrimento de
la novela, fue la inexistencia de una ley internacional (“copyright”) que regulara
los derechos de edición. A un editor local le resultaba más barato y menos
arriesgado publicar literatura inglesa, o europea en traducciones inglesas, que
patrocinar a los novelistas locales. Durante la época de la recesión, las
ventas de libros experimentaron una fuerte caída, lo que se traduciría en un
aumento del número de revistas, más asequibles a los bolsillos de los millones
de desocupados que buscaron llenar su tiempo con el entretenimiento de la
Literatura. El espíritu puritano, era aficionado a los escritos históricos y
biográficos, y el escritor, consciente de ello, pretendió envolver su narración
en un manto de veracidad. Ambrose Bierce, Mark Twain y, sobre todo, Stephen
Grane, quien sin duda demostró cómo el mismo material que sustenta una noticia
de periódico puede servir de base para un buen relato.
De
todos los factores señalados, el más determinante ha sido la asociación del
cuento con las publicaciones periódicas, una relación fructífera porque, sin el
mercado de las revistas, el relato corto probablemente nunca habría florecido.
También, las directrices editoriales de las revistas populares impusieron
ciertas restricciones muy marcadas, llegando a crear verdaderas "escuelas'
de escritores. Existió una gran demanda de espacio para publicar, que se vería
satisfecha en gran medida por una parte por la cancelación de dinero por los
cuentos, lo que los transformaba en un modus vivendi y una oportunidad para que
el escritor pudiese subsistir, y más adelante, la llegada de los anuarios, una
medida importada de Europa desde 1825, la fecha de publicación del primer
anuario, hasta 1884, en que comienzan a perder importancia ante el ascenso de
las grandes revistas de difusión nacional. Los anuarios fueron el canal
dominante de publicación, y en ellos vieron la luz obras de autores como Hawthome
y Poe. Tras la Guerra Civil se producirá una explosión en el número de
nuevos periódicos y revistas, lo cual supone la aparición de muchos canales de
publicación, algo sin precedentes en los Estados Unidos. O´Henry que era el seudónimo del
escritor, periodista, farmacéutico y cuentista estadounidense William Sydney
Porter, O¨Henry,
fue un escritor que, ganaría una pequeña fortuna con cada uno de sus cuentos, y
se le
considera uno de los maestros del relato breve, su admirable tratamiento de los
finales narrativos sorpresivos popularizó en lengua inglesa la expresión “un final a lo O´Henry”.
En la actualidad, son las editoriales
universitarias, no solo en Norteamérica las que están mostrando una especial
predilección por el cuento, lo que en realidad refleja que es un campo que las
editoriales comerciales descuidan a menudo. “La riqueza
de las grandes editoriales universitarias está también en las colecciones
literarias y de divulgación científica que están hechas para un público no
especializado”, explicó recientemente Jorge Volpi, coordinador de Difusión
Cultural de la UNAM. “Para nosotros la
edición digital ya es una discusión superada”, asegura Esteban Giraldo,
editor de la Universidad Nacional de Colombia. “Ya es un hecho que cada libro que sale en formato impreso debe salir
también en su correspondiente versión electrónica”. Estos comentarios
abrigan futuras expectativas favorables para el cuento también en
Hispanoamérica.
Maracaibo, domingo 21 de junio, 2020
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