Literatura ficcional…
Una historia escrita sobre el año 150 después de
Cristo fue la “Historia Vera”. Una obra
de un escritor sirio de tradición griega, Luciano de Samósata,
donde narraba las aventuras de un grupo
de navegantes quienes tras sobrepasar las columnas de Heracles, el punto donde según
la cosmogonía helénica se acababa la Tierra, son arrastrados por una tormenta hasta la Luna. En el satélite, los
navegantes conocerán a un grupo de selenitas quienes están envueltos en una
guerra interplanetaria contra El Rey del Sol, y todo esto, hace nada más y nada menos que hace unos
1.800 años.
Tomas Moro y su Utopía escrita en 1516 es de todos
bien conocida, y aparece como una de las primeras visiones de posibles futuros distópicos,
anticipándose a La Nueva Atlántida
(1626) de Francis Bacon. En esta novela de Bacon, Bensalem es una tierra
mítica a la que él viaja y donde se encuentra con ciudadanos que pertenecen a un
centro de enseñanza denominado La Casa de
Salomón, donde se hacen experimentos científicos aplicados para comprender
y conquistar la naturaleza. El conocimiento
obtenido deberá servir para mejorar la sociedad. En Bensalem, el matrimonio y la familia son la
base de la sociedad y las fiestas son subvencionadas por el Estado. Así es la
utopía de Francis Bacón en La Nueva Atlántida donde los hombres
lograrán la felicidad en una sociedad más justa, más feliz.
En
la misma época de Francis Bacon, apareció Somnium (1634) una
novela escrita por Johannes Kepler,
el astrónomo que fijó las bases de los movimientos de los planetas en torno al
Sol. La obra de Kepler ha sido vista
como la primera trama realmente de ciencia-ficción. “Somnium sive
Astronomia lunaris Joannis Kepleri (El Sueño o Astronomía de la Luna
de Johannes Kepler) es una novela de
ficción y fue escrita en latín, en 1608, aunque sería publicada póstumamente en 1634. Muchos la han visto como la primera obra de ciencia ficción de la historia. En su novela, Kepler narra el
viaje a la Luna de un observador, y aunque sus visiones del satélite se hacían
con vocación científica, su “teletransportación” a la Tierra se produce por la
intervención de unos espíritus divinos. Kepler narra la historia de Duracotus, un joven islandés, quien
gracias a su madre Fiolxhilda, y mediante
un conjuro mágico, viajarán a la Luna durante un eclipse solar.
Duracotus aunque era un personaje irreal, fue acusado de ser un autobiográfico,
y la novela fue utilizada para acusar de brujería a Katherine Kepler, la
madre del autor. Existe una traducción al español: El Sueño o la Astronomía de la Luna, introducción,
traducción, con notas e índices de Francisco Socas, Huelva: Universidad de Huelva, Universidad de Sevilla, 2001( ISBN 8495699141).
En 1666 Margaret Cavendish, la duquesa de
Newcastle, publicaría “El Mundo
Ardiente” una
historia que nos llevaba a un mundo
alternativo al que se accedía por el Polo Norte. “The Blazing World” es
considerado por muchos, como uno de los textos fundadores del género de ciencia
ficción, donde a través de una mezcla vertiginosa de híbridos animal-humano,
espíritus inmateriales y enemigos en llamas, cuenta de una mujer que es emperatriz
en un planeta paralelo. El libro y su autora Margaret Cavendish (una de
las primeras mujeres en publicar con su propio nombre) pueden enseñarnos sobre
el imperio, el género y la imaginación en el siglo XVII. Es la mitad del siglo XVII, un hombre-oso está
ayudando a una emperatriz a intentar examinar una ballena a través de un
microscopio, y después de que esta tarea se les hace imposible, un grupo de
hombres gusanos explica cómo pueden existir las criaturas sin sangre y cómo el
queso se convierte en gusanos; a su vez, la emperatriz regaña a una asamblea de
monos y hombres y les ordena que se ocupen de “experimentos tales que pueden ser beneficiosos para el público”.
Armada con tal conocimiento del mundo natural y ya equipada con los recursos de
sus vastos dominios, ella envía bandadas de hombres-aves y marinas de
hombres-peces a un planeta paralelo para hacer la guerra y conquistar a sus
enemigos. Tales son los vínculos entre la vida, el aprendizaje y el poder
dentro de la descripción de ese
nuevo mundo llamado “Mundo Llameante”. Toda esta prosa de ficción
fue publicada en 1666 por Margaret Lucas Cavendish, la “Tres veces noble,
ilustre y excelente Princesse duquesa de Newcastle”.
En Micromegas (1752) Voltaire cuenta la historia de un ser llegado de otro plantea que describe la sociedad en la Tierra,
con la casualidad de que en el relato también se describía la presencia de
lunas en Marte antes de su descubrimiento. En 1771, Louis-Sébastien Mercier
publicaría “2440”, una novela que nos lleva a viajar hasta ese año
tan lejano mediante sueños, representando una sociedad fascinada por la
ciencia… Así, el utopismo iniciado por
Moro, seguiría impregnado la pasión de los nuevos avances que ocupaban por
primera vez un lugar principal en la mente de los aristócratas. Años más tarde,
“El Barón de Munchausen” (1781), sería capaz de recorrer el mundo
sobre una bala de cañón o volar también hasta la Luna.
Llegaremos así al siglo XVII y el momento en 1818
cuando, Mary Shelley una
jovencita de 18 años crea la historia del ElModerno Prometeo. Se considera a Frankenstein, como la primera novela escrita sobre ciencia-ficción pura, donde
la aplicación de la electricidad es la responsable de que el monstruo cobre
vida. Después vendrían las historias de Julio
Verne, y de H.G. Wells; y entonces fueron llamadas “novelas
científicas”. La primera aparición del término androide se va a producir en La Eva Futura (1878) y en el Viaje estático al mundo planetario
(1780) de Lorenzo Hervás o Panduro y el Viaje
de un filósofo a Selenópolis (1804) de Antonio Marqués y Espejo,
ambos relatos darán inicio formal a la saga de los viajes espaciales.
Los viajes interplanetarios, están al alcance de
nuestra tecnología actual. El hombre ha llegado a la Luna, ha enviado sondas a
otros planetas e, incluso, existen planes de misiones a Marte. Por todo ello, y
a diferencia de los viajes interestelares, los viajes interplanetarios son hoy
día uno de los pilares de la ciencia ficción dura. Los
vehículos espaciales que permitieron estos logros y que se continúan utilizando
hoy en día estaban equipados con un motor químico, y actualmente
cohetes como el Ariane son
capaces de colocar satélites y materiales en órbita de manera habitual. Hasta
la cancelación del programa, en 2011, los cohetes de la NASA eran capaces de realizar viajes de ida y vuelta a
la Estación Espacial Internacional. Se tardaban cuatro días en llegar a la
Luna, y las sondas a Marte demoran como mínimo de ocho a diez meses en arribar
a su destino. Ahora, hace un par de semanas, el mundo está enterado del nuevo proyecto
de la NASA y todos sabemos de los astronautas que flotan alrededor del planeta
tierra.
Maracaibo,
domingo 14 de junio, 2020.
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