Suetonio por Sergio Ramírez
Tengo la suerte de sentir un particular regusto por
la Historia Universal a la que accedí desde el 5to grado de primaria en la voz
del padre JoséMaría Joaristi, un maestro, quien también era el director del
Orfeón del Colegio Gonzaga y hermano, de quien fue durante varios años Rector
del Colegio. Todavía recuerdo muchos de sus “cuentos” con los que sazonaba la Historia
Universal y nos reíamos con él cuando nos presentó a “Pepe botellas” el
Bonaparte español, o a Ptolomeo en Egipto que nos sonaba a “te lo meo” (si te
descuidáis…). El ejemplo es uno y es simple, pero serían muchos. Frente a mi cama estuvo en mi infancia
y juventud la Historia Universal en 12 tomos de Espasa-Calpe… Así que quizás por
eso y más, se me ocurrió ponerme a dibujar, ya en la década de los 70 una
historieta en tinta china con centenares de imágenes (“La historia del Mundo en la Edad Media”), y si a alguien quiero
culpar por mi desbordado “entusiasmo medieval”, es quizás, a mí maestro…
Con la misma emoción que leyera en 2019 las
historias de Ken Follet sobre las catedrales medievales (https://bit.ly/2Xx7QGo), disfrutábamos del cine sobre temas de historia,
desde “Los diez mandamientos”a “La espada en la piedra” o “Invahoe”, mientras siempre leyendo,
sobre las Cruzadas y la historia de los caballeros templarios, quise sentir
como mía aquella época, y tuve la suerte de ir a Carcassone y poder percibir allí,
más de cerca, la tragedia de los cátaros. Pero, mejor regresemos al 5to grado, donde
recuerdo que nos aprendimos sin mnemotécnicas los triunviratos romanos, y el listado de todos
los Césares, pues teníamos debates, y desde Julio antes y después de cruzar el
Rubicón, idus de Marzo y puñaladas ante la estatua de Pompeyo “todo el tiempo empapada de su sangre” incluidas,
hasta de nuevo el cine que acicatearía los numerosos personajes del Imperio
Romano (el Nerón-Ustinov fue inolvidable)
y todo lo trataba de rematar releyendo las “Vidas paralelas” de Plutarco, donde profundizaba en los detalles.
Voy al título de esta conversa que se refiere a
haber disfrutado releyendo un artículo reciente de Sergio Ramírez @sergioramirezm (27/05/2020) donde habla sobre Suetonio, a propósito de “los oscuros
pasillos de la historia”. He sentido hoy, la necesidad de recordar aquí a
Cupertino Nava, quien fuera mi colega, un patólogo ya fallecido, muy estudioso,
mi amigo y discípulo, cuando se preparaba en el postgrado de Anatomía
Patológica de la UCV y quien al terminar su curso me regaló un par de libros de
historia que siempre aprecié mucho. Uno de ellos era “La vida de los 12 césares” de Suetonio.
Todavía hay situaciones que me obligan a pensar en que
se repite lo de “la expedición de Mardonio”, o se puede creer que hay acciones
de políticos que reviven “las delicias de Capua”. Pero lejos estamos de los tiempos
de Anibal y sus elefantes. Aunque sea ya historia, yo era tan solo un adolescente
cuando supe del Imperio Romano y también cuando me aprendí el monologo de Shakespeare
en boca de MarcoAntonio. La explicación tiene que ver con la importancia de la retórica.
No me gustaban los exámenes orales y mi hermano mayor era “muy callado”; así que
presumo que dada nuestra aparentemente
escasa “facilidad de palabra”, papá nos había regalado un libro titulado
“Cómo desarrollar la confianza en sí mismo e
influir en las personas por hablar en público”(1956), del
escritor estadounidense, Dale
H.Carnegie (1888-1955). Allí como un ejercicio estaba el mencionado monólogo…
Estaba hablando sobre Suetonio contado por Sergio
Ramírez, pero, veo que ya me metí en este berenjenal, así que espero salir
adelante… Les cuento que la traducción del libro de Carnegie era muy “española”… Imagínense, yo oírme decir: “Barzonear
y holgaros”, y tener que decirlo no en maracucho, definitivamente, era un
reto… Me transformaba en Marco Antonio, al discursear, aunque sería muchos años
más tarde cuando lo pude oír y ver en el cine repetido por Marlon Brando (https://bit.ly/2Y211vp). Regreso al comienzo, del mero monologo
shakesperiano, el cual en el libro, de Carnegie se iniciaba así: “Amigos
romanos, compatriotas, prestadme un adarme de atención”… No había
internet, pero si el diccionario y a mí, “adarme” solo me sonaba al apellido
de un señor que ya era un famoso guitarrista zuliano, así que tuve que averiguar
que ADARME significaba, lo que llamaríamos “una ñinguita”, es decir “la porción
mínima de una cosa”… “Vengo a enterrar a César no a ensalzarle,
el mal que en vida hacemos sobrevive, el bien, baja a la tumba con los huesos”… Como diría Brynner interpretando al Rey de Siam “etcétera, etcétera, etcétera”…
Sobre Nerón, dice Sergio Ramírez,
que: “tenía la vanidad infantil de
creerse un genio del bel canto y a nadie le estaba permitido abandonar el
recinto cuando subía al escenario”, “los
aterrorizados jueces no fueran a dejar de escogerlo ganador de los concursos de
canto, y perseguía a sus competidores hasta arruinarlos”. El Nerón de “Quo
Vadis” interpretado por Peter Ustinov, bien sea ofreciendo “una
lágrima por Petronio, y otra por mí”, o cantando con una lira en sus
manos… “Oh flama divina, Oh ardientes llamas” ante el incendio de Roma
que le achacarían a los cristianos, es patéticamente inolvidable.
Sergio Ramírez continuaría
mencionando los detalles de cómo Suetonio, lograba convencer al lector a través
del registro de lo minucioso. “Fueron
once puñales, ni uno más ni uno menos, los que se levantan contra Julio César”,
y veintitrés las heridas recibidas... Mencionaría entre los emperadores a
Adriano, y a psicópatas, como Calígula, quien “pasaba la noche deambulando con la mente encendida urdiendo crímenes” o
quien “elevaría al consulado a su
caballo” y me obligó a
regresar a los Calígula del cine… Él de “El manto sagrado” interpretado por
Jay Robinson, fue inolvidable, o el de “Calígula” un film pornográfico, en un
rol creado para el tipo de “La naranja mecánica”, aquel Malcolm McDowellen...
En fin, y para ponerle puto final a esta perorata
que me inspiró la lectura del brillante escritor nicaragüense Sergio Ramirez,
recuerdo que a lo aprendí a leer desde que Vilma Isabel me regaló su “Castigo divino” y después seguí leyendo
a Sergio, con quien he tenido la suerte de conversar en varias oportunidades
(desde el año 1989 cuando viajamos en AVENSA a su patria con ocho patólogos
para ofrecer un curso durante la semana santa, en tiempos de “la guerra de los
contra” y cuando Sergio era el vicepresidente de Nicaragua), hasta en varias
ocasiones, cuando invitado como patólogo a Nicaragua, me he entrevistado con este
sencillo escritor quien es Premio Cervantes, cuya lectura hace unos días, con
su artículo sobre Suetonio, me llevó a darles esta revolcada histórica.
¡Gracias por leerme!
Maracaibo, sábado 6 de mayo, de 2020, todavía y lamentablemente por
muchos meses, pandémicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario