Grillos,
tinitus y Locusta
Un
título raro, sí: para comenzar… Imagínese usted… Y es que quienes me conocen ya
saben que el tinitus está allí, o aquí, constante, llenando mis silencios “cual si estuviese bajo un inmenso baobab de los de El Principito,
cuajado de chicharras, las cigarras, que chirrían, con sonoridad brillante” (https://bit.ly/2XsnnY8); lo he dicho
antes y quizá de allí mi costumbre de sostener perenemente un hilo musical en
mente, y por eso tal vez, ya he relatado que para mí “el cantar tiene sentido”
y así, he ido cantando cada vez que he podido… (https://bit.ly/2z16JW4).
Los
grillos, en zoología son insectos de la familia Gryllidae. Son casi un millar de especies de ortópteros, hasta de 3 cm de largo, (ver) de cabeza grande, antenas largas, con alas
anteriores duras y patas posteriores adaptadas para saltar. El sonido que
producen es para el cortejo y lo hacen frotando las alas entre sí, y es
característico: no es sostenido como mi
tinitus; suena vibrante como las chicharras (o cigarras), pero es
intermitente (cri, cri, cri, cri). Recuerdo a mi padre en Los Arrayanes,
levantarse en piyama buscando algún grillo que interrumpía el silencio de la
noche marabina, no dejaba dormir y había que localizarlo, me decía. Hasta que
lograba silenciarlo… Aquellos pequeños grillos de chirrido intermitente nunca
los llegué a asociar con la conciencia de Pinocho, afortunadamente; era el
famoso Pepe Grillo, del dibujo animado de Disney creado por Ward Kimball, sobre quien espero
poder hablarles otro día.
Dirán
que está resuelto lo del grillo, y lo de mi tinitus, pero quién es Locusta,
¿alguna maracucha? Locusta migratoria se
denominan los saltamontes o langostas y las asociaré con los grillos, pequeños,
saltarines que por mis recuerdos de cuando niño, además están descritos en mi novela “La Entropía Tropical”
(pp102-Cinemateca) de cuando… “nos parecía una espesa manigua la grama,
alta, verde …y llegar hasta el sitio, las libélulas danzando en el aire y
cuando la grama se te pega en la cara, contra la tierra mojada, veis los
grillos verdes que se quedan mirándote y entonces saltan altísimo”. Ese
saltamontes (locusta) verde y
pequeñín, se los muestro aquí:(ver foto).
Así como hay
grillitos verdes, compañeros de mis juegos infantiles entre la grama verde, existen
otros grandes saltamontes que me asustaban y que en mi infancia conocí como las
“taras maraqueras”. Esas me las mostraría mi padre como “las langostas” y me
relataba que eran las mismas responsables de nubes de esos insectos que en su
infancia y juventud llegaron en ocasiones a volar sobre Maracaibo causando
estragos en la vegetación. De manera que las “taras maraqueras” siempre fueron
para mí los mismos bichos voladores de “las 7 plagas de Egipto”, así el faraón
fuese el Yul Brynner de los 10 mandamientos de DeMille, para mi eran temibles,
coloradas, como se ve en la foto (ver).
Zoológimente estas
“taras maraqueras” corresponden a locusta migratoria, y me entero ahora,
de que las últimas grandes plagas de langosta en el norte de África sucedieron en
los años 1987 y 1993. Los insectos llegarían a zonas de Marruecos, de Argel, y
hasta Cabo Verde. Pensé entonces en las Islas Canarias vecinas al continente
africano y, …¡pues claro! Una plaga de langosta migratoria también conocida
como langosta africana llegó a finales del pasado 2004 a Lanzarote, y ese año, nos
tocó en suerte estar asistiendo a una reunión de patólogos en Fuerteventura,
nos pudimos ver como volaban miles de estos insectos sobre el cielo de la isla,
las langostas del Sahara, que dicho sea de paso, son “catiras” (Ver
foto), y no sé si será por mimetismo con el desierto o estarán tostadas por el
sol, pero no son roojas-rojitas como nuestras “taras maraqueras” de antaño.
En
el estado Falcón y específicamente en Paraguaná, en el año 1912 fue sobrevolado
por una plaga de langostas (y de estas cosas me entero por la red que nos cubre
como una nube, arriba: el internet). Así supe que en Falcón, les dicen “chéveres”
a nuestras maraqueras y posiblemente llegarían
transportadas por fuertes corrientes de viento seco que asolaron la península
ese año. Dicen que la plaga terminó con la poca vegetación que aún sobrevivía y
que me imagino, para colmo, era xerófila. Esto sucedió en 1912 y dizque era
recordado por los paraguaneros sobrevivientes como “el año de la hambruna”.
Me
parece que hoy día cuando vivimos el año de la pandemia de COVID-19, esto de haberme
puesto a hablar sobre las plagas y los grillos cae “al pelo”, porque “grillos”,
o “grilletes”, (otra aserción pero más metálica) es lo menos que merecen llevar
quienes peor que una plaga nefasta han arrasado con el país y mantienen pasando
hambre y necesidades al pueblo.
Maracaibo, jueves 4 de mayo, 2020.
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