Leonor de Aquitania: la leyenda negra
El pasado 6 de este mes de mayo,
Silvia Valera publicó en internet un artículo intitulado “Mujeres recluidas”,
donde afirmaba que “con permiso de Juana
La Loca”, Leonor de Aquitania fue la reina más carismática de las Edades Media
y Moderna, adorada como icono feminista y reconvertida a "femme
fatale" por una historia escrita por hombres”. Relataría nuevamente la
historia de esa mujer “promiscua a la que su marido encerró 20 años en
una torre”...
En
este blog, me he referido en dos ocasiones previas a esta controversial mujer:
el 16 de noviembre del año 2016 (https://bit.ly/2Wy7MG5) y no hace mucho tiempo, nuevamente
en marzo de este año 2020 (https://bit.ly/3btMEox). En esta ocasión, vuelvo sobre la historia de
Leonor de Aquitania basándome en la llamada “leyenda negra” que el carácter de
esta señora dos veces reina, ha venido germinando durante años y sobre el que
se ha escrito nuevamente en estos días, a propósito de sus largos años de
cautiverio.
Leonor fue entregada en matrimonio siendo una
niña, en 1137, al futuro rey de Francia, Luis VII, quien no tenía más de
dieciséis años. El ducado de su
mujer, la Aquitania, era diez veces más grande que la Îsle de France, lo poco
que el rey Luis poseía cuando se casaron. Allí vivió su infancia Leonor, al amparo de la alegre corte familiar
francesa. Su abuelo, Guillermo IX, hombre de gran cultura había sido el creador
del movimiento de los trovadores, y poco caso hacía a la moral eclesiástica de
la época. Recordemos que en una
sociedad tan misógina como la medieval, todo el conocimiento estaba en manos de
clérigos, que habían decidido vivir alejados de lo femenino y denostarlo.
La joven reina despertaba algunos
recelos: no admitía el rol que la monarquía feudal esperaba de ella. Las dos hijas
del matrimonio tardaron ocho años en llegar. En 1144 en un arrebato, Luis
VII ordenó la quema de una iglesia con trescientas personas dentro, donde todas
fallecieron; el abad Suger, recomendó
entonces a modo de penitencia, la marcha inminente a la Segunda Cruzada. Luis se llevó a Leonor al viaje porque era
celoso, y tal vez estaba embelesado. La
leyenda negra también acusa a Leonor de haber tenido relaciones incestuosas con
su tío Raimundo, al llegar a Antioquía. Gracias a la correspondencia entre
el rey y el abad Suger hoy día se sabe que las diferencias entre los dos
cónyuges fueron más de corte político que sentimental y que el adulterio fue
una calumnia.
En marzo de 1152, finalmente Leonor
consiguió el tan deseado divorcio, sin riesgo de excomunión, y alegando un grado de consanguinidad
prohibido, además de la falta de un heredero varón al trono, abandonó París.
Dos meses después, en mayo de ese mismo
año se casaría en segundas nupcias con Enrique II Plantagenet: rey de
Inglaterra, duque de Normandía, conde de Anjou, y vasallo de su exmarido. Él tenía dieciocho años y ella veintiocho.
Godofredo Plantagenet, le había dicho a
su hijo antes de la boda: “No te cases,
es la mujer de tu señor y además tu padre la ha conocido en la cama”. En esta ocasión, dicen, que Leonor sí que
estaba enamorada.
Compartieron múltiples viajes a través
de los territorios feudales que poseían y llegaron a equipararse con la heroica
pareja del rey Arturo y la reina Ginebra. Entre los 29 y los 34 años le dio cinco hijos al rey, el sexto cuando
ya contaba con 41 años de edad. Este niño sería Juan sin Tierra. Enrique. terminó enamorándose de Rosamunda Clifford, mujer frívola y
coqueta, a la que regaló el castillo
de Woodstock Leonor se refugió en una vida con la animada corte de Poitiers En la distancia y el despecho, Leonor disfrutaba de los placeres de
vida, pero no había olvidado ni por minuto los derechos de sus hijos sobre el
“imperio angevino”. Leonor fue apresada en su intento de huida a
Francia, adonde se dirigía a pedir asilo a su exmarido, disfrazada de escudero.
El año
1175, las tropas inglesas la trasladaron primero al castillo de Chinon y,
posteriormente, la encerraron en la torre de Salisbury. Con
cincuenta años, su vida de reina y de
mujer terminarían casi simultáneamente. Pudo asistir al nacimiento de uno de sus nietos y en 1183 le
permitieron la visita de su hija Matilde para compartir el duelo por la muerte
de Enrique el Joven, el heredero al trono que falleció después de un sueño
premonitorio de su madre donde lo vio yacer inmóvil con la corona de Inglaterra
puesta.
La reina
Leonor se desprendió de todo lujo a excepción de una sortija. En dos
décadas de encierro, la reina vio partir a su rival Rosamunda, que moriría a
los seis meses de su captura, Enrique
comenzaría una relación con
Adelaida, la hija del rey de Francia que, siendo enviada a Inglaterra para
casarse con el hijo, Ricardo Corazón de Léon, acabaría seducida por el padre.
Entre 1183 y 1184, con un rey de cincuenta años cansado, envejecido por los excesos y que no se sabía dominar,
la reina pasó algunos meses de medio
libertad, vigilada. La liberación total llegó en 1189, muerto Enrique y con
Ricardo Corazón de León, el hijo mayor y predilecto de Leonor, como heredero.
Cumplía sesenta y siete años y llevaba
treinta y cinco como reina de Inglaterra.
Con el
tiempo, Leonor se convertiría en una reina liberal, que distribuiría
franquicias y bajaría impuestos a los burgueses en ciernes. Pero la economía
inglesa sufrió un duro revés a la vuelta de Ricardo I de la Tercera Cruzada. La
mala suerte hizo que fuera capturado por el duque Leopoldo V de Austria, en el
Adriático, a la altura de Trieste y se pidiera por él un cuantioso rescate.
Leonor que se había quedado como regente en Inglaterra, fue la encargada de
conseguir el dinero. El rey Ricardo, pasó así un año entero, esperando. Dicen que superó esta etapa
con buen humor y dignidad aprovechando
para escribir y componer.
Leonor, se dedicó a
cumplir su objetivo movilizando a
todo un reino. Con setenta años,
cruzó el canal de la Mancha cargada con cien mil marcos de plata de Colonia y
doscientos rehenes que suplirían a otros cincuenta mil marcos El destino le
jugaría una mala pasada, porque
Ricardo murió tan solo cinco años después, de la manera más tonta: una herida
de flecha mal curada tras el ataque de un súbdito indignado, acabó con su vida
y empezó así la época de Juan Sin
Tierra.
Durante
los últimos años de su vida, Leonor residió por voluntad propia en
Fontenevraud, la prestigiosa abadía de mujeres, donde compartió parte del
retiro con una de sus hijas, huida de un marido maltratador. Su último gran
viaje o misión fue a España. Con casi ochenta años llegó hasta
Burgos para recoger a su nieta Blanca de Castilla y llevarla hasta París, para
casarla con el futuro rey de Francia, otro capeto, como ella misma hiciera.
Leonor, murió a los ochenta años, mientras el ciclotímico Juan Sin Tierra desencadenó cual Paris de Troya una Guerra
de Cien Años por una hermosa mujer, Isabel de Angulema. Leonor, dos veces reina además de heredera
y madre de reyes, permanece hoy
enterrada en un sepulcro junto a Enrique, su carcelero…
Maracaibo, martes 2 de junio, del año de la pandemia, 2020.
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