miércoles, 17 de junio de 2020

Datos sobre el autismo (2)


Datos sobre el autismo (2)
 
En un trabajo previo,( https://bit.ly/30Mr64J) ayer hablábamos del autismo y de las conexiones en la neocorteza cerebral que está conformada por varios tipos de células bien diferenciadas, las neuronas, los oligodendrocitos, y  la microglia. Las neuronas del neocórtex de los mamíferos son de dos tipos: inhibidoras y excitadoras, y muestran propiedades, conexiones y funciones específicas. El neocórtex controla las emociones y las capacidades cognitivas: la memorización, concentración, autoreflexión, resolución de problemas, habilidad de escoger el comportamiento adecuado, y juega un papel importante en funciones como la percepción sensorial, la generación de órdenes motrices, razonamiento espacial, el pensamiento consciente y, en los humanos, el lenguaje.

Señalábamos que la actividad de los circuitos neuronales es la base neurobiológica de la conducta y de la actividad mental (emociones, memoria y pensamientos). TEA y TDAH. son las siglas que se usan para nombrar los sistemas actuales de clasificación de los diagnósticos que consideran el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el trastorno del espectro autista (TEA) como diagnósticos separados, de entidades distintas. 

Tanto el TEA como el TDAH representan manifestaciones de anomalías en la formación de circuitos y contactos sinápticos en regiones cerebrales implicadas en la conducta social, especialmente en la corteza cerebral prefrontal. Estas anomalías son causadas por mutaciones en genes involucrados en la formación de sinapsis y plasticidad sináptica, la regulación de la morfología de las espinas dendríticas, la organización del citoesqueleto y el control del equilibrio excitador e inhibidor en la sinapsis. Ambos procesos neuronales, tanto de excitación como de inhibición, requieren la participación de múltiples mecanismos moleculares y celulares organizados en patrones espaciotemporales específicos, cuya alteración es la base para la aparición de anomalías funcionales, con el resultado de enfermedades psiquiátricas, en este caso las asociadas al neurodesarrollo.
El TEA es una condición heterogénea caracterizada por la presencia de alteraciones del comportamiento en la interacción social y comunicación, acompañada de comportamiento estereotipado e intereses restringidos. Además de estos síntomas necesarios para el diagnóstico, el TEA a menudo se presenta con una variedad de otras manifestaciones conductuales y funcionales, como problemas de lenguaje, hiperactividad, epilepsia, déficit de atención y trastornos del sueño. Ya habíamos dicho que la actividad de los circuitos neuronales es la base neurobiológica de los procesos del sistema nervioso central que se manifiestan en la conducta y los procesos mentales (emociones, memoria y pensamiento).

Tanto el TEA como el TDAH pueden ser manifestaciones de anomalías en el proceso de neuroplasticidad del desarrollo, al igual que otros trastornos neuropediátricos congénitos o adquiridos, como la encefalopatía por hipo­xia neonatal, parálisis cerebral, epilepsia, distonía, discapacidad intelectual y esquizofrenia. Desde su aspecto etiológico, ambos procesos se consideran trastornos poligénicos (con múltiples genes implicados y con carga patogénica escasa y variable) y, por tanto, derivados de una combinación de alteraciones genéticas de novo (mutaciones espontáneas).

Muchas proteínas codificadas por genes de riesgo para padecer TEA, TDAH o discapacidad intelectual, participan en diferentes procesos de conectividad neuronal en la sinapsis, incluyendo los sistemas proteicos relacionados con receptores para la neurotransmisión, como el glutamatérgico, el gabérgico y el glicinérgico, pero también en los mecanismos de neuritogénesis, el establecimiento de las sinapsis la conducción neural y la permeabilidad de las membranas neuronales a iones. Algunas de estas proteínas están directamente involucradas en la actividad y la formación de las sinapsis, como las neurexinas (NRXN) y las neuroliginas (NLGN). Otras proteínas forman parte de los andamios necesarios para el posicionamiento de moléculas de adhesión celular y receptores de neurotransmisores en la sinapsis, por ejemplo, los genes SHANK (SHANK1, SHANK2 y SHANK3 y los que codifican las proteínas de la familia Rho-GTP­asas.

En el autismo, los datos actuales de resonancia magnética estructural y funcional sugieren la presencia de anomalías estructurales en múltiples sistemas neuronales implicados en circuitos sociales, entre los que se incluyen la amígdala, los ganglios basales (núcleo accumbens) y la corteza prefrontal. Son las alteraciones en la corteza prefrontal, y en especial su conexión con la amígdala cerebral y las cortezas parietal y temporal, las que se presentan de manera más constante en los estudios realizados en muestras cerebrales humanas y en modelos animales.

La presencia de alteraciones estructurales en la corteza cerebral de pacientes con TEA, se caracterizan por un incremento de microcolumnas corticales, con neuronas más pequeñas, hiperexcitabilidad intracolumnar y disminución de las conexiones largas de las neuronas corticales. Estos hallazgos sobre todo en la corteza prefrontal, posiblemente son debidos a un desarrollo tardío de esta región, que se extiende durante los primeros años de la infancia y pueden deberse a anomalías genéticas o a la exposición a tóxicos que afectan a las células germinales neurales (infección por citomegalovirus, prematuridad extrema, exposición embrionaria a cocaína, esclerosis tuberosa y síndrome de Ehlers-Danlos). 

Finalmente, se concluye en que las alteraciones funcionales de la corteza cerebral, se deben a anomalías estructurales en la disposición de las neuronas y en el patrón de conexiones dentro de las columnas corticales, entre estas columnas, y en la estructura de las espinas dendríticas. Estas alteraciones afectan fundamentalmente a la corteza prefrontal y sus conexiones, la principal región encefálica implicada en la regulación de la conducta social.
Maracaibo, miércoles 17 de junio, 2020.

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