Política y religión
En estos tiempos donde el mundo funciona
extremadamente politizado, cuando ya no es la sencilla disputa entre el este y
el oeste, ni son tan solo dos bloques hegemónicos que intentan controlar el
mundo… Menciono hoy a la religión, pues no siendo mahometanos ni budistas, sino
mayoritariamente cristianos, en este momento, una pregunta pudiese despertar cierta
curiosidad… ¿Por qué, cuándo y cómo cuatro monarquías católicas europeas y el
papado de la Iglesia Católica acordaron destruir una orden religiosa
precisamente dependiente del papado como era la Compañía de Jesús? Suena a un
disparate poco religioso…
La
Compañía de Jesús, en latín: (Societas Iesu-SJ),
cuyos miembros son conocidos como jesuitas,
es una orden religiosa de clérigos regulares de la Iglesia católica fundada en la ciudad de Roma el año 1534 por el español Ignacio de Loyola, (ver) junto
con Francisco Javier, Pedro Fabro, Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla, Simão Rodrigues, Juan Coduri, Pascasio Broët y Claudio Jayo. Aprobada
por el papa Paulo III
en 1540, es la mayor orden religiosa católica en el mundo hoy en día y su
actividad se extiende a los campos educativo, social, intelectual, misionero y de medios de comunicación católicos.
Vicenzo
Antonio Ganganelli de Rimini (1705-1774) era un fogoso jinete, botánico,
entomólogo y músico, buen jugador de truco y muy hábil en el billar cuando ascendió
del cardenalato en Roma y apoyado por diversas monarquías borbónicas, fue a los
69 años, elegido como el Papa Clemente XIV el año 1769. Los reyes de Francia,
España, Portugal y de las Dos Sicilias
exigían la desaparición de la Compañía, y justamente, en aquella oportunidad el
rey de España Carlos III le recordaría al Papa, a través de su embajador José
de Moñino, Marqués de FloridaBlanca, que tenía su palabra empeñada, pues le
había prometido al Cardenal Solís, que él, ya electo Papa, habría de acabar con
el “jesuitismo”.
El
21 de julio de 1773, Clemente finalmente se decidiría, (al parecer no tenía
alternativas), y redactaría un texto breve “Dominus
ac Redemption” por el cual, disolvía a la Compañía de Jesús. Unos años más
tarde, otro Papa (Gregorio XVI) relataría como Vicenzo Gangarelli se desmayó el
27 de julio de 1773 al firmar aquel decreto y en su lecho se quejaría diciendo
“¡Oh Dios estoy condenado, el infierno es
mi hogar!” Su decreto era breve; no era como el “Apostolicum” una bula que su predecesor el Papa Clemente XIII
había redactado nueve años antes para defender a los jesuitas quienes ya eran
perseguidos. Lo sucedido, como parte de toda esta conspiración, fue: el padre
Lorenzo Ricci de 70 años siendo General de los jesuitas, con 5 padres de su
entorno todos cayeron presos y fueron torturados durante varios años en el
Castillo de San Ángelo.
Clemente
XIV (ver),
sería víctima de crisis maníaco-depresivas que le impulsaron al suicidio en
1774, según la versión extraoficial, aunque llegó a sospecharse que fallecería
como consecuencia del empleo de beleño negro, una planta venenosa conocida
también como “hierba loca” por ser capaz de provocar en la víctima
alucinaciones y pérdida de la cordura. También se trató de inculpar a los
jesuitas y se dijo que utilizaron la cristalina “agua de Tofana”, un veneno popularizado
por una envenenadora profesional italiana, Giulia Toffana (muerta en julio de 1659) famosa por vender veneno a mujeres que deseaban asesinar a sus esposos, aunque se demostraría
que en lo del Papa, esta era otra calumnia de los enemigos de los jesuitas.
El
nuevo Papa, PioVI quiso ayudar a los sacerdotes prisioneros. El padre Ricci
había fallecido preso en un siniestro calabozo en 1775, y cinco días antes de
morir reafirmó su inocencia junto con la de su Orden, pero la Corte de Madrid
impidió la liberación de los padres obligándoles a permanecer presos hasta
lograr un juicio condenatorio. Federico II de Prusia y la zarina Catalina II de
Rusia no acataron la orden de disolución de la Compañía. PioVI no logró
restablecer la Compañía, pero apoyó la liberación de los curas presos en San Ángelo
y respaldó las ideas de Federico II en Prusia y de Catalina la Grande, quien esperaba continuar así,
con el apoyo intelectual de la Compañía, la modernización iniciada por Pedro el Grande, en el sentido de permitirles mantener abiertas las
casas de los jesuitas. Pio VI falleció en agosto de 1799.
El
primer país en expulsar a la Compañía de Jesús fue Portugal. El ministro Sebastião José de Carvalho e Melo,
marqués de Pombal (ver), encerró en el calabozo a 180 jesuitas en Lisboa y expulsó al resto en
1759. Más de mil jesuitas de Portugal y sus colonias fueron deportados con
destino a los Estados Pontificios. Clemente XIII protestó por la
medida. El ensañamiento de Pombal contra los jesuitas lo descargó en la
marquesa de Tavora y su familia, e hizo condenar a la hoguera “por herejía” al
sacerdote confesor del rey, el padre italiano Malagrida de 88 años, antes
misionero en Brasil, y así, los misioneros portugueses de Brasil al regresar a
Portugal expatriados fueron encarcelados sin juicio.
En
1763, Luis XV de Francia acusó a los jesuitas de malversación de fondos y el
rey decretó la disolución de la orden en sus dominios, y el embargo de sus
bienes. Había decidido acabar con la Compañía de Jesús por su defensa
incondicional del papado, por su
actividad intelectual, su poder financiero y su influjo político. Ciertamente,
los jesuitas se habían ganado poderosos enemigos: los partidarios del absolutismo, los jansenistas y los filósofos
franceses Voltaire, Montesquieu y Diderot fueron vivo ejemplo de
este rechazo. No faltaron tampoco las intrigas de ciertos grupos en la misma
Roma, pues nunca han sido extrañas las conspiraciones silentes nacidas dentro
del mismo Vaticano… ¿Cierto?
Más
tarde en aquel siglo, los jesuitas fueron expulsados de los territorios de la
corona española a través de la Pragmática Sanción de 1767 dictada por Carlos III el 2 de abril de 1767. Al mismo tiempo, se decretaba
la incautación del patrimonio de la Compañía, haciendas, edificios, y
bibliotecas, aunque no se encontró el supuesto “tesoro en efectivo” que se
esperaba. Los jesuitas tuvieron que dejar el trabajo que realizaban en sus
obras educativas y en sus misiones entre indígenas, como las famosas reducciones guaraníes y las menos célebres, misiones en el noroeste de
México y a lo largo del Amazonas.
Quizás
este paseo por una historia religiosa del pasado, sirva para estimular el
interés en otra historia real y muy actual. Es un hecho conocido como el
islamismo ha venido infiltrándose en las comunidades cristianas de Europa y
América, aspirando llegar a extremos incontrolables como sucede en la actualidad
en Suecia, y nadie duda que se intentarán más acciones, quizás a través de las
llamadas izquierdas tergiversadoras
de la verdad, aplicando recetas populistas, acentuado diferencias raciales y
exacerbando odios ancestrales para alterar la vida de los ciudadanos de a pie.
En un mundo MacLuhiano el “hermano grande” –de cualquier signo-tiende a tomar
las riendas y utilizará en lo posible la religión para lograr sus propósitos.
Que oiga quien tenga oídos.
Maracaibo, lunes 22 de junio, 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario