Liendo
entrevistado en enero 2018 ( I )
Después de hablar
hace unos días sobre el escritor venezolano Eduardo Liendo Zurita, (https://bit.ly/2MSkmgm) y sobre su visión de escribir
como oficio (https://bit.ly/31ygB2W)
he conseguido en internet la última entrevista que se le hiciera, hace
ya un año y medio. Cuando Issaac González Mendoza lo entrevistó, él estaba
viviendo en Caracas, y “estaba
el país sumido en una escasez de medicinas que superaba el 80%”.Liendo quien le
dijo “saber que ya no era él mismo”, padecía de enfermedad de
Parkinson, y lucía una barba blanca, porque “las afeitadoras estaban escasas”.
Desde entonces y con angustia, quisiera creer que mi amigo y maestro, está
estable, o que, aun viviendo en Caracas, ha mejorado su salud, mientras
prosigue el cataclismo del país. Se me hace difícil conocer cuál puede ser su
situación y me imagino que estará padeciendo, como tantos otros conciudadanos
para sobrevivir en Venezuela. He dividido la entrevista en dos partes (I y II).
¿Por qué la narración y no la dramaturgia o la
poesía? : Caramba, tú me
haces preguntas que son como para varios tomos. Soy narrador, digamos, un poco
nato, en el sentido de que siempre lo que yo he contado lo hago con ese
recurso. Ocasionalmente he escrito algo ensayístico y he pecado también de
poeta. Pero mi vocación y mi trabajo fundamental ha sido el de narrador,
novelista y cuentista.
¿Qué le ha dejado la literatura? : Un registro de vida.
Una de las razones por la cual un escritor escribe, sobre todo un novelista, es
para dejar un testimonio de la existencia: de lo que ha visto, lo que ha
padecido, lo que ha experimentado y lo que ha disfrutado. Bueno la vida pues,
de lo que ha amado.
En El round del olvido están reflejadas algunas de sus vivencias: la
época de la guerrilla y el interés por la literatura: Sí pero no como autoficción, sino que
hay elementos, vivencias del individuo, de las cuales se nutre el novelista. Es
una cosa como parasitaria. Uno vive y también experimenta a través de terceros,
y aunque no sea en un sentido autobiográfico, siempre están allí esas
vivencias. El tiempo del escritor y las circunstancias del escritor siempre
están ahí reflejados de alguna manera, aunque sea indirecta. En el teatro del
absurdo, por ejemplo, digamos en Esperando a Godot, por citar un caso,
hay elementos que son muy reales, muy evidentes de la vida, aunque sea teatro
del absurdo.
Mario Vargas Llosa dice que el escritor, cuando
está trabajando, hay un momento en el que se separa de la obra y se convierte
en lector. ¿Cómo asume esto dentro de su oficio? : Existe un
distanciamiento entre el escritor y la obra. Hay una distancia, evidentemente,
entre la realidad y la ficción. Entre la ensoñación y lo que se logra. Lo que
uno logra generalmente está por debajo de lo imaginado. Al escritor más audaz y
mejor dotado siempre su imaginación lo va a desbordar.
¿En qué punto la ficción se acerca a la realidad?: De pronto a través de
la ficción se logran elementos esenciales de la realidad, incluso
premonitorios. Algunas personas ven en mi novela Diario del enano un
texto premonitorio de muchas cosas que ocurren en la Venezuela contemporánea.
Es un texto del 95 y aparece ya la figura de un personaje totalitario. Recuerdo
que cuando escribí esa novela me entrevistó un periodista de El Nacional
que me dijo: “Eduardo pero esto parece que lo estuvieras escribiendo desde la
clandestinidad”.
¿Cuándo la estaba escribiendo llegó a imaginar esta
situación política en Venezuela?: No quiero poner mi caso como alguien que tiene un privilegio
especialísimo con relación a otros seres humanos. Pero sí una capacidad de
observación. Por ejemplo, el año 95 es posterior a los dos golpes de Estado del
92. Ya había ocurrido el Caracazo y yo tenía la experiencia carcelaria y todo
lo que había ocurrido en los años 60. Todo eso, de alguna manera, capta
elementos de la realidad que pueden ser más permanentes. Es más, los grandes registros de la ficción
quedan como elementos históricos. Para uno aproximarse a la realidad del
zarismo no hay como leer a Tolstoi, como leer La guerra y la paz. Un
personaje como Dostoyevski nos refleja también ese mundo. Para uno conocer la
realidad del siglo XVI no hay como leer a Cervantes. El reflejo de esa época te
lo da el Quijote más que cualquier crónica.
¿Dentro de la novela el escritor sistematiza y
organiza la realidad? :Hay anécdotas allí en Diario del enano reales o
que pertenecen a la realidad. Lo que pasa es que las utilizo exagerándolas. Hay
un elemento en José Niebla, el tirano: llega un momento en que él dice que los
habitantes de Tacalma deben, en época de invierno, andar casi desnudos, y
cuando es verano deben ponerse un abrigo. Ahora esa exageración, que obvio es
una desmesura, tiene un punto real para mí, una anécdota de Juan Vicente Gómez.
Cuando la gente iba a Maracay no le podían decir que hacía calor porque se
arrechaba. Estaba prohibido decir que hacía calor en Maracay.
¿Y qué papel juega la literatura en este caos? :La literatura es un
registro del tiempo, de las circunstancias, etc. Pero no es solución, nunca ha
sido solución. Es un testimonio, aunque no sea testimonial. Ahora, si la
literatura modificara radicalmente a la sociedad, ya tendríamos sociedades
perfectas. Porque el arte, no solo literario sino en otros aspectos, ha
denunciado, por ejemplo, las guerras.
Pero la literatura despierta a la gente :Yo no digo que sea inútil, sería
absurdo pensar eso. Es más creo que la literatura es un recurso de crecimiento
personal para los lectores. Es importante y por eso la persiguen todos los
gobiernos autoritarios del mundo, o por lo menos, si no la persiguen, la
bloquean. Por algo debe ser. Pero lo que no desearía yo es hacer un juicio
mecánico. Las limitaciones que sufre uno, en lo personal, son dramáticas. Por
ejemplo, yo ahorita me noto escasamente elocuente con relación a lo que fui. Yo
tenía un verbo muy veloz, muy rápido. Incluso tenía fama de eso. Ahora no,
ahora me aproximo a las cosas indirectamente. Ahí la literatura es un factor de
enriquecimiento muy grande. La poesía para mí es fundamental. Hoy leo más
poesía que en otra época, sobre todo la de un gran amigo, Eugenio Montejo, uno
de los grandes poetas venezolanos. Yo caminaba con él por acá en el barrio, nos
tomábamos un café. Él también vivía en Los Palos Grandes, por eso la Biblioteca
tiene una sala allí que se llama Eugenio Montejo. Pero lo que te quiero decir
es que su poesía ahora me sirve, además de como instrumento de bienestar, para
la memorización. Hay poemas de Eugenio que me he aprendido, como “La poesía”.(Eduardo Liendo se detiene unos segundos y
recita). La poesía cruza la tierra sola,/apoya su
voz en el dolor del mundo//y nada pide/—ni siquiera palabras./ Llega de lejos y
sin hora, nunca avisa;/tiene la llave de la puerta./Al entrar siempre se
detiene a mirarnos./ Después abre su mano y nos entrega/una flor o un
guijarro, algo secreto,/ pero tan intenso que el corazón palpita/ demasiado
veloz. Y despertamos…Ves cómo el poeta
logró la síntesis. Ahí está la poesía, mejor explicada que en volúmenes. Es el
poema. Así también es la narrativa, cuando es válida y poderosa.
Continuará mañana con la parte II de la entrevista.
Mississauga, Ontario, miércoles 19 de junio, 2019
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