¿A encamburarse?
“La noche
del 22 de marzo de 1931, desde un puesto de frutas al lado de la Plaza de San
Nicolás en Barranquilla, dos futuros presidentes de Venezuela planearon el
final del régimen dictatorial que controlaba el país y soñaron con una nueva
nación, construida con el apoyo de la riqueza petrolera”. Así lo relataría Salomón Asmar el 10 de
Febrero de este año, 2019, y yo he querido aprovechar, además de la manoseada
foto de “la generación del 28”, algunos retazos de su artículo para regresar a la
tragedia que se está viviendo hoy día en Venezuela.
El otrora país de riqueza y pujanza, de hombres y
mujeres honestas y trabajadoras, ahora es una nación empobrecida y envilecida
por militares traidores a su patria que han depuesto sus armas para apoyar a la
feroz narcotiranía que desde hace 20 años controla el país. Con el falaz
discurso populista planificado por “el engendro de Sabaneta” que destruyó las
fuentes de trabajo, extirpó la meritocracia y envileció al pueblo incauto, al
trastocar el amor al trabajo por engañosas dádivas mientras paulatinamente
apresaban, torturaban y asesinaban a centenares de jóvenes estudiantes y
militares que se no se arrodillaron ante los invasores. Así todo el mundo ha
podido ver como cubanos, colombianos del ELN y de las FARC, terroristas
importados de hezbolá, asesores iraníes, chinos o rusos, han contribuido a
consolidar el poderío de la narcotiranía. Entretanto, ante la insólita
pasividad de los politiqueros de oficio, cientos de compatriotas siguen siendo
torturados en las ergástulas del régimen por militares traidores, y esbirros
vendidos a las órdenes del castrocomunismo cubano, y dice la gente… ¡No pasa
nada!
Raúl Leoni, era estudiante de derecho y había
escapado de su país como polizón a bordo de un buque holandés. En la República
Dominicana, acordaría con Rómulo Betancourt y otros jóvenes exiliados, viajar
hacia Barranquilla, en la costa colombiana. Raúl Leoni, con su padre y Rómulo
Betancourt llegaron a Barranquilla, donde montarían una frutería. Vendían manzanas y peras chilenas,
uvas de California y naranjas y bananos de Colombia, y no me extrañaría que
igualmente vendieran los codiciados cambures o guineos venezolanos y así, todo
aquello se daba mientras hacían planes y se reunían con los exiliados venezolanos, todos jóvenes
estudiantes que soñaban con un mejor país.
Raúl Leoni y Rómulo Betancourt quienes no tenían
más de 25 años con los demás jóvenes que habían sido expulsados por Juan
Vicente Gómez, el dictador enquistado en el poder. Se reunirían reiteradamente
hasta el 22 de marzo de 1931 cuando esos venezolanos decidirían concretar un
proyecto que denominarían “Plan de
Barranquilla” el cual habría de transformarse en la guía principal para
luchar contra el régimen dictatorial imperante en Venezuela. Raúl Leoni, Rómulo
Betancourt, Pedro Juliac, Simón Betancourt, Ricardo Montilla, Carlos Peña
Úslar, César Camejo, Mario Plaza Ponte, Rafael Castillo, Valmore Rodríguez y
Juan Palacios firmarían en aquella ciudad el Plan de Barranquilla, documento
que guiaría la actividad política de la Venezuela del siglo XX.
Luego del fallecimiento del dictador Juan Vicente
Gómez, Betancourt se posesionó como presidente en 1945, pero el “Plan de
Barranquilla” “no fue ejecutado de manera
estricta”, según explicaría Rafael Arráiz. “Más que una estrategia para derrocar a Gómez fue un proyecto político
que muestra a la Venezuela que ellos querían vivir”…“Al momento de llegar al
poder, Betancourt y Leoni eran hombres diferentes. Se mantuvieron por la línea
del Plan de Barranquilla, pero también aplicaron políticas que incorporaron con
el paso de los años”. Después, la historia demostró que, tras otra
dictadura militar, los proyectos terminarían por germinar y dar frutos y el
país creyó vivir en un sistema democrático, que (equivocadamente) parecía ser
perdurable…
Es sabido que las comparaciones, en general no son
bien vistas, son odiosas dice la gente, pero en el caso actual, las similitudes
entre lo comentado y la prolongada e irresuelta debacle nacional, es muy
preocupante. Mientras miles de venezolanos están viviendo un exilio forzado y
uno puede referirse, específicamente a quienes subsisten en Colombia, existe un
dictador con un aparato represivo que sin piedad tortura y asesina a los
opositores. Esto sin referirme a los cientos de muertos por desnutrición y
falta de medicamentos… Aquí, seguramente, el lector avispado me interrumpirá…
¡Pero en el caso actual, hay una variante! Tenemos un presidente electo en
estricto apego a las normas señaladas en la Constitución vigente (curiosamente la
misma, muy promocionada -más no acatada y usualmente violada- por el mismo
dictador), y contamos con el apoyo de más de 50 países del mundo...
Sin embargo, y lo digo tras el “punto y aparte”; al
parecer, hasta ahora todo esto no ha valido de mucho, y cada vez es mayor la
impresión de quienes aseveran que “no ha valido de nada”, mientras ven como los
politiqueros de oficio, ante la presión de la historia, o quizás por el temor
de caer prisioneros, parecieran estar buscando los mecanismos más inverosímiles
que les habrá de permitir encamburarse como otrora… Vuelvo a decir la frase usada por mi difunto
primo hermano: “Quien tenga ojos, que vea”. Ernesto GM dixit.
Mississauga, Ontario, vecindario de Toronto, el día miércoles 5 de junio
de 2019
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