Las heces
y el cáncer colorrectal
La geografía, la dieta, las
exposiciones ambientales y las opciones de estilo de vida influyen en la
composición de la microbiota de un individuo. Los registros amplios de
detección de cáncer colorrectal (CCR), como el Programa de detección de cáncer
de intestino del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, en el que se han
recopilado millones de kits de análisis de sangre fecal oculta de individuos de
60 a 74 años de edad, también brindan ricas oportunidades para estudiar el
microbioma de heces y su correlación con el CRC a lo largo del tiempo. El tracto gastrointestinal (GI) está
densamente poblado con microorganismos y sabemos que el CCR, que es el tercer
cáncer más prevalente en todo el mundo, y que está aumentando en individuos
menores de 50 años. El CCR está asociado con factores dietéticos específicos y
a patrones de alimentación que afectan la microbiota
intestinal. En los últimos 10 años, varias especies de bacterias han
recibido atención por sus asociaciones y posibles roles en la carcinogénesis
colorrectal. Aquí señalaré detalles sobre lo investigado en este tipo de
estudios.
Fusobacterium
nucleatum
es una bacteria que vive en la cavidad oral de los humanos,
con un papel importante en la enfermedad periodontal ya que es un
componente clave de la placa dental. Por otra parte
se sabe que Fusobacterium nucleatum es parte del microbioma placentario normal y saludable. Resulta que
F. nucleatum tiene una asociación demostrada con el CRC, y se han descrito
los mecanismos del F. nucleatum para inducir el crecimiento de
los tumores sin que
intervenga necesariamente el mecanismo común de la inflamación, o de otras
maneras ya conocidas de irritar el tejido del colon. Esto sugiere un mecanismo
de carcinogénesis directa y específica. En conocimiento de que la bacteria Fusobacterium
nucleatum, promueve la proliferación de células en el CRC, se
han implantado muestras de CCR de pacientes, en ratones y la presencia de F.
nucleatum en estos xenoinjertos de CRC han demostrado aumentar las tasas de
crecimiento del tumor.
Los mecanismos para este fenómeno
ya se conocen bien: 1- se sabe que se deben a la adhesina de F. nucleatum (FadA), que se une a Ecadherina en la superficie de
la célula del CRC y activa la señalización oncogénica de Wnt / β-catenina. 2-
F. nucleatum también puede alterar la función de los linfocitos
infiltrantes de tumores y las células asesinas naturales (NK) al unirse al receptor inmunitario inhibidor TIGIT (inmunoreceptor de células
T con dominios Ig e ITIM) a través de otra adhesina
Fap2. 3- Fap2 también se une
a un azúcar disacárido [galactosa N -acetil- d- galactosamina (Gal-GalNAc), que se expresa en
altos niveles en la superficie de muchos tipos de células tumorales, y facilita
la unión de F. nucleatum a
células de CRC. 4- Esta información
puede completarse con lo que nos informan los modelos preclínicos de CCR con
altas cargas tumorales de F. nucleatum: esos tumores son más resistentes
al agente quimioterapéutico comúnmente utilizado en el CCR: el oxaliplatino.
Las
bacterias Bacteroides fragilis enterotoxigénica (ETBF, por sus siglas en inglés), también son patógenos en el tracto
gastrointestinal humano (GI) y han sido estudiados durante largo tiempo como
causantes de diarrea e inflamación. Sabemos que ETBF también potencia la carcinogénesis colorrectal en
ratones. De forma similar, Escherichia
coli que expresa
la isla genómica policétido sintasa (pks
+) potencia la tumorigénesis en modelos de CRC preclínicos y se
enriquece en tejidos de CRC humanos.
Los organoides, es el nombre que se les ha
otorgado a cultivos de tejidos que forman estructuras tridimensionales
semejantes a los órganos. Los organoides, ahora pueden generarse a partir de
tejido tumoral del paciente, y pueden transplantarse de nuevo a modelos
animales para estudiar el crecimiento de esos tumores y su propagación in vivo. Por otra parte, es interesante conocer que
existen modelos gnotobióticos
los cuales carecen por completo de microbios endógenos, o albergan comunidades
microbianas pequeñas y bien definidas. Se han utilizado estos modelos
animales gnotobióticos con genética manejable, como son las moscas de la
fruta, el pez cebra y algunos ratones para estudiar la génesis del cáncer.
Recientemente, las pruebas de heces humanas sanas y los cócteles de aislados
microbianos derivados de humanos en modelos CRC de ratones gnotobióticos
llevaron a la observación de que existen grupos de bacterias que pueden dar
forma a las poblaciones de células T CD8 + que
expresan interferón-γ (IFNγ + ) para promover la inmunidad
antitumoral.
Existen igualmente los
trasplantes de microbiota fecal (FMT). La transferencia de material fecal de
individuos sanos a pacientes, se utiliza cada vez más para combatir la colitis
causada por la infección por Clostridium
difficile resistente a los antibióticos. Más recientemente,
se ha considerado la FMT para
el tratamiento de una serie de enfermedades, como la obesidad y la enfermedad
inflamatoria intestinal, con varios ensayos clínicos en curso. Más allá del
FMT, se están probando cócteles de microbios cuidadosamente curados para
detectar la colitis por C.
difficile y el CCR. El objetivo es utilizar consorcios microbianos
para "expulsar" o excluir un microorganismo asociado con una
enfermedad del intestino o tumor de un paciente. Las vacunas también tienen un enorme potencial para la prevención
del cáncer, y los microbios asociados con el cáncer y los neoantígenos
tumorales se utilizan para provocar la inmunidad antitumoral.
Esta información ha sido extraída
para este blog, entre otras fuentes, de la Revista Science del 21 de junio de 2019: Vol. 364, Número 6446, pp. 1133-1135.
En Mississauga, Ontario, el viernes 28 de junio, 2019
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