lunes, 17 de abril de 2023

HIDROFOBIA (3)


ESCENA III

Antes de subir el telón, el bufón se acerca y se sienta en el borde del escenario. Súbitamente chifla con los dedos en la boca llamando al público.

BUFON: Aprovechen este instante, el juglar mi compañebrio, está en el baño, vamos a sonreírnos en este previo, o a carcajearnos, solo un momento, antes de que el cantante, con cara de jumento, se limpie su cargada, mente, de tunante. ¿Os reís? Oigo unas risitas vacilantes, diviértanse señoras y señores, antes de que regrese mi estimado juglar, su cante es deprimente, es¡puachff!, si acaso no se ha ido por el caño. !Para allá me voy yo! Se pone de pie y prosigue. ...Antes de que suban el telón, voy a hacer mutis por el forro! ¡Oh! ¡Horror! ¡Ya asciende el cortinaje, telón develador!

Escapa, corre, y renqueando, sale por un lado del escenario.

Al subir el telón aparece un área del laboratorio del doctor Rodrigo Gartán. Las paredes están pintadas de verde y muestran estantes con muchos libros y papeles, en el medio de la sala, hay una gran mesa llena de papeles y en el centro, un microscopio de luz. Rodrigo y su asistente técnico Chuchú Terán, están sentados ante el microscopio y examinan varias láminas de vidrio con preparaciones histológicas. A medida que transcurre la escena, el juglar y el bufón entrarán juntos y acompañando tristes notas que nacen del laúd, ambos caminarán de un lado a otro murmurando una tonada melancólica que suena a cante jondo. Sonará como aquella de “Aaaay barrio de Santa Cruz con su lunita plateada”...

RODRIGO: Bueno Chuchú. ¿Vos te acordáis de los cortes que dimos para microscopía electrónica del cerebro de la niñita? ¿Te acordáis que los dividimos en cinco números, porque teníamos cinco fragmentos de cerebro distintos? Bueno, caete de a patrás. ¿A que no sabéis que es lo que estoy viendo ahorita mismo? ¡Qué bolas! Vení, asomate por el microscopio que yo te voy a ir diciendo lo que vais a ver en la purita histología...

CHUCHU: No sé, pero, para mañana ya salen todos los bloques y los podrá ver en el electrónico.

RODRIGO: No te preocupéis, vos sentate y mirá por los oculares que yo te digo lo que vais a ver. Mirá bien, porque lo que te voy a mostrar son los cinco trozos del cerebro que me dio el doctor Aranda, y ¿sabéis que?, son de tres casos diferentes, casos que no tienen nada que ver con el cerebro de la niñita con rabia. ¿¡Cómo te quedó el ojo!?

CHUCHU: Mirando por el microscopio. ¿Pero usted está seguro? ¿Cómo pudo ocurrir eso?

RODRIGO: Ya te voy a ir diciendo. Poneme atención. ¿Veis ese corte? Es de una corteza cerebral de un recién nacido, al lado hay un cachito de cerebelo, buscalo, se reconoce por una capita de células que muestra en la periferia, ¿la veis?, se llama la granular externa. Bueno, recordá que la niñita del caso tenía más de dos años, esa lámina que estáis viendo es de un recién nacido. ¿Me entendéis? Bueno sacá la lámina y poné ahora esta otra, sí. Le entrega una lámina de vidrio con un corte histológico y toma la que Chuchú le alcanza. ¿Veis unas masitas doradas alrededor de los vasos? Dejame que te las busque. Mira un instante y se retira luego del microscopio. Chuchú vuelve a mirar por los oculares. ¿Las podéis ver? Bueno, eso es lipofuscina, pigmento de las neuronas que se han muerto, porque ese cerebro es de una persona mayor de edad, se nota también algo de arterioesclerosis en los vasos cerebrales. Estas cosas dicen que este corte viene de un cerebro de una persona vieja y arterioesclerótica. Le entrega una nueva lámina a Chuchú quien la coloca en la platina del microscopio y mira de nuevo. ¿Veis una cosa azul, con nidos y cordones de células, casi en la mitad de la preparación? Eso es un adenocarcinoma metastásico, puede que sea del colon, o del pulmón, pero se ve que el cerebro es de un hombre o de una mujer de más de treinta años, tal vez de cincuenta. Ahora decime vos Chuchú... ¿Cómo coños vamos nosotros a hacer en estas muestras el diagnóstico de rabia? Decímelo.

CHUCHU: Solamente como dice José Luis, con las de Billy Queen. Lo que no comprendo es como pudo ocurrir esto.

Es ese instante, súbitamente, el juglar y el bufón sueltan una estruendosa carcajada y comienzan a cantar a duo una ranchera que dice: “Ando volando bajo”. Rodrigo y Chuchú, parecieran oírlos, miran hacia un lado y al otro, y parecieran no comprender que es lo que sucede, hasta que la ranchera entra en la frase de:” tú y las nubes me traen muy loco, tú y las nubes me van a matar”... Ambos entonces miran hacia el techo, hacia el cielo?

RODRIGO: Son cosas locas. ¿Verdad? Esto no es ni tan siquiera una broma de mal gusto, no es un disparate, es una mala jugada que refleja el grado de locura y de estupidez de Cesar Aranda. El pensará que nos engañó y estará muerto de risa imaginándonos en la búsqueda de un virus inexistente. ¡Está locoebola mi hermano!

CHUCHU: ¿Será que él no sabe lo de la niñita y las vacunas y los familiares? ¿No habrá pensado que le pueden clavar una porción de ampolletas en la barriga a un puño de muchachitos en el pueblo? ¿Eso jué lo que usted me dijo, verdad?

RODRIGO: ¡De bola que es verdad Chuchú! Por eso es que la Sanidad está tan urgida de que lleguemos a un diagnóstico rápido. Yo no sé qué hacer, pero esto no es un error, es un horror y no debo, creo, que no puedo silenciarlo! Tendré que avisarle de inmediato al doctor Wagner...

En este momento ya ha cesado la ranchera y el juglar abandona la escena por una lado, mientras el bufón se adelanta al borde del escenario y chifla gesticulando para que bajen el telón.

CHUCHU: Ahora sí que estoy convencido de que Cesar se volvió loco.
Mira a Rodrigo con cara de resignación.

RODRIGO: Locoebola, de huevito tiene que estar, si Chuchú, de huevito, está...

Cae el telón.

Haciendo gestos para que cesen los aplausos, el juglar camina hacia el centro de escenario de espaldas al telón. Por detrás de él, silencioso y sonriente también llega el bufón.

JUGLAR: En documento manuscrito, quedará para la historia, la verdad, expuesta por Rodrigo, verbalmente y por escrito ante la Sanidad. A la postre, como siempre, el dignóstico final lo ofrecería, la electronmicroscopía. Caso cerrado. No obstante, queridos amigos y amigas buenas, habéis podido presenciar, unas absurdas escenas, donde, tendréis que aceptar que solo destacamos en la actuación, los presentas aquí prescritos, yo juglar y él, bufón proscrito. Es posible que el mentir sea una cosa natural, para algunos lo es, pero en el caso aquí representado, parecióle a Rodrigo que el engaño era un hecho sin conciencia, y por ello, por inducir al error sin medir sus consecuencias, lo escribió, escribiólo con meridiana claridad, y así lo expuso ante las autoridades de la Sanidad. Fue estudiado, y se dictaminó que el engaño era una grave falta y que era necesario evitar futuros males. No sé si como un colofón o cual amargo colagogogo, puedo deciros que Cesar Aranda perdió su cargo asistencial como patólogo, perdiólo si, el cambur, pelolo.

El bufón parece ponerse serio y se adelanta para tomar la palabra:

BUFON: Absurda esta aventura, ¿Verdad amigos? Yo intenté de hacerla más jocosa pero ¡qué difícil pueden así ser a veces estas cosas! Provoca honda desventura el saber el colorario, las consecuencias guarras derivadas de las tres escenitas de marras, las que les presentamos en este escenario. Sí, esas, las pasadas, esas que con paciencia estoica vosotros habéis logrado soportar. ¿Os lo digo? El patólogo despedido de su cargo se declaró culpable, por ello, lo acordado como castigo por Sanidad, fue lo más justo. Fue saludable. Pero yo quiero hablaros de lo que aconteciera tan solo dos añitos después.¡Es que da susto! El bromista, ya con un toque demencial un tanto más florido, consignó acusador una denuncia ante los médicos, sus colegas-queridos-colegiados, solicitando una investigación por ejercicio ilegal de la especialidad. Es más, pidiendo una incapacitación… ¿Y para quién? Pues nada más ni menos que para Gartán. ¡No deberá ejercer como neuropatólogo! ¡No está capacitado! Esto Aranda por escrito pedía. Una Comisión, antiestética pero de ética, consideró que era importante la denuncia y ameritaba, que Rodrigo Gartan se defendiese, así pues le solicitó mostrase los comprobantes de su trabajo. Siete años de ver casos y publicar escritos, fácilmente se podrán demostrar, ¡Bendito cielo! Esto quizás pensó la gente, más esos años no pudieron, perdón no quisieron, ser avalados por su jefe, un diablillo malvado. Era Solano. ¡No faltaba más! Así él lo dijo y que se vaya bien lejos. ¡Que se vaya al carajo! Ese fue un comentario entre conmilitones. Tampoco actuaron los amigos del acusado, ni por la Dirección o por las Subdirecciones se produjo su aval… ¿Tampoco sus hermanos? Anonadados, estaban los patólogos… ¡Que se vaya al cipote! Pero acaso, ¿de veras los patólogos? Miedo cerval, ese que casi siempre, ha caracterizado las más caras acciones, de ¿a quién le importa?... Una ridiculez, escurramos el bulto… ¿Más todos? ¿En cambote? Es que ¡A nadie le viene ni le va la cosa! ¡Pues pongamos la torta! Como Herodes el rey, lavóselas, las de él, como el piloto Poncio, así mismito hermano, así fue cómo se las lavaron, las manos, digo... Digo yo aquí, que es por eso, que a mí esta vaina me estremece, peo me encanta, regocíjame, un dicho hay que es expreso, preciso es, casi matemático, el cual se expone así: ¿Amigo? ¡Bicho! ¡Solo el ratón del queso!

Haciendo sonar su laúd canta el juglar sereno con su voz de tenor:

JUGLAR: Eglogas entonemos, canciones, sones, cantemos, ¿estamos?, finitos, ha concluido, ha terminado, finalizado, finiquitado está, este desaguisado. Ite missa est… Podéis iros en paz. ¿A casa?

Aquí marca punto final la obra en tres escenas titulada Hidrofobia. Generalmente a estas alturas, cuando se ha presentado en alguna sala, ya se han largado, ha salido casi toda la gente, el sitio lo han abandonado. Si acaso existe algún espectador, pueden jurarlo, se ha quedado dormido, o es familiar directo del autor.
           De todas maneras
Cae el telón.




Nota final: Esta es la tercera y última parte de una tragicomedia que ya está publicada, aquí y en mi novela “La Entropia Tropical”(Ediluz, Maracaibo, 2003).

Maracaibo, lunes 17 de abril del año 2023

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