viernes, 14 de abril de 2023

VENUS: mitología y literatura


En este blog (lapesteloca) hemos hablado en otras ocasiones de estrellas y planetas como Urano sus asteroides (https://bit.ly/426NJhl), conocido como “el gigante helado”(https://bit.ly/3YWUYWu) y en el año 2016 (https://bit.ly/3mbNiCj) ya mencionábamos a los astrónomos que indagaban en el firmamento con sus telescopios, y en 2017 sobre Saturno (https://bit.ly/3ZI9GAW) y sus satélites, pero nunca habíamos caído en la tentación de mencionar a la estrella matutina, el planeta de mayor brillo si lo observamos desde la tierra: Venus…

Venus es el segundo planeta del sistema solar más próximo al Sol y el tercero más pequeño después de Mercurio y Marte. Como Mercurio, Venus no tiene satélites naturales, pero el planeta Venus ha inspirado a escritores y poetas y si quieren podemos comenzar por las primeras estrofas de “Venus” el poema de Rubén Darío:
En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría
En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín
En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía
como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

La mayoría de las antiguas civilizaciones conocían los movimientos de Venus en el cielo, por lo que adquirió importancia en casi todas las interpretaciones astrológicas del movimiento planetario. En particular, la civilización maya elaboró un calendario religioso basado en los ciclos astronómicos, incluidos los ciclos de Venus. El símbolo del planeta Venus es una representación estilizada del espejo de la diosa Venus: un círculo con una pequeña cruz debajo, utilizado también hoy para denotar el sexo femenino.

Son numerosas las referencias religiosas y astrológicas ya desde remotas civilizaciones antiguas Venus era representada por el pueblo mapuche como una estrella octogonal, la que usó en su bandera durante la Guerra de Arauco para luchar contra la Conquista española. Para los mapuches Venus era y es Guñelve, la blanca estrella solitaria de ocho puntas, -en el kultrún aparece dibujada en lados opuestos- para explicar su presencia tanto como "estrella de la mañana" y como "estrella de la tarde".

Al igual que los mayas, los mapuches conocían tan bien el desplazamiento de Venus en el firmamento, hasta el punto de calcular con bastante exactitud su "período sinódico" el cual se completa en cerca de 583 días. Solían dibujarlo como una estrella de ocho puntas y su símil terrestre era y es la blanca flor del foye (el canelo) un árbol siempre verde que habita en gran parte de Argentina occidental y Chile. La estrella octogonal agregada después con el diseño masónico pentagonal luce en el cantón del actual pabellón chileno, adoptado en 1817.

La inspiración mitológica de Venus se extiende también a obras de ficción como: En El Silmarillion, de J.R.R. Tolkien, base mitológica de El Señor de los Anillos, Eärendil porta en su frente uno de los tres Silmarils, y viaja con su barca por el cielo por mandato de Manwë para ser la luz de la esperanza para los hombres, dando de este modo una explicación mitológica a Venus.

En tiempos más modernos, la ausencia de detalles observables en su superficie era interpretadas desde finales del siglo XIX como evidencia de grandes nubes que ocultaban un mundo rico en agua en el que se especulaba la presencia de vida extraterrestre siendo un mundo utilizado frecuentemente en las historias de ciencia ficción de los años 1920 a 1950.

Si nos atenemos a la realidad desde el punto de vista de las posibilidades de la aeronáutica y de la astronomía, sabemos que las condiciones de la superficie de Venus son inhóspitas, aunque la presión atmosférica y la temperatura a 50 km sobre la superficie sean similares a las de la superficie de la Tierra. Apoyándose en estas realidades, el ingeniero soviético Serguéi Zhitomirskiy (1929–2004) en 1971 y el ingeniero aeroespacial de la NASA Geoffrey A. Landis en 2003 sugirieron el uso de aerostatos para la exploración tripulada y posiblemente para la exploración permanente como "ciudades flotantes" en la atmósfera de Venus, una alternativa a la idea popular de vivir en superficies planetarias como Marte. Entre los muchos desafíos de ingeniería para cualquier presencia humana en la atmósfera de Venus están las cantidades corrosivas de ácido sulfúrico en la atmósfera.

Aprovecharé para mostrar aquí una pintura al óleo, que en mi lejana juventud hice y titulé: “desembarco en Venus”. Actualmente está en la casa de mi hijo Tomás en Euskadi y los astronautas, ¡están sin un casco protector!, por lo que veo, el pintor (yo) no estaba muy enterado de la situación atmosférica del planeta Venus pero ya saben que en arte y en la literatura la imaginación debe ser primordial...




En la obra de Olaf Stapledon de 1930 titulada First and Last Men, se proporciona un ejemplo ficticio de terraformación en el cual Venus es modificado tras una larga y destructiva guerra con sus habitantes nativos. Stanisław Lem escribió en 1951 Los astronautas en la que refiere un viaje espacial a un Venus imaginario aún no conocido por las sondas enviadas unos años más tarde.

También hay varios relatos cortos de Ray Bradbury, como The Long Rain (“La larga lluvia”, 1950), relato en el que se basará parcialmente la película The Illustrated Man (El hombre ilustrado, 1969) de Jack Smight, y All Summer in a Day (1959) donde describen a Venus como un planeta húmedo y potencialmente habitable. Una de las últimas muestras de esta narrativa representando ese Venus pantanoso fue la novela de Isaac Asimov Los océanos de Venus protagonizada por Lucky Starr, de 1954. En obras más recientes tratan de manera más realista a el planeta:

El autor de ciencia-ficción Paul Preuss escribió en su serie de novelas Venus Prime sobre la hipótesis de un Venus habitable hace mil millones de años, que dejó de serlo a causa del vapor de agua inducido en su atmósfera por el bombardeo comentario, que produjo una reacción en cadena de efecto invernadero. Esta hipótesis se puede encontrar en el sexto libro de la serie, traducido en español como Los seres luminosos.  En su novela 3001: Odisea final, Arthur C. Clarke sitúa a un grupo pionero de científicos en la superficie de Venus, resguardados bajo tierra, mientras cometas procedentes del cinturón de Kuiper son arrastrados a una órbita de colisión con el planeta para aumentar su aporte de agua y reducir la temperatura.

En la película de animación japonesa The Venus Wars de 1989, dirigida por Yoshikazu Yasuhiko, la acción transcurre en un planeta Venus “terraformado” espontáneamente tras el impacto de un gigantesco cometa de hielo en el planeta. Otras películas de ciencia ficción centradas en el planeta Venus son Queen of Outer Space («La Reina del Espacio Exterior»,1958) de Edward Bernds, y Der Schweigende Stern («La Primera nave espacial a Venus», 1959) de Kurt Maetzig, basada en el relato de Stanisław Lem, Los astronautas (1951), y El planeta de las tormentas (1962) de Pavel Klushantsev.

Hasta aquí por hoy sobre “la estrella de la mañana”, y para contrastar con mi “viaje y aterrizaje forzoso en Venus”, les presente a la Venus Anadiómena que de pie sobre una concha pintara Sandro Boticelli en el siglo XV y que todos conocemos como Afrodita naciendo del mar.

Maracaibo, viernes 14 de abril del año 2023

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