Mariana y los comanches
En una entrevista, sobre su novela “Mariana y los
comanches”, Ednodio Quintero de quien algo he dicho en 2016 (https://bit.ly/2CWLSSb) hablaría hace ya un tiempo y en otra ocasión, mas en esta oportunidad,
quisiera referirme en mi blog, a ésta su curiosa novela.… -“Se me hace difícil interpretar
lo que escribo”… diría
Ednodio en su entrevista : “Mi lugar de escritura es la conciencia”...
“es decir interpretar la conciencia como oficio”… “El lector, entonces, se
convierte en un problema, toda vez que se ve sometido a un “tema personal”,
pulsado como teoría de novela: Edmundo Bracamonte crea, diseña y desdibuja a
Mariana. Creación dentro de la creación. La muñequita rusa, la matriushka, y otra vuelta de tuerca
para descubrir que en el fondo de esa conciencia se abate un sujeto
auto-cuestionado”.
En “Mariana y los comanches” existe una mujer ficcionada que se
transforma en realidad y viceversa: ella se apropia del escritor Edmundo
Bracamonte, habitante de una novela titulada “Mariana y los comanches”,
que a su vez es pensada por el escritor trujillano Ednodio Quintero. Edmundo
Bracamonte, vive una aventura con una mujer, pero no sabe si se trata de un
sueño, razón por la cual sueña como si viviera esa realidad, o tal vez como si
fuese parte de un sueño… En ese tejido de letras donde la pasión y el desenfado
recrean el relato, aparece otro sujeto: es Martín, quien forma parte de la
misma revelación. Ambos personajes, Mariana y Martín le harán la vida imposible
a Edmundo, quien a veces es narrador, y de quien se podría pensar, fuera de la
historia, que se trata del propio Ednodio Quintero dando saltos mortales entre
las líneas de la novela, pues es impresionante ver como el narrador entra y
sale de sus propios enredos y desenlaces, y es como para no olvidar que es el
escritor quien inventa, diseña y hasta es capaz de borrar lo que sus personajes
le van indicando que diga…
Ya en noviembre del 2016 cuando
citaba otra vez a Javier Cercas, a propósito de “El lector soñado” (https://bit.ly/2z82wMN), repetía que “la literatura no existe por sí
misma aislada del lector”. Señalaba que, Cercas
considera que los libros son como “letra
muerta” ya que solamente será… “cuando
el lector lo abre y empieza a leerlo, es decir, a interpretarlo, cuando empieza
a operar la magia de la literatura”… En aquella oportunidad repetía
unas historias a propósito de tener un posible lector que hubiese captado el
sentido de las novelas, y decía: “siento
que no hace falta ser escritor, ni siquiera un buen escritor para hallar un
buen lector, un lector que entienda lo que se quiere expresar con la palabra
escrita”.
El “Comanche” donde aparece la Mariana de Ednodio, es un café de los
tantos que abundan en nuestras ciudades. Sólo que éste agrupa a pintores,
escritores, consumidores de adormidera y drogas más comerciales. Un café en una
isla, quizás soleada, pero se puede tornar en un paraíso neblinoso, un lugar
para tomar café, para drogarse o para morir y deshacerse del mundo. Así parece
que Bracamonte decide hacerlo con Mariana: la lanza por un puente. Gaviotas y
albatros revoloteando allá en lo alto, flotarán chillando como comadres
asustadas, sorprendidas por la irrupción repentina de unos intrusos que
aparecerán como caídos del cielo en una hermosa mañana primaveral. Mariana y
Martín salieron en el jeep rumbo al puerto y sus cuerpos convertidos en un
amasijo de huesos y de sangre, están enredados en los hierros retorcidos del
jeep. Yacen en el fondo del abismo. Pero sucede que de regreso, estará Mariana
viva, y en un salto del tiempo, Martín se encuentra ahorcado con su propia
correa en la casa que ha sido incendiada por las manos de Edmundo… Finalmente,
desde el Puente de los Suspiros cae el cuerpo vaporoso de Mariana y Edmundo
Bracamonte decide él mismo cerrar el manuscrito, y dice: “temo al vértigo y a la memoria.
Me sacudo aquel lastre pegado a mis hombros como un piojo y lo arrojo al vacío.
Adiós, paloma. Vuela, palomita linda, aprende a volar”
Finalizo hoy repitiendo que la novela, puede transformarse en una
herramienta para socavar los cimientos de quien quiera creerse capaz de
interpretar lo que el escritor no ha podido, o quizás lo que teme detectar en
la mente de sus personajes, cada lector construye su historia aunque en el
fondo de su conciencia el escritor, -lector aparte- suponemos que siempre debe saber
lo que hace…
Maracaibo, Miércoles 20 de
noviembre 2019.
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