Carlos Ildemar Pérez
En
el mes de junio del 2014, tuve la oportunidad de hablar en público sobre la importancia de preservar nuestra identidad zuliana, pidiendo
que nos acostumbrásemos cada vez más usar nuestro lenguaje sin temores,
atreviéndonos a utilizar en el lenguaje escrito lo que escuchamos en nuestro
alrededor. Se trataba de poner en letras el hablar de la calle, el léxico de
nuestra región. Les decía que esta forma de hacer literatura eventualmente debería
dar sus frutos para conformar un verbo literario nuestro, vernáculo, y les comentaba
como había aprendido a leer a Carlos Ildemar diciendo :“a la jaiba, el pajarito en el mango”, o cuando cuenta que: “con candela y otra escupitina, los
boborotes se quedaron mirando pa San Felipe”, palabras éstas presentes en su
libro premiado, “Provinciano Cósmico”.
Años más tarde, en 2016 le pedí, a Carlos
Ildemar el favor como amigo, a sabiendas que para un poeta hablar de novelas es
un compromiso, de presentar la segunda edición de mi novela “Para subir al cielo…” y el poeta
cumplió. Además, lo hizo con creces, y le estaré eternamente agradecido pues
mantuvo durante más de media hora a una variopinta audiencia disfrutando de su
verbo, mientras desmigajaba los intríngulis de la novela, entre historia
medieval de El Bosco y un antihéroe rodeado de malandros narcotraficantes en la
morgue de Bello Monte, un domingo capitalino del año 95. Desde entonces no he
tenido oportunidad de volver a conversar con Carlos Ildemar, pero hoy quiero
hablar de su particular modo de hacer poesía (una que, a mí me cuesta
entender), pero que le nace de ese verbo caribeño locuaz y abigarrado de nuestra
zulianidad, que él denomina “maracaibeña”...
El
poeta Carlos Ildemar Pérez Hernández nació en Maracaibo en julio del año 1964,
es magister scientiarum en literatura venezolana (LUZ-1997) y Licenciado en
Letras-mención investigación y crítica (LUZ-1999). Profesor universitario,
artista escénico (titiritero, actor y director), con estudios de Doctorado en
Filología Hispanoamericana en la Universidad Complutense de Madrid, es escritor
(poeta, ensayista y dramaturgo) y ha ganado numerosos premios en Concursos
Literarios.
Carlos
Ildemar Pérez fue Secretario de Organización de la Asociación de Escritores del
Zulia, ha sido docente en las
Facultades de Arte y de Educación de la Universidad del Zulia y Católica
Cecilio Acosta. Fue secretario-coordinador del Instituto de Investigaciones
Literarias y Lingüísticas de la Facultad de Humanidades y Educación de LUZ en
1996. Con Enrique Arenas Capiello fundó en 1997 la Cátedra Libre Poesía de LUZ.
En 2006 fue profesor invitado por la Universidad de Salamanca para dictar un
curso sobre poetología venezolana en la Cátedra José Antonio Ramos Sucre y fue
distinguido con la Orden Jesús Enrique Lossada en su primera clase por la
Universidad del Zulia en 2014.
Conocí a Carlos Ildemar Pérez cuando era director
de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia (2005-2015) y siempre me ha
llamado la atención saber que entre sus quince libros de poesía es autor de
siete poemarios para niños. De Carlos Ildemar Pérez se ha dicho que con su
obra ha fundado un lenguaje propio, y en ella, él se ha dedicado a recrearlo. Su
palabra se fundamenta desde Los heredarios (1988), en el verso nacido de una nostalgia poética que ya se evidenciaba
desde esta su primera obra, pues con ese libro, Carlos Ildemar fundaría una voz
poética que continuará resonando en todos sus libros. En la prolífica obra de
Carlos Ildemar Pérez, existen tres libros que resaltan su poética. El primero
de ellos, el poemario Estrictis de la muchacha más cercana (1991); el segundo La mano de obra (2007) y por último Provinciano
Cósmico (2011).
En Estrictis de la
muchacha más cercana, el poeta aborda su adolescencia, la primera
relación íntima, amorosa, la camaradería juvenil y posee expresiones de
desarraigo que se han comparado con la voz en Pessoa, o la desconstrucción
lingüística de César Vallejo. En el año 2007, el poeta publicó La mano de obra y con un discurso autobiográfico entregará un verdadero manual para la
relectura interpretativa de su obra. La mano de obra, con
los comentarios de cada poema, es un ejemplo de la maduración del pensamiento
poético que venía in crescendo desde Los heredarios y que fue consolidándose en Estrictis de la muchacha más cercana.
Carlos Ildemar Pérez en 2011, fue el ganador, de la
Bienal Nacional de Literatura “Miguel Ramón Utrera” con su libro Provinciano
Cósmico, donde el jurado, designado por los organizadores del evento,
Luis Alberto Crespo, Ingrid Chicote y Pedro Ruiz opinó así: “…después de leer los manuscritos enviados a
dicho evento, hemos decidido otorgar, por unamimidad, el premio en la mención
Poesía al libro El Provinciano Cósmico que
revela una nueva voz poética, la cual, da resonancia la palabra popular en la
vivencia humana, íntima y totalizadora”. Si en Estrictis de la
muchacha más cercana su palabra es manifiesto de vida y juventud, el
terruño viene a constituir el principio absoluto del provincianismo cósmico. Provinciano
Cósmico, conformará un pensamiento poético maduro que
refrendará toda la obra de Carlos Ildemar Pérez. Su poesía es terruño, es su
patio y su barrio, es su lugar de nacimiento, y el propio estado de su memoria,
toda su poesía conforma su cuerpo de nostalgia.
Como una muestra de su obra, se me ocurre presentar algunos fragmentos
de un poema
intitulado: “Ónticamente
canícula voseada” que se leen así: siendo auroras boreales de pizca acostumbradas a enmoracharse de más
con la borra subjetiva del café de los cafeces… un rosario de calor finge ser todo hasta el yelo se congela por
aquí con este vociferante sol acalarodado yelo ígnico de proporciones
humanas… humea de trecho en trecho la existencia y parece
que no pero sí por qué no pararlebolas al calcinante bochorno que
achicharra… en más de un tuve de
tenerte abierto en la herida charrasqueando el salitre metódico al salir pa
fuera por desembocar al siruyo de ser dando bandazos enredina dicha y hecha la
manopla del jurón equidistante echándose los perros el quinto infierno… ha podido quedar en la espina pajareando en la
mingoña condición de rabúa a escondidas de lo vulgar al rayarse quién del sin
ser pellizco el qué sé yo se rasca de galimatías mientras el cielo refucila
seco de apetito para sestear vaivén del sopor sevillúo o ser un fao… ¡dónde queda el cimborrio incorruptible y no
amargo? vértale el chasquido de la broma como el forro que largaste madeja que
chamusca el piélago es todo mabil… del
si diosquiera autóctono de estar de mollejón a voz en cuello… en la madre del avispero de calle en calle
gira la sufridera de cólicos espermáticos ¿sabañón hembrero por qué no cierras
el pico?... brincona mamona sobre la que me lanzo como un buchón acalorada la
eternidad regionalista jetea y lleva bleque empieza a pensar en la
infinitud de sus mollejas solo es y será de medio día perpetuo en este
lugar recalcitrante…
Maracaibo
miércoles 13 de noviembre 2019
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