Raymond Chandler
Para los amantes de la novela negra, tal vez sea de
interés saber que este año se cumplieron sesenta años del fallecimiento de
Raymond Chandler(1888-1959), quien como
escritor de novelas policíacas, fue uno de los artífices de la llamada novela negra(https://bit.ly/2smxeS8)
que revolucionó la típica trama de intriga y misterio de la literatura
policíaca. Nacería otra manera de contar las historias reflejando la dureza de
la vida urbana y la corrupción social como el mecanismo central que afectaba a
los seres humanos y su relación con el poder que da el dinero. Con Dashiell Hammett a la cabeza, a Chandler (https://bit.ly/37FMd9T)
le tocó experimentar en carne
propia el hedor de injusticia y la corrupción de la funesta época nacida de la
crisis económica de la década de los años 30 en Norteamérica. En otras
ocasiones he mencionado en este blog a Chandler, así como a Hammett, M
Cain, y a Patricia
Highsmith artífices de la novela negra.
El arquetipo
de un modelo de hombre justo, íntegro e inflexible, es el detective Philip
Marlowe quien personificará la creación de Raymond Chandler. Un personaje que
pesar del pesimismo existencial, intentará no aflojar el paso ni claudicar a la
hora de actuar correctamente. Con una visión amarga de la vida, que al
principio generará cierto desasosiego y malestar, de inmediato hace recobrar el
ánimo y la gallardía romántica de un caballero cuyo pesimismo deviene en ironía
y quien en el cine aparecerá y de allí para siempre, interpretado en la pantalla
primariamente por Humphrey Bogart, pero también por George Montgomery, Robert
Mitchum, Elliot Gould, Danny Glover, James Caan y James Garner.
Con un estilo narrativo de
“realismo sarcástico”, con rapidez, precisión y sutileza Chandler muestra
a los personajes en sus ambientes, utilizando el humor cínico que lo
caracteriza y con formas coloquiales coloridas de un crudo y vigoroso slang
norteamericano. El nombre de Marlowe se cree se deriva del poeta isabelino
Christopher Marlowe, o quizás del narrador de la novela de J Conrad “El corazón
de las tinieblas”. La “Gran
Depresión”, con sus tensiones sociales y políticas engendraría la
transformación de la novela policíaca clásica cuyo lenguaje pasó a ser
coloquial y cortante, sin medias tintas fue directamente a señalar la tragedia
humana experimentada por la gente que se sentía atrapada sin poder sobrellevar
la situación. De esta manera, los escritores usando descripciones breves y diálogos cortados,
iban a mostrar la corrupción de los políticos, y de los policías, y las
artimañas violentas de los gánsteres representativos de las mafias que
acordaban con los funcionarios públicos el reparto de sus cuotas de poder.
Todo esto generaría el advenimiento de la Ley Seca,
de las pandillas, el swing, en
loa años de Las uvas de la ira de Steinbeck, la Cosecha
roja de Dashiel Hammett, y de El sueño eterno de Raymond
Chandler. Con este advenimiento literario, el despertar de una realidad
compulsiva y un nuevo lenguaje violento, coloquial, incisivo, que desnudaba
sentimientos y emociones, y contraponía la mitología literaria y
cinematográfica con un nuevo antihéroe, un perdedor en la inescapable
confrontación ética entre el bien y el mal. Era otro mundo, “en
el que (como lo describiría el propio Chandler en El simple
arte de matar), los gánsteres pueden gobernar naciones y casi gobernar ciudades; en el
que los propietarios de hoteles, bloques de apartamentos y restaurantes de moda
han obtenido su dinero regentando prostíbulos; en el que una estrella de la pantalla
puede trabajar para la mafia, y el afable vecino de al lado es el jefe de una
red de apuestas ilegales”…
Inmersos en la angustia y el escepticismo, al
releer la obra de Raymond Chandler, rememoramos a Hammett y a Cain, pero por
igual a Faulkner y a Hemingway, para redescubrir, a través de unos diálogos y
personajes de acerada dureza, una ciudad como Los Ángeles de los años 30,
gobernada por el gansterismo común y político. A lo que contribuiría para
crear más atmósfera, la visualización de algunas películas del llamado cine negro de esos mismos años 30, junto al
estallido de la primera burbuja financiera al final de los 20 (la
otra ocurriría en 2008), la más devastadora caída del mercado de valores en la
historia de la bolsa, que precipitó la expansión del pánico y los saltos
suicidas. Era el fin de la era del jazz y el american dream. Tal desmoronamiento haría
exclamar a Scott Fitzgerald, el mejor retratista de los happytwenties, que
aquel había sido un tiempo prestado: “O, en cualquier caso, con toda la minoría
selecta de una nación viviendo con la indiferencia de los grandes duques y la
despreocupación de una corista”.
En medio de aquel
entorno corrupto y pesimista surgirá la figura del detective privado por antonomasia, Philip Marlowe, el
personaje íntegro en quien se puede confiar por ser honesto y probo, y quien en
ocasiones precisa de la ironía para enfrentarse a las desdichas de su entorno
en la época que le toca actuar y todo gracias a la creación del mismo por
Raymond Chandler.
Maracaibo,
miércoles 27 de noviembre 2019
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