sábado, 20 de abril de 2024

Un músico escritor

 

El 1 de septiembre del año 2015, en este blog, hablamos ya de un personaje de nombre HTA Hoffmann y recordé que en la página 254 de mi novela “La Entropía Tropical” se puede leer: “Tú has venido escuchando Los Cuentos de Hoffman, de Offembach, en tus audífonos personales, los del 727, has oído cantar a Joan Sutherland y a Plácido Domingo”…

Evidentemente estaba en un avión escuchando música cuando recordaría … “Tan solo eres un muchacho, con tus audífonos, y ahora, estás viendo tu película musical en el Baralt, y Zizi baila ballet vestida de rojo sangre, ella gira, y luego regresa en puntas de pie, Hoffman suena profundamente”. … “Escuchabas en tus audífonos la música de Offembach en los cuentos de Hoffman, y al reflexionar, años después, no entiendes por qué veías bailar a Zizi con unas zapatillas rojas”...

En realidad. años más tarde, entendí que venía yo tan solo recordando a la incansable Moira Shearer bailando en la versión de un cuento de Andersen bajo la dirección de Michael Powell, en el filme británico de 1951, precisamente titulado Los cuentos de Hoffman (The Tales of Hoffmann) historia basada en la ópera homónima de Jacques Offenbach y Jules Barbier. Ya hay como mucho Hoffman en este cuento… ¿Verdad?

En la ópera cómica Los cuentos de Hoffman vemos aparecer a un brujo interesado en la ciencia, uno que construía muñecas mecánicas y curiosamente se llama Spelanzani. Resulta que este “científico” con la ayuda del malvado Copelius, y orquestado por la música de Offembach había creado a Olimpia, un maniquí mecánico y Copelius le venderá unas gafas mágicas a Hoffman para que vea en Olimpia a un ser humano. Spelanzani tendrá que correr a darle cuerda cuando de pronto cantando se detenga y como en las zapatillas rojas de Andersen, Olimpia canta y baila sin parar, pero cuando Hoffman pierde las gafas, comprende que Olimpia de quien él se ha enamorado, no es humana…

Cuando Copelius decide destruir a Olimpia, los invitados de Hoffman se burlarán de él por el engaño y esto sucede en el Acto Tercero, y será entonces cuando se escuchará “Belle nuit”, la barcarola de Offembach que me transportó a mi infancia en el teatro Baralt de Maracaibo cuando sonó en los auriculares de aquel avión que me traía de vuelta a tu casa desde quien sabe dónde, Viena quizás… Si, Viena…

Pero… ¿A qué viene esto que parece ser un refrito? ¿Es acaso un replay? Al parecer, se quiere, volver a conversar sobre Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1776-1822) un escritor, y jurista, dibujante y caricaturista, pintor y cantante y especialmente compositor musical- Era un prusiano, y formaba parte del movimiento romántico de la literatura alemana quien nació en Konigsberg, en la Prusia Oriental (actualmente Kaliningrado que ahora está en Rusia) en una familia que era de origen polaco y húngaro.

Tras la separación de sus padres en 1776, Ernst se crio con la familia de su madre, una señora enferma y neurótica, quien formaba parte de una familia pietista. (Se denominaban “pietistas” a los pertenecientes a un movimiento luterano fundado por Philipp Jakob Spener en el siglo XVII que se desarrolló en el siglo XVIII influyendo, en la formación de importantes filósofos y escritores, con autores como Emmanuel Kant, Gotthold Ephraim Lessing y Friedrich Hölderlin. Aunque fue mejor conocido como E. T. A. Hoffmann, el nombre de nacimiento de nuestro personaje, era Ernst Theodor Wilhelm Hoffmann, y él adoptó el nombre adicional de Amadeus en honor del compositor Wolfgang Amadeus Mozart.

Al ser hijo y sobrino de juristas, E.T.A. Hoffmann continuaría la tradición familiar y estudió Derecho en la Universidad de Konigsberg, en Gloga, Berlin, Poznan y Plock. En 1800 fue nombrado auditor y destinado a Posen, y entre 1804 y 1807 trabajó en el tribunal de Varsovia, donde ya de 30 años retomó su vocación artística de músico, y fue el autor entre otros relatos musicales de El cascanueces y el rey de los ratones, El hombre de arena, El puchero dorado, Mademoiselle de Scuderi, y es muy conocida su ópera Ondina.

Hoffman como músico, creó una orquesta, organizó conciertos, compuso música, y se emborrachaba escandalosamente creando por sus caricaturas algunos problemas con la autoridad. En 1806 regresó a Berlín, donde sufrió de fiebre tifoidea. Desde 1808 hasta 1813 residió en el Reino de Baviera como tramoyista, director y escenógrafo en el teatro de su amigo Franz von Holbein, donde trabajo como arquitecto y director de orquesta. Luego en Leipzing, tuvo un empleo similar y comenzó a colaborar como crítico musical. Vivió también en Dresde y de nuevo en Berlín, donde en 1814 aparece su Fantasiestücke. Estrena Ondina y en ese tiempo acepta el cargo de consejero de justicia de los tribunales.

Los cuentos de Hoffmann es una ópera en tres actos, con prólogo y epílogo, música de Jacques Offenbach y libreto en francés de Jules Barbier basada en una obra que el propio Barbier y Michel Carré habían escrito sobre cuentos de E. T. A. Hoffmann y lo curioso de esta ópera es que el mismo Hoffmann aparece como un personaje. En realidad, Ernst Theodor Amadeus Hoffmann no llegó a entrar con honores en las páginas de oro de la historia de la música, tal como anheló toda su vida; a cambio, su nombre ha quedado grabado para siempre en el libro de oro de la literatura universal, pero su recuerdo en la memoria del lector se asocia usualmente con el sabor de la alucinación, la pesadilla y la locura, en medio de un universo siniestro. Cuando se perfilaba como músico y escritor romántico, Ernst estuvo de visita en un monasterio de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y decidió escribir su novela sobre ese entorno religioso.

E.T.A.Hoffmann, escribió la novela completa en solo unas pocas semanas pues estaba impresionado por el éxito de El Monje, de Matthew Lewis y entre 1815 y 1816 decidiría publicar Los elixires del Diablo. es probable que a Hoffman se le recuerde más por sus historias fantásticas particularmente por sus novelas góticas Los elixires del diablo y Papeles póstumos del hermano Medardo, un capuchino, espeluznantes relatos, contados en primera persona, sobre la vida del monje Medardo, quien parece haber venido al mundo marcado por el estigma de una simiente maldita, cuyo origen se remonta a un horrible e inconfesable crimen cometido por uno de sus antepasados. A pesar de que su atormentada conciencia poco a poco hacia el laberinto de la locura, su futuro no está totalmente sellado, pues siempre queda un resquicio de libertad que, con ayuda de la gracia divina, le permite luchar para alcanzar su salvación.

Hoffman como músico, creó una orquesta, organizó conciertos, compuso música, y se emborrachaba escandalosamente con problemas con la autoridad por sus caricaturas. En 1806 regresó a Berlín, donde sufrió de fiebre tifoidea. En 1808 hasta 1813 residió en e Reino de Bavieral como tramoyista, director y escenógrafo en el teatro de su amigo Franz von Holbein, donde fue director de orquesta y arquitecto. Luego en Leipzing tuvo un empleo similar y comenzó a colaborar como crítico musical. Vivió también en Dresde y de nuevo en Berlín, donde en 1814 aparece su Fantasiestücke. Estrena Undine y acepta el cargo de consejero de justicia de los tribunales.

La rica imaginería literaria de Hoffmann sería la que inspiró a Jacques Offenbach para su ópera Cuentos de Hoffmann, tal como Chaikovski transformó su cuento Cascanueces en un ballet en 1892 y Léo Delibes se basó también en el escritor para la creación de su ballet Coppélia en 1870. Del mismo modo el personaje de Kreisler, que aparece en el cuento de E.T.A. Hoffmann Las opiniones del gato Murr sobre la vida, inspiró a Robert Schumann su obra para piano Kreisleriana. Hoffmann escribió también numerosas piezas para piano, música de cámara, lieder, coros, música religiosa y óperas, entre las que destaca por su calidad Ondina (1816), ópera romántica que ejerció cierta influencia sobre Carl Maria von Weber. En su labor como crítico musical, fue un entusiasta de Beethoven.

Escribe su novela gótica más oscura y célebre, Los elixires del diablo. Papeles póstumos del hermano Medardo, un capuchino (1815 y 1816) y se entrega a una vida desordenada que destruye su salud por alcoholismo y sífilis con accesos de locura, atacado de parálisis hasta el año cuando murió. La fama de E. T. A. Hoffmann se debe más a su obra como escritor que a sus composiciones musicales. Ejerció gran influencia en Edgar Allan Poe, en Theophile Gauthier e incluso en Kafka. Sus obras de ficción, de horror y de suspenso combinan lo grotesco y lo sobrenatural con un poderoso realismo psicológico, se encuentran entre las mejores y más influyentes del movimiento romántico.

Maracaibo, domingo 21 de abril del año 2024

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