En este 2024, se
cumplieron 100 años del nacimiento de Julio Cortázar y 40 de su muerte; y yo, esperaba
poder escribir algo más (https://tinyurl.com/y3tmksd4) en el blog sobre RAYUELA, pero resulta que, me tropezaría con ciertos datos en un artículo de Anabel
Vázquez, y cuando recién me he enterado de quien era ella, quien
por demás se declaraba “cortazariana”
y desde
pequeña, quiso ser, exploradora, gimnasta, Edith Head, ministra de Cultura y
emular a la escritora danesa Karen Blixen (1885-1962).
Supe que cuando
Anabel cumplió 18 años, su madre le regaló un “rouge de Dior y un Chanel Nº 5”…
Ella estudió en paralelo en España y en los Estados Unidos donde trabajó para
el MOMA de Nueva York; mientras en España estudió Ciencias de la Información en
la Universidad de Sevilla, algo de Escenografía y tiene un Master en “Humanities
and Social Thought” de la New York University. Su trayectoria profesional la ha
llevado a escribir y a publicar desde 1992 y hoy lo hace en revistas como S
Moda (El País), Condé Nast Traveler, o Vanity Fair, pero no es una escritora
profesional de literatura…
Al leer un
artículo publicado en febrero de este año 2024, donde Anabel se autocalificaba
como “cortazariana”, y escribía a
propósito del inicialmente mencionado centenario, pensé que tal vez valdría la
pena analizar la fecha, cómo ella lo planteaba. Veamos: leería entonces: “se me antoja que a
Julio Cortázar no le habría hecho ninguna gracia un artículo bien organizado pues no hay nada que sea menos cortazariano
que lo organizado y prefijado; la ruta de Cortázar debería estar llena de
desorden, de idas y venidas, de “vaya, se nos ha ido la tarde en esta silla de este café y ahora hay
tormenta y no tenemos paraguas y qué importa”…
Con ese espíritu, y esa manera de escribir
las cosas, Anabel decidiría que deberíamos plantarnos en París, porque “la gente que se da citas
precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta
desde abajo el tubo del dentífrico”; y esta frase, sinceramente, me
agradó. Así y por eso, organicé este artículo…
cortazariano.
Diría textualmente Anabel: “estamos en el año Cortázar, y
este mes ya hará 40 desde que el Gran Cronopio nos dejó”…“Los cortazarianos somos una
comunidad y nos olisqueamos y nos sabemos algo pasados de moda, pero
nos da igual. Un día 12 de febrero falleció en la ciudad en la que vivió
treinta y tres años y allí fuimos un día de lluvia, con el
azar y el paraguas en la maleta, sintiéndonos un cliché y
orgullosos de ello”.
Esa no es una “ruta
Cortázar”; ya que hay muchas y mejores que esa… Así insistiría Anabel recordándonos
que hay muchas que comienzan con un: ¿Encontraría a la Maga? Cómo
resistirse a no empezar un artículo titulándolo como el del 2021 en este blog: (con
Julio y Aurora fotografiados) “Entrevistando
a La Maga”( https://tinyurl.com/y3tmksd4 )… Así, con esas cuatro palabras con las que se
disparaba RAYUELA… En
todo caso, Anabel insiste en que su pregunta es otra: ¿Encontraríamos
a Julio? ¿Cómo viviría el París de hoy?... y dice que “esa
era nuestra bendita tarea, que, nos permite ponernos a escribir” …
Esa “ruta cortazariana” que ya no es ruta, tendría que comenzarla por algún lado y lo haremos con Anabel donde todo termina; en el cementerio de Montparnasse donde descansan los restos del escritor junto a dos mujeres claves en vida y sin las cuales su obra no existiría, o sería otra, peor: Aurora Bernárdez y Carol Dunlop.
A su tumba se llega por
caminitos, rodeos y equivocaciones, y antes podemos visitar la de Susan
Sontag, de mármol negro, un personaje de uno de sus
libros, Fantomas contra los Vampiros y luego, dejaremos
atrás el cementerio e iremos caminaremos por la zona de Montparnasse y de Saint-Placide
y gozaremos lanzando gritos de alegría y asombro al ver, una charcuterie , o un impermeable rojo, y
vamos a dar un paseo por L'Epicerie
para comprar un chocolate con un éclair. Tal vez nos atreveremos a cruzar el Pont des Arts, como
lo hacía Oliveira en RAYUELA, “Comíamos hamburgers en el Carrefour de l’Odéon, y nos íbamos en
bicicleta a Montparnasse, a cualquier hotel, a cualquier almohada”. A nuestro
protagonista le gustaría ver que su
querido Boulevard de Sebastopol es una de los más transitados de Europa.
Haremos lo que se debe y
pasearemos por la rue de la Tombe-Issoire, donde vivía Horacio Oliveira, como el protagonista
de RAYUELA, sí, esa que es una novela de
búsqueda: “Buscar era mi signo,
emblema de los que salen de noche sin propósito fijo, razón de los matadores de
brújulas”… Cortázar y sus amigos
del Club de la Serpiente, que se reunían para hablar de jazz, de Paul
Klee y de cualquier
tema grande o minúsculo en Le Trait d´Union, aquel sitio
que abrió en 1957, seis años después de que aterrizará en París, desde
Argentina, el escritor.
Es una institución en Montparnasse y sabemos que hoy sí que lo haría porque está lleno de
jóvenes y hay ruido y es
una ruta cortazariana que tiene siempre el idealismo loco de la juventud. RAYUELA es
una novela de búsqueda y también de amor y de deseo. Oliveira y la
Maga se aman en hoteles de la orilla izquierda del Sena, y así nosotros
buscaremos también un hotel, lo haremos en la rue de Cherche-midi. El hotel Des Grands
Voyageurs, donde el desayuno ofrece
dulces obscenos que creo que a nuestro protagonista le habrían gustado.
A nosotros nos gusta leer en hoteles y bien sea en una ruta,
o no ruta, Cortázar nos invita a llevar cualquiera de sus libros. Puede ser uno
de esos que tenemos en casa desde la época de la universidad o cualquiera
de las estupendas reediciones que en 2024 le dedicó Alfaguara, los Cuentos
Completos del autor, editados en dos volúmenes, o los libros de
relatos Las armas secretas, Alguien
que anda por ahí, Un tal Lucas, Octaedro y
un poema dramático: Los reyes.
El Paris de Cortázar no es diferente del tuyo o del mío,
porque lo que importa en los viajes no es lo que vemos, sino lo que sentimos. Él no visitaba lugares
secretos a los que no tengamos acceso. Todo el mundo puede
pasear por el Jardin des Plantes o por el Marais. Sin embargo, no todo el mundo
ve la ciudad con los ojos atentos a lo extraordinario y a lo inexplicable. “Caminar por París, y por eso
califico a París como una ciudad mítica, significa caminar hacia
mí, pero es imposible decirlo con palabras”. Así hablaba Cortázar en
una escena de la película que le dedicó Tristan Bauer y nosotros lo entendemos
y lo compartimos.
El Cortázar de 2024 se pasearía por los alrededores de la rue L'Eperon, donde
en el número 3 tuvo su primer apartamento y se sorprendería al ver que Shakespeare and Company hoy es una atracción más de la
ciudad, que Notre Dame se quemó
y la están reconstruyendo, y que en las farmacias ya no venden medicinas,
sino sérums de ácido hialurónico. En el hotel Dame des Arts, a un minuto de la que fue su
casa, en la
planta novena, hay una terraza pequeña y nada pretenciosa desde la que se
divisa todo, pero todo, todo París. Allí subiría Oliveira con la
Maga o lo haría Cortázar con Aurora Bernárdez y desde allí llamarían a sus amigos y allí juntos, hablarían
de patafísica hasta cansarse. Desde allí diremos: París, total
parcial te quiero, total general, te amo.
Así concluye su
artículo Anabel, quien nos ha valido para usando la mayor parte de sus
palabras, haber recordado a RAYUELA, a La Maga y al Paris, de Julio Cortázar.
Maracaibo, el día martes 9 de abril del año 2024
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