lunes, 14 de julio de 2025

James Cagney


James Francis Cagney, Jr. (1899-1986) fue un actor de cine y bailarín estadounidense quien en distintos papeles, es recordado por sus papeles de tipo duro. Orson Welles describió a Cagney como "quizás el mejor actor que jamás haya aparecido frente a una cámara". Clint Eastwood pensaba de la misma manera y supo revelar el nombre de quien diría, fue el único actor al que admiro, quien lo inspiró en su forma de hacer cine y dejó una marca imborrable en su carrera.

En 1999, el American Film Institute ubicó  a Cagney en el octavo lugar de su lista de las mejores estrellas masculinas de la Edad de Oro de Hollywood. En la década de 1930 trabajo para la Warner Bros. y mantuvo su relevancia durante las décadas de 1940 y 1950. Fue ganador del premio Óscar 1943 al mejor actor principal por el filme musical Yanqui Dandy (1942).

James Cagney fue uno de los pocos hijos de un inmigrante irlandés, boxeador y bartender, que logró sobrevivir a las condiciones insalubres de uno de los barrios marginales de Manhattan. Sus calles sucias y salvajes convirtieron a un niño, que no era el más alto de la cuadra en un hombre que aprendió, que si quería ganarse el respeto de los otros muchachos tenía que aprender a defenderse dando trompadas. Aunque quizás, la apariencia de tipo duro haya sido para él una estrategia de supervivencia ya que James podía ser también un bailarín agraciado, y una persona atenta con sus compañeros, quien prefería leer poesía en soledad e intentó salir de la pobreza estudiando, pero se impuso la realidad.

Cagney fue el protagonista de Ángeles con caras sucias, de Triunfo supremo (Yankee Doodle Dandy) Héroes olvidados (The Roaring Twenties). El actor que se lució en Hollywood, sobre todo entre los años treinta y los cincuenta, murió el 30 de marzo de 1986 a los 86 años, pero dejó una marca imborrable… El joven Cagney, había intentado hacer carrera como arquitecto, tenía una memoria prodigiosa. Cuando el actor principal del musical faltó de improviso a una de las funciones, el director tuvo que conseguir un reemplazo de urgencia y Cagney sorprendió a todos: había estudiado todos los movimientos y los sabía de memoria. Empezó como secundario, pero terminó como protagonista. Se casó con una corista, con la que tuvo dos hijos por adopción. Es uno de los pocos casos de Hollywood en que el matrimonio duró toda la vida. No tuvo historias de celos, de escándalos ni de infidelidades.

No le iba mal en teatro, pero decidió probar suerte en el cine y tuvo su primera entrevista, en Warner Bros. Le preguntaron por qué quería ser actor de cine y él respondió: “Necesito un trabajo”. Con actitud desafiante, Cagney ya era un trabajador hecho y derecho. Cuando empezó a filmar Enemigo Público como actor secundario, hasta que el director de la película sorprendido por el talento del ignoto joven lo llamó para hablar en privado y le ofreció el papel protagónico. El enemigo público, un relato violento ambientado en la era de la prohibición, fue un éxito comercial que catapultó a James Cagney al estrellato y definió el estilo de gran parte de su carrera.

Era la época de la Gran Depresión. El sueño americano parecía una pesadilla. El pueblo cansado del abuso de las grandes empresas y de los fallidos intentos del gobierno para levantar la economía. El cine era más que un paraguas contra una realidad durísima donde un gángster, como el protagonista de El enemigo público, podía ser un héroe atípico. En la pantalla también desafiaba a la autoridad: se burlaba de los policías y se rodeaba con los trabajadores portuarios. Fuera de la pantalla, la gente lo quería.

Cagney fue un actor muy versátil que intervino en toda clase de películas, desde comedias hasta dramas, pasando por westerns e incluso adaptaciones de obras de Shakespeare. Su primera película importante fue El enemigo público (1931), de William A. Wellman. Volvió a realizar el papel de gánster en dos películas dirigidas por Raoul WalshLos violentos años veinte (1939) y, sobre todo, Al rojo vivo / Alma negra (1949). Destacan en su filmografía. Desfile de candilejas/(1933), El mujeriego (1933), Ha entrado un fotógrafo (1933), Ángeles con caras sucias (1938). En los años cuarenta continuó siendo uno de los actores favoritos del público. De boxeo, titulada Ciudad de conquista (1940), y la biografía idealizada de George M. Cohan en Yanqui Dandy, interpretación con la que ganó el Óscar al mejor actor. Este éxito le hizo romper con la Warner y fundar su propia productora, con la que no obtuvo ningún éxito, por lo que tuvo que volver a la productora de los hermanos Warner.

En los cincuenta volvió a trabajar en algunas grandes películas como el Un león de las calles (1953), Quiéreme o déjame (1955), Escala en Hawái (1955) o El hombre de las mil caras (1957). Finalmente, acabó su carrera temporalmente en 1961, cuando protagonizó la comedia Uno, dos, tres (1961), dirigida por Billy Wilder. En 1981 volvió a actuar en Ragtime, donde de nuevo demostró su gran talento interpretativo. Fue su última película.

Empezó a ser reconocido no solo por su talento, sino también por su buena predisposición para tratar a sus compañeros, quienes fueran o no famosos como él. Nunca se quedaba con más del 50 por ciento de su propio salario, pues le gustaba donar parte de sus ganancias a organizaciones que lo necesitaran más que él. Pero rechazaba de plano cualquier tipo de acto solidario de contribuciones para hacer caridad. Decía que en eso no le gustaba la idea de dejarse mandar. Él solía decir: “No acepto nada de nadie. Ni siquiera espero a que las cosas sucedan”. Su capacidad de organización y contribución para el bienestar de sus compañeros lo llevó a crear el Screen Actors Guild, el sindicato de actores de los Estados Unidos que él mismo fundó, y donde ocupó el puesto de vicepresidente.

El crecimiento político de Cagney empezó a llamar la atención de enemigos poderosos. Era la época cuando las películas se veían afectadas por el Código Hays: escenas de violencia, sobre todo contra mujeres, eran inaceptables, y sus personajes, eran muchas veces bandidos que se burlaban de la ley. Fuera de la pantalla, Cagney se enfrentó en un litigio histórico contra Jack L. Warner uno de los productores (y estudios) más poderosos de Hollywood. La pelea tuvo el resultado de que David venció a Goliath. Cagney ganó, y la Warner quiso seguir trabajando con él, quien impuso sus nuevas condiciones. Su fama de rebelde hizo que el FBI empezara a investigarlo y no tardaron en aparecer los que denunciaban que Cagney era un comunista. A Cagney con sus amigos, Pat O’Brien y Spencer Tracy, la prensa los apodaba “la mafia irlandesa”. Pero la opinión pública, lo veía como héroe, empezaba a tener sospechas sobre el patriotismo de este hombre que llenaba las salas, pero Cagney decidió que era la hora de alejarse de su fama de matón y pidió hacer películas más estadounidenses posible que haría de é luna de las primeras biopics musicales de Hollywood: la vida de George M. Cohan, el padre de Broadway. Triunfo supremo fue el título de Yankee Doodle Dandy en la Argentina, pero el triunfo fue de verdad supremo cuando se abrieron las boleterías. La película diseñada para alentar el patriotismo de un pueblo quebrado, y s comenzó el rodaje apenas un día después del ataque a Pearl Harbor. Se estrenó en 1942, cuando la nación comandada por F.D.Roosvelt estaba en guerra. Las masas acudieron a las salas para ver a Cagney cantar, bailar y emocionarse hasta las lágrimas cuando Cohan despide a su padre en su lecho de muerte. Las funciones terminaban con aplausos. Triunfo supremo fue el único Oscar que ganó el actor de Ángeles con caras sucias.

De nuevo con los pies en la tierra, Cagney volvió a la Warner. En 1949 protagonizó Alma negra, el film noir admirado por Martin Scorsese. Aunque la película es un clásico reverenciado, incluso fue nominado al Oscar por su guion, el actor nunca le tuvo mucho aprecio. La veía como un proyecto desalmado, al que solo accedió porque necesitaba la plata. Aunque fue una estrella, en 1987 y un asteroide de 9 kilómetros de diámetro fue nombrado en su honor: 6377 –Cagney el actor no solo despertaba admiración en la comunidad, para Orson Welles fue “el mejor actor que haya aparecido frente a cámara en la historia”. La misma opinión compartía Stanley Kubrick, Cagney era su actor favorito. Para otras figuras, como Michael J. Fox y Paul Newman, fue una importante fuente de inspiración. Clint Eastwood pensaba de la misma manera: “Las películas se inventaron para James Cagney, y James Cagney se inventó para las películas”.

Ya estaba en la última etapa de su carrera, en 1961, cuando se dio cuenta que era hora de retirarse. En el rodaje de Uno, dos, tres, la comedia de Billy Wilder, tuvo problemas para recordar sus líneas. El actor James Cagney falleció el 30 de marzo de 1986, en su casa de Stanfordville cuando tenía 86 años, tras haber sido ingresado en el Hospital Lennox Hill, de Nueva York, aquejado de un edema pulmonar. El año anterior había sufrido un infarto de miocardio. Le sobrevivió su esposa la bailarina Frances Vernon (1899-1994), con la que se había casado en 1922. Fue enterrado en el cementerio de Hawthorne, Nueva York.

Maracaibo, lunes 14 de julio del año 2025

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