Tradicionalmente, el Aspergillus fumigatus era un hongo que afectaba tan solo a los animales que tenían un sistema inmune
debilitado, pero ahora pareciera que hasta los hongos están evolucionando… El Aspergillus es un hongo filamentoso, y sus colonias crecen
rápidamente a 37ºC, son planas, compactas y tienen un aspecto aterciopelado y
un color blanquecino que cambia a verde azulado o verde grisáceo (ver).
Este hongo, Aspergillus,
es conocido popularmente como “el que puede devorarte desde dentro”.
¿Verdad que da miedo? Recientemente, José Luis Blanco Cancelo, catedrático del
Departamento de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad
Complutense, ha tratado varios casos en animales, y expuso para el diario ABC
(España), que lo que ocurre en un ser vivo infectado. Las esporas microscópicas
de estos hongos que están en todas partes, viven también dentro y sobre el
cuerpo de los seres humanos, en el aire, el suelo, y tanto en el polvo de los
hogares como en las materias en descomposición.
Blanco quien recuerda un caso impactante: “Vi a un perro joven y sano cuya infección por Aspergillus destruyó por completo sus órganos. El hongo literalmente se lo comió por dentro. Parece mentira, pero eso es algo real. Algo que está ocurriendo con estos hongos: están mutando, adaptándose y son capaces de provocar lesiones muy graves”… “Hace 15 o 20 años era impensable que pudiéramos tener este tipo de hongos en España. Hoy ya no lo es. Tenemos que prepararnos para un nuevo escenario”, añade Blanco.
Aspergillus
fumigatus es uno de los hongos analizados por la Clínica Mayo, en Rochester, Minnesota, Estados
Unidos, por ser “un moho” que ataca los pulmones y puede diseminarse por
todo el cuerpo ya que es capaz de invadir los vasos sanguíneos, propagarse
rápidamente y causar la muerte en cuestión de días y la tasa de mortalidad en
ciertos casos puede alcanzar hasta el 40%. Un estudio reciente de la Universidad de
Minnesota, ha utilizado simulaciones por computadora para trazar un mapa de la
propagación futura del Aspergillus, y sus conclusiones apuntan a que, con el
aumento de las temperaturas, estos patógenos podrían extenderse a nuevas zonas
de Norteamérica, Europa y Asia. “Las esporas de Aspergillus son
omnipresentes. Se detectan en interiores y exteriores, en todo el planeta”,
indica el informe.
Además, de lo que ya sabemos de cómo estos hongos son capaces de colonizar
edificios, crecer entre las paredes y llegar a los sistemas de ventilación,
generando problemas respiratorios en quienes viven o trabajan en esos espacios (el
llamado “síndrome del edificio enfermo”).
Con el transcurrir de los años los
hongos se hacen más resistentes a los tratamientos existentes y amenazan no solo la salud humana,
sino también la seguridad
alimentaria. “Pueden infectar a personas, mamíferos,
aves, abejas y corales. Dañan los cultivos antes y después de la cosecha y
pueden volverlos no aptos para el consumo”, advierte el estudio.
El cambio climático ha
modificado la distribución de las especies de Aspergillus en el mundo. Fenómenos
cada vez más comunes como son las olas de calor, los incendios forestales
o las tormentas de arena también están favoreciendo la propagación de esporas a
mayores distancias. En España, de momento solo hemos registrado
casos importados de infecciones fúngicas graves, pero el miedo existe de
que este tipo de hongos peligrosos pueda llegar aquí”, advierte Blanco.
Según la OMS, otro de los
patógenos fúngicos más prioritarios es Candida
auris. Su resistencia extrema lo hace muy difícil de
erradicar en hospitales, residencias y clínicas de diálisis. “Un
paciente puede estar colonizado por C. auris, y luego un sanitario lo toca, se contagia
y lo transmite a otros”,
explicó Jatin Vyas, profesor de Medicina en la Universidad de Columbia, en
Estados Unidos. En solo siete años, los
casos clínicos pasaron de 51 en cuatro estados a 4.514.
También en Norteamérica, es preocupante el caso del Coccidioides o Cocci. En 2021, Rob Purdie, un
californiano sano, estaba en su casa de Bakersfield, trabajando en su jardín, cuando
removiendo la tierra cree haber inhalado esporas de este hongo. La infección
pasó a extenderse a su cerebro con una inflamación de las membranas que
rodeaban el cerebro y la médula espinal, provocando meningitis fúngica. Purdie para mantener bajo control su
enfermedad tiene que ponerse inyecciones intracraneales “con un fármaco tóxico de 80 años de antigüedad, que
me está envenenando lentamente”, explica a los medios.
Eliminar un hongo sin dañar al paciente es
especialmente difícil. Muchos antifúngicos pueden causar efectos adversos graves como insuficiencia renal, pancreatitis,
impotencia o reacciones alérgicas. “La dificultad está en que «genéticamente,
los hongos están más estrechamente relacionados con los humanos que las
bacterias”, indica a los medios americanos Neil Clancy, especialista en
Enfermedades Infecciosas y director del Programa de Micología de la Universidad
de Pittsburgh. “Si se intenta fabricar un fármaco antifúngico, hay que dar con
objetivos que no dañen los genes y proteínas que tienen los humanos”, y
eso no es tan fácil y se ha transformado en un gran desafío.
Estos estudios plantean la hipótesis de que el
cambio climático provocará un aumento de las infecciones por hongos en humanos
de dos maneras: aumentando el
rango de especies actualmente patógenas e incrementando la tolerancia de los
hongos. Sin embargo, matiza Blanco, “el estudio tiene limitaciones, ya
que aún no sabemos cómo evolucionará la patogenicidad ni la resistencia
antifúngica”. Su valor radica en poner el foco sobre una amenaza silenciosa que avanza y que necesita más
inversión.
La atención pública y científica suele centrarse en
virus y bacterias, y nos olvidamos de los hongos. “Llevo 40 años trabajando en micología y diciendo que los hongos
tienen mayor importancia de la que se les da y creo que eso va a ser cierto y
vamos a encontrarnos con bastantes problemas”, alerta el doctor Blanco
Cancelo.
Maracaibo, viernes 18 de julio del año 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario