sábado, 12 de julio de 2025

Crisis de pánico

 


Para analizar los factores implicados en las llamadas “crisis de pánico” o “crisis de ansiedad” es importante entender inicialmente que cosa es, el tan popularizado estrés… Podríamos definir el estrés como un sentimiento de tensión física o emocional el cual puede provenir de cualquier situación o pensamiento que haga al individuo sentirse frustrado, furioso, o nervioso. Por lo tanto, el estrés resulta ser una reacción del cuerpo a un desafío, o una demanda.

La historia nos obliga a regresar a la década de 1930, cuando Hans Selye, hijo de un cirujano austriaco de nombre Hugo Selye, observó que todos los enfermos que estudiaba, independientemente de la enfermedad que padecieran, presentaban como síntomas comunes, fatiga, pérdida del apetito, astenia y entre otros síntomas habían perdido peso. Selye llamó a este conjunto de síntomas el síndrome de estar enfermo y en 1950 publicó su investigación: Estrés. Un estudio sobre la ansiedad

Desde entonces conocemos al estrés como un conjunto de respuestas del organismo frente a variadas exigencias ambientales donde el individuo debe permitir, afrontar y responder de manera eficaz esas demandas. Si existe en pequeños episodios, algo como pequeñas dosis de estrés, pueden ser positivas, como algo que puede ayudarle a la persona a evitar el peligro. Pero cuando el estrés dura más tiempo del necesario puede dañar la salud. Hay que entender que el estrés se acompaña de emociones negativas por cuanto son desagradables, entre las cuales destacarán la ansiedad, la ira y hasta la depresión.

Se ha dividido al estrés en dos tipos: agudo y crónico. El estrés agudo es estrés a corto plazo y desaparece rápidamente. Puede sentirse súbitamente, como cuando se presiona los frenos, se pelea con su pareja, o se esquía en una pendiente. Es una reacción que ayuda a controlar las situaciones peligrosas. También puede verse cuando se hace algo nuevo que sea algo emocionante. Las personas sienten estrés agudo en algún momento de su existencia. El estrés crónico dura un período de tiempo prolongado. Pueden darse por problemas de dinero, un matrimonio infeliz, problemas en el trabajo o problemas de salud importantes. Si los problemas continúan semanas o meses se transforma en estrés crónico.

Las causas que provocan el estrés no necesariamente tienen que ser siempre negativas. Pueden existir situaciones que habitualmente sean de carácter rutinario y que pueden sumatoriamente producir estrés. También las respuestas a un mismo factor estresante pueden ser muy diferentes según el individuo. Los trastornos de ansiedad en determinadas personas son afecciones en las que la ansiedad no desaparece y pueden empeorar con el tiempo, con síntomas que pueden llegar a interferir con las actividades diarias, como el desempeño en el trabajo o en la escuela, y en las relaciones interpersonales. 

Los términos de ansiedad y estrés no son sinónimos, pero el estrés puede desencadenar una reacción de ansiedad aguda, que es una emoción desagradable surgida ante una amenaza, por la posibilidad de tener un resultado negativo. La ansiedad no es completamente negativa, ya que como reacción emocional pone en alerta al organismo y lo incita a activar sus mecanismos de defensa ante un conflicto. La ansiedad se convierte en un problema para la salud si es excesiva o desproporcionada y comienza a alterar el estado psicofisiológico del bienestar, o el comportamiento y la vida diaria de la persona.

El estrés suele tener como manifestación clásica la ansiedad que es la respuesta emocional provocada por factores desencadenantes de estrés, los cuales pueden ser internos o externos. La ansiedad más allá de ser el título de la famosa canción venezolana creada por Chelique Sarabia, es un sentimiento de miedo, temor e inquietud como resultado de una respuesta emocional al estrés. Puede ser una reacción emocional de alerta ante una amenaza o una respuesta que puede originarse sin necesidad de agentes estresantes para ayudar a enfrentar una situación cualquiera. En personas con trastornos de ansiedad, el miedo cuando dura demasiado tiempo puede llevar al individuo a sentirse abrumadoramente mal.

En estos casos, se puede llegar a sufrir estos trastornos: existen diferentes tipos de trastornos de ansiedad: trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de pánico, que pueden tener síntomas diferentes, pero todos muestran la combinación de pensamientos sobre situaciones ansiosas que son difíciles de controlar y por consiguiente, hacen sentir al individuo, inquietud y tensión que interfieren con su vida diaria. Hay que entender que estos trastornos no desaparecen y pueden empeorar con el tiempo.

Síntomas físicos de una crisis de ansiedad, son latidos cardíacos fuertes o rápidos, puede subir la tensión arterial con dolores y molestias inexplicables, escalofríos o sudoración, mareos y falta de aire; para todos es una terrible sensación de malestar y miedo ante lo que se siente que además de no entenderse es muy difícil de controlar.

Generalmente los tratamientos consisten en una combinación entre psicoterapia y tratamiento psicofarmacológico. Si la ansiedad está interfiriendo en actividades cotidianas o te ocasiona un gran malestar, se puede buscar la atención de un profesional de salud mental quien debe tener experiencia y capacitación para diagnosticar y dirigir un tratamiento adecuado.   

Los ataques de pánico son oleadas repentinas e intensas de miedo, pánico o ansiedad, abrumadoras con síntomas que pueden ser tanto físicos como emocionales como dificultad para respirar, sudoración profusa, temblores y se sienten fuertes y acelerados los latidos del corazón por lo que algunas personas durante un ataque de pánico, piensan que están teniendo un ataque al corazón. Otros dicen creer como si estuvieran teniendo un accidente cerebrovascular.

Ante los ataques de pánico, existen estrategias que se pueden usar para tratar de detener el ataque cuando se siente que se avecina: respirar profundamente, aunque la hiperventilación puede aumentar el miedo, la respiración profunda puede reducir los síntomas. Igualmente, al concentrarse en reconocer que se está teniendo un ataque de pánico y que no es un ataque cardíaco, hay que tratar de recordar que será algo temporal, que pasará y ya sin tener el miedo de que te estás muriendo se mejorará más rápidamente.

Con este breve artículo sobre un fenómeno que mucha gente ha experimentado y que afirman sin dudas el carácter sumamente desagradable del fenómeno, el detalle de aparecer despertando en una crisis iniciada durante el sueño, es algo que puede llamar la atención.

Los ataques de pánico nocturnos pueden presentarse sin causa aparente y despertar a la persona durante la noche con síntomas iguales a los de un ataque de pánico diurno: sudoración, ritmo cardíaco acelerado, temblores y falta del aire al respirar y se puede sentir calor o frío, aturdimiento y usualmente una sensación de fatalidad inminente. Estos síntomas alarmantes que pueden parecerse a los de un ataque cardíaco suelen durar pocos minutos, pero es difícil calmarse y luego volver a dormir después. Las personas que tienen ataques de pánico nocturnos también tienden a tener ataques de pánico durante el día.

Se desconoce la causa de los ataques de pánico. Factores subyacentes podrían ser la genética, el estrés, un trastorno del sueño, asma, una afección de la glándula tiroides o cambios en el funcionamiento de algunas partes del cerebro. Los ataques de pánico nocturnos se tratan con terapia cognitivo conductual, con medicamentos o con ambos. La terapia cognitivo conductual ayuda a entrenar el cuerpo para disminuir los síntomas de pánico y a controlar mejor los pensamientos ansiosos respondiendo a los ataques de pánico más eficazmente.

Maracaibo, sábado 12 de julio del año 2025

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