Para analizar los factores implicados en las
llamadas “crisis de pánico” o “crisis de ansiedad” es importante entender inicialmente
que cosa es, el tan popularizado estrés…
Podríamos definir el estrés como un sentimiento de
tensión física o emocional el cual puede provenir de cualquier situación o
pensamiento que haga al individuo sentirse frustrado, furioso, o nervioso. Por
lo tanto, el estrés resulta ser una
reacción del cuerpo a un desafío, o una demanda.
La historia
nos obliga a regresar a la década de 1930, cuando Hans Selye, hijo de un cirujano austriaco
de nombre Hugo Selye, observó que todos los enfermos que estudiaba,
independientemente de la enfermedad que padecieran, presentaban como síntomas
comunes, fatiga, pérdida del apetito, astenia
y entre otros síntomas habían perdido peso. Selye llamó a este conjunto de
síntomas el síndrome de estar enfermo y en 1950 publicó su
investigación: Estrés. Un
estudio sobre la ansiedad.
Desde entonces conocemos al estrés como un conjunto de respuestas del organismo frente a variadas
exigencias ambientales donde el individuo debe permitir, afrontar y responder
de manera eficaz esas demandas. Si existe
en pequeños episodios, algo como pequeñas dosis de estrés, pueden ser positivas, como algo que puede ayudarle a la
persona a evitar el peligro. Pero cuando el estrés dura más tiempo del
necesario puede dañar la salud. Hay que entender que el estrés se acompaña de
emociones negativas por cuanto son desagradables, entre las cuales destacarán
la ansiedad, la ira y hasta la depresión.
Se ha dividido al estrés en dos tipos: agudo y
crónico. El estrés
agudo es estrés a
corto plazo y desaparece rápidamente. Puede sentirse súbitamente, como cuando
se presiona los frenos, se pelea con su pareja, o se esquía en una pendiente.
Es una reacción que ayuda a controlar las situaciones peligrosas. También puede
verse cuando se hace algo nuevo que sea algo emocionante. Las personas sienten
estrés agudo en algún momento de su existencia. El estrés crónico dura un período de tiempo
prolongado. Pueden darse por problemas de dinero, un matrimonio infeliz,
problemas en el trabajo o problemas de salud importantes. Si los problemas
continúan semanas o meses se transforma en estrés crónico.
Las causas que provocan el estrés no necesariamente
tienen que ser siempre negativas. Pueden existir situaciones que habitualmente
sean de carácter rutinario y que pueden sumatoriamente producir estrés. También
las respuestas a un mismo factor estresante pueden ser muy diferentes según el
individuo. Los trastornos de ansiedad
en determinadas personas son afecciones en las que la ansiedad no desaparece y
pueden empeorar con el tiempo, con síntomas que pueden llegar a interferir con
las actividades diarias, como el desempeño en el trabajo o en la escuela, y en
las relaciones interpersonales.
Los
términos de ansiedad y estrés no son sinónimos, pero el
estrés puede desencadenar una reacción de ansiedad aguda, que es una emoción
desagradable surgida ante una amenaza, por la posibilidad de tener un resultado
negativo. La ansiedad no es completamente negativa, ya que como reacción
emocional pone en alerta al organismo y lo incita a activar sus mecanismos de
defensa ante un conflicto. La ansiedad se convierte en un problema para la
salud si es excesiva o desproporcionada y comienza a alterar el estado
psicofisiológico del bienestar, o el comportamiento y la vida diaria de la
persona.
El estrés suele tener como manifestación clásica la ansiedad
que es la respuesta emocional provocada por factores desencadenantes de
estrés, los cuales pueden ser internos o externos. La ansiedad más allá de ser
el título de la famosa canción venezolana creada por Chelique Sarabia, es un sentimiento de miedo, temor e inquietud como resultado de una respuesta emocional
al estrés. Puede ser una
reacción emocional de alerta ante una amenaza o una respuesta que puede
originarse sin necesidad de agentes estresantes para ayudar a enfrentar una
situación cualquiera. En personas con trastornos de ansiedad, el miedo cuando dura demasiado tiempo
puede llevar al individuo a sentirse abrumadoramente mal.
En estos casos, se puede llegar a sufrir estos
trastornos: existen diferentes tipos de trastornos de ansiedad: trastorno de
ansiedad generalizada, trastorno de pánico, que pueden tener síntomas diferentes,
pero todos muestran la combinación de pensamientos sobre situaciones ansiosas que
son difíciles de controlar y por consiguiente, hacen sentir al individuo, inquietud
y tensión que interfieren con su vida diaria. Hay que entender que estos
trastornos no desaparecen y pueden empeorar con el tiempo.
Síntomas físicos de una crisis de ansiedad, son latidos cardíacos
fuertes o rápidos, puede subir la tensión arterial con dolores y molestias
inexplicables, escalofríos o sudoración, mareos y falta de aire; para todos es
una terrible sensación de malestar y miedo ante lo que se siente que además de
no entenderse es muy difícil de controlar.
Generalmente los tratamientos consisten en una
combinación entre psicoterapia y
tratamiento psicofarmacológico. Si la ansiedad está interfiriendo en
actividades cotidianas o te ocasiona un gran malestar, se puede buscar la atención
de un profesional de salud mental quien debe tener experiencia y capacitación
para diagnosticar y dirigir un tratamiento adecuado.
Los ataques de pánico son oleadas repentinas e intensas de miedo, pánico
o ansiedad, abrumadoras con síntomas que pueden ser tanto físicos como
emocionales como dificultad para respirar, sudoración profusa, temblores y se
sienten fuertes y acelerados los latidos del corazón por lo que algunas
personas durante un ataque de pánico, piensan que están teniendo un ataque al
corazón. Otros dicen creer como si estuvieran teniendo un accidente
cerebrovascular.
Ante
los ataques de pánico, existen estrategias
que se pueden usar para tratar de detener el
ataque cuando se
siente que se avecina:
respirar profundamente, aunque la hiperventilación puede aumentar el miedo, la
respiración profunda puede reducir los síntomas. Igualmente, al concentrarse
en reconocer que se está teniendo un ataque de
pánico y que no es un ataque cardíaco, hay que tratar de recordar que será algo
temporal, que pasará y ya sin tener el miedo de que te estás muriendo se mejorará más rápidamente.
Con este
breve artículo sobre un fenómeno que mucha gente ha experimentado y que afirman
sin dudas el carácter sumamente desagradable del fenómeno, el detalle de
aparecer despertando en una crisis iniciada durante el sueño, es algo que puede
llamar la atención.
Los ataques de pánico nocturnos pueden presentarse sin causa
aparente y despertar a la persona durante la noche con síntomas iguales a los
de un ataque de pánico diurno: sudoración, ritmo cardíaco acelerado, temblores
y falta del aire al respirar y se puede sentir calor o frío, aturdimiento y usualmente
una sensación de fatalidad inminente. Estos síntomas alarmantes que pueden
parecerse a los de un ataque cardíaco suelen durar pocos minutos, pero es
difícil calmarse y luego volver a dormir después. Las personas que tienen
ataques de pánico nocturnos también tienden a tener ataques de pánico durante
el día.
Se desconoce la causa de los ataques de pánico. Factores
subyacentes podrían ser la genética, el estrés, un trastorno del sueño, asma,
una afección de la glándula tiroides o cambios en el funcionamiento de algunas
partes del cerebro. Los ataques de pánico nocturnos se tratan con terapia
cognitivo conductual, con medicamentos o con ambos. La terapia cognitivo
conductual ayuda a entrenar el cuerpo para disminuir los síntomas de pánico y a
controlar mejor los pensamientos ansiosos respondiendo a los ataques de pánico
más eficazmente.
Maracaibo, sábado 12 de julio del año 2025
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