Regresar a Viena por tren desde Budapest fue una
experiencia inolvidable. Cuando hace ya muchos, pero muchos años, penetré la
cortina de hierro (existía “la férrea cortina”, ¡era cierto!), esa vez lo hice
por tierra en un vagón de segunda, y me asombró la meticulosidad de los agentes
aduanales del gobierno comunista, parecían buscar un polizonte, como si alguien
se les quisiera infiltrar sin autorización, sin pasaporte, ¡Insolito! Y pensaba
yo en aquellos días… ¡Caray al regresar desmantelarán los vagones para buscar a
los que se escapan!”, pero no fue así… Afortunadamente fue diferente.
La salida era sin duda alguna más expedita. Ahora
que lo cuento, recuerdo que había una tranquilidad pasmosa, era aquel, lo que
llaman “un apacible atardecer”. Nos tocaba regresar, dejábamos Budapest, y
caminamos con calma por el andén de la Estación Central buscando un vagón que
debería decir que era “de primera” con algún compartimiento cómodo, pero en el
fondo, todos lucían idénticos, los de segunda y los de tercera eran lo mismo:
dos sillones frente a frente y el espacio arriba para ubicar las maletas.
Escuchamos los silbatos y el tren que notamos como estando casi vacío, comenzó
a ponerse en marcha.
Espero que no estemos en el vagón equivocado y
vayamos a parar a Estambul, le comenté a Hernando, quien risueño me informó que
el viaje solo habría de durar unas cuatro horas. De pronto apareció en la
puerta del compartimiento un joven quien nos hizo señas de querer sentarse con
nosotros, nos habló en perfecto inglés. Hernando gentil, le respondió con
un: Pues sí, ¿y por qué no? Pase adelante. Lazarus era griego, y tenía
23 años. Era un tipo blanco, perfilado, atlético, y nos sorprendió al decirnos
ser estudiante del último año de Medicina, en Atenas. Era increíble, otra vez
las coincidencias, pensé que eran cosas que uno solo leía en las novelas de
Paul Auster.
Recordé que ya, con aquel joven griego nos habíamos
tropezado antes, y aclaro que, teníamos varios días turisteando en Budapest
pero recordaba que lo habíamos visto en un insufrible tour en autobús alrededor
del Bastión de los Pescadores. En aquella oportunidad decidimos desertar del
grupo ante la chillona e insoportable voz de una vetusta guía y por el deseo de
penetrar y estar un rato bajo las bóvedas de la iglesia de Matías. El templo
románico, lleno de colores y de arcos, donde ya había tenido la suerte de
asistir a un concierto de música sacra de Johan Sebastián Bach, varios años
atrás… Y es que les confieso que, esta era mi segunda visita a la capital de
Hungría y se me revolvían los gratos recuerdos de mis conversaciones con un
famoso patólogo argentino, el ya difunto profesor Moisés
Pollack.
Regreso a Lazarus quien
nos dijo ser hijo de un ferrocarrilero; su padre trabajaba en trenes y en el
gobierno griego, por lo cual él viajaba gratuitamente en tren por toda Europa.
Fue así como esa tarde, el destino lo trajo hasta nuestro vagón. Lazarus esperaba
lograr una posición académica en Ulm y nos confesó que le gustaría ejercer en
Alemania al graduarse. En Grecia tendría que esperar entre uno y cinco años para
poder ejercer libremente, nos lo dijo y explicaría que antes tendría que
cumplir con el servicio militar que era obligatorio...
Era un tipo simpático Lazarus... Hernando, siempre “ocurrente”, le diría…-¡Lazarus se le dice también “al bicho”, porque muere y resuscita! Es Hernando (muy típico) quien se lo dice, y había que ver la cara de asombro del muchacho. Palideció súbitamente, pero de nuevo surgió emergente Hernando, para decirle presto e in adendum: - ¡Oh come on Lazarus, I am only jocking! Luego, Lazarus se rio a carcajadas, mientras Hernando me comentaría quedamente en nuestro idioma que seguramente estaría pensando el muchacho que se había topado con unos dementes, pero el chamo sonriendo nos comentó. -It is okey with me.
Colombia, Grecia y Venezuela en un tren. -¡Que
verraquera! Lo dijo Hernando
y dio inicio a un contrapunteo geográfico interrogando cuasi
inquisidor. -¿Capital de Malasia? ¿Capital de Indonesia?
¿Capital de Australia? Lazarus iba respondiendo, a
trompicones, -Sí. Kuala Lumpur, Dakarta, Camberra. Repreguntaría el chamo entonces… -How
can you know so much about geography? Are you both some sort of teachers? Entonces realmente fue cuando tratamos de presentarnos formalmente. -Somos
patólogos. Lazarus sorprendido… -Physicians? From South America? … y ahí fue cuando el
estudiante de Medicina se entusiasmaría de veras.
Hernando de nuevo volvió a la carga cual inquisidor…
-¿Qué sabes sobre Cristóbal Colón? América, ¿de dónde viene el nombre?,
Américo Vespucio, ¿y Venezuela?, la Venecia del Coquivacoa ¿Has oído hablar de Alonso de Ojeda?... ¿Cómo brindas en griego? ¿Cómo en
otros idiomas? Salud, salute, campai, y, ¿cómo se insulta en diferentes idiomas? Relucen
maldiciones en griego, ¿Y qué tal en turco?, griegos y turcos no se
las llevan muy bien... Terminamos hablando sobre Estambul, sobre
la tragedia de Armenia, de los armenios y los malvados turcos... La
historia...
¿Qué queda ahora de los persas de antaño?
Babilonia es Bagdad. ¿Qué es lo que queda de los griegos? ¿Algo
de Esquilo? Recordamos a Edipo rey. ¿Volveremos a ver
algún Pericles? You know what Lazarus?, in your life you have to do
everything intensively, that is the secret, intensively, if you take a shower,
you have to feel the water hiting your skin, intensively, study and concentrate
yourself in what you are learning, when examining a child, give you completely,
intensively... Admirando y escuchando, yo pensaba en
Hernando, quien ya era abuelo, y al oírle conversar con Lazarus me parecía un
patriarca.
Hernando en sus consejos, le ponía todo el cariño y la sapiencia de lo
que es la vida. Se los ofrecía gratuitamente y el joven griego los captaba...
Mi amigo voltearía momentáneamente para decirme. -Siento como si
hablara con uno de mis hijos… En su inglés con acento británico Lazarus
nos informaria:- I think I am a good student... Yes, tha´s what people say. Hernando
piensa en sus hijos, mientras por la ventanilla el sol corre como una pelota
anaranjada ocultándose a cada paso tras sombras muy negras. A mí, Lazarus me
recordaba a Jorge Eduardo, me había impresionado por su buena educación, su don
de gente...
Súbitamente Hernando le estaba planteando el
Teorema de Pitágoras, y… ¡Ajá! El joven griego sabía cómo hacerle frente a la
situación y lo resolvería, para plantearnos luego un problema matemático sin
solución posible… Terminamos cayendo en una discusión sobre la Filosofía… Lazarus nos diría: -Greeks now, are not the same. People have
changed. We have had so many invaders, so many nations, countries,
politicians... We greeks are not the same. La historia de una vieja nación reflejada en la
opinión de aquel joven de una nueva generación, tenía un dejo de nostalgia. La
tristeza de saber que ya no nacerá otro Eurípides, no vendrá otro Fidias, ni un
nuevo Pericles, no más Sócrates ni nadie que construya otro Partenón… Y yo
reflexionaba sobre nuestro entrópico paraíso tropical…
-Somos un pueblo pobre, abandonado, sin una
historia centenaria, algunos nos considerarán una escoria del Tercer Mundo,
pero somos ricos en futuro, abiertos hacia el porvenir. Grecia en la persona de
aquel joven médico no aspiraba por más filósofos. Ya su esplendor había pasado,
pero le quedan las casitas blancas brillando al sol del Mediterráneo, y en la
orilla de mar, las piedras y la belleza de una línea de añil en el horizonte… Eso
era bastante. Entonces hablamos
sobre Constantino y yo traje al tapete a Justiniano, y a Juan de Capadocia, y a
Teodora y del significado del manto purpurino… de aquí regresar a Ronald Regan
fue un solo brinco histórico.
Hablar de los gobiernos entregados a los grandes consorcios
en los Estados Unidos, era un lugar común, pero Hernando insistirá. -Goberments
are like prostitutes! Lazarus expresaba sus
deseos. -I hope to be a pediatrician, but how to get into
USA? Hernando le daría detalles del cómo y dónde tomar el
ECFMG. -You have to take it. Pediatricians in general
practice have a good chance in USA at the present time. Lazarus me ha impresionado y pienso que no era esa
la idea que yo había tenido de ningún griego. Joven y educado, Lazarus nos
llevó de vuelta a la época del Monte Olimpo y después del siglo de oro, por
Praxiteles caímos en Sófocles y luego en Platón... ¿Tal vez así eran los
griegos de antes?
Lazarus, griego y ateniense, Argimiro colombiano de
Iabagué, y yo venezolano y maracucho. Todos fuera del terruño, uno en los
Estados Unidos, el otro, viviendo en Caracas, la sucursal del cielo... En este
viaje, entre Viena y Budapest he sentido el recuerdo de todos, a Jorge y a Juan
los tengo ante mis ojos con Lazarus, Tomy con los cuentos del Rodrigo de
Hernando. Clarita y Beatriz se han cruzado en nuestros conciliábulos. ¡Francisco,
como quisiera haber estado más tiempo de mi vida contigo! Hernando se ha
asombrado con las increíbles hazañas de Pablito y del catire Fernando hablamos
del susto que pasamos cuando recién nacido y de su estenosis pilórica… He
llegado a encontrarme pensando en inglés y ese fenómeno hacía años que no me
acontecía. Fue bueno recordar lo sucedido en el tren, entre Hungría y Austria,
allí alejándonos de Budapest disfrutamos una cátedra de la vida, sincera,
abierta, fructífera e inolvidable.
NOTA: con
algunas modificaciones, el texto es tomado de “La Entropía Tropical” novela,
Ediluz, 2003.
Maracaibo, miércoles
17 de julio del año 2025
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