domingo, 18 de mayo de 2025

Serpientes venenosas

 Entre 81.000 y 138.000 personas en el mundo fallecen anualmente por complicaciones. Muertes silenciosas, muchas veces lejos de los hospitales, en zonas rurales de América, Asia y África, pero lo más inquietante es que el antídoto que se utiliza en la actualidad no es tan distinto del suero derivado de animales inmunizados que creó el médico francés Albert Calmette en 1895.

Hablaremos de un equipo científico que en el camino hacia un antídoto universal y usando los anticuerpos de un estadounidense que casi muere debido a su obsesión con estos animales ha creado un suero que neutraliza el veneno de 19 serpientes de las especies más letales,

Más de un siglo después del suero de Calmette, un grupo de científicos estadounidenses ha logrado desarrollar y probar un antídoto en ratones con resultados alentadores. El antiveneno tiene el potencial de proteger contra la mordedura de especies letales como la mamba negra, la cobra real y la serpiente de cascabel. Los resultados los publica este la revista Cell, pero lo más sorprendente del hallazgo es su origen.

La nueva fórmula fue creada a partir de los anticuerpos de Tim Friede, un exmecánico de camiones de Wisconsin (EUA) que ha dedicado 18 años de sus 56 años de vida a inmunizarse voluntariamente contra el veneno de serpiente recibiendo mordedura tras mordedura...

¡La historia de Friede es, insensata y admirable! Él o es científico, pero su cuerpo se ha transformado en un laboratorio viviente. De sus propios anticuerpos nace ahora la esperanza de una nueva generación de antídotos. El suero experimental combina dos de esos anticuerpos con un inhibidor de moléculas pequeñas, lo que podría allanar el camino hacia un antídoto universal. El hallazgo ha sido liderado por Jacob Glanville, director ejecutivo de la empresa californiana de investigación de vacunas Centivax.

“Contacté a Tim Friede y le pregunté si podíamos obtener un poco de su sangre para empezar a buscar en su memoria inmunológica”, Cuenta Glanville, autor principal del estudio, que para su éxito fue clave la experiencia de Peter Kwong, profesor de Ciencias Médicas de la Universidad de Columbia y miembro de los Institutos Nacionales de Salud de EUA. Se conocieron en la Fundación Gates porque habían recibido subvenciones para el gran desafío de crear una vacuna universal contra la gripe. “Los datos iniciales que Jake Glanville tenía sobre el inhibidor no eran muy alentadores”, admitiría Kwong.

Glanville descubrió en la sangre de Friede el anticuerpo LNX-D09, que en un principio protegió a los ratones de una dosis de veneno de seis de las 19 especies más letales de la familia de los elápidos (Elapidae), culebras también conocidas como proteroglifos, que son una familia de serpientes muy venenosas de las regiones tropicales y subtropicales de todo el mundo y que se caracterizan por poseer colmillos fijos huecos por los que inyectan el veneno, que son venenos neurotóxicos y tienen efectos principalmente sobre el sistema nervioso, causando parálisis y otras complicaciones.

“Pero al agregar el tercer componente, mejoraron mucho y es lo que se describe en el artículo actual”, dice Kwong. El equipo añadió la molécula pequeña varespladib, un conocido inhibidor de toxinas. Varespladib bloquea la fosfolipasa A2 secretora (sPLA2), una enzima fundamental para el funcionamiento de la respuesta inmunitaria innata de muchos animales, incluidas las serpientes venenosas, la sPLA2 se ha convertido en un veneno mortal. También incluyeron un segundo anticuerpo aislado del donante, llamado SNX-B03, que extendió la protección total sin precedentes contra 13 de las especies y una protección parcial para las restantes.

La obsesión de Tom Friede lo llevó al borde de la muerte en diversas ocasiones. Es por ello que los científicos ponen el énfasis en que nadie debe replicar esta conducta. El marco ético del estudio se basó en la investigación del VIH, donde a veces se estudia a personas de alto riesgo, pero no se les expone a uno mayor. “Nunca le dimos antídoto, solo le extrajimos sangre”, señala Glanville.

María Elena Barragán, directora ejecutiva de la Fundación Herpetológica Gustavo Orcés (Ecuador) considera que el estudio es necesario y válido, ya que “muestra un camino”, aunque aún faltaría bastante para que algo similar pueda adaptarse a los países de Latinoamérica. “La incorporación de análisis moleculares, que son replicados en laboratorios especializados en nanotecnología y nanomoléculas, está siendo liderada por países desarrollados como los Estados Unidos, Australia o Inglaterra”, sostiene.

En territorio ecuatoriano se han identificado 18 especies de víboras del género Bothrops y otras 18 del género Micrurus (corales), que están relacionadas con el grupo de los elápidos analizado en el estudio. Según la herpetóloga, se necesitarían al menos diez años de investigación y ensayos para poder difundir esta información de manera efectiva entre la sociedad y las autoridades. “Claramente, puede ser el punto de partida”, concluye.

Los expertos reconocen que el experimento tiene limitaciones. A los ratones se les administró una dosis de veneno cuatro veces superior a la letal, que garantiza la muerte si el antídoto no funciona. En una mordedura real, sin embargo, la dosis es variable y puede incluso superar esa cantidad. “Planeamos repetir algunos experimentos con más veneno para detectar otras toxinas relevantes”, asegura el experto. Además, desean desarrollar un antídoto dirigido a la otra familia principal de serpientes: las víboras.

Tras probar su cóctel antiveneno en ratones de laboratorio, el equipo busca ahora probar su efectividad en el campo, comenzando por administrar el antiveneno a perros llevados a clínicas veterinarias por mordeduras de serpiente en Australia, donde abundan las serpientes venenosas. Allí, humanos y perros son mordidos por las mismas especies. Los canes son candidatos ideales para ensayos controlados en clínicas veterinarias.

La ventaja de estas serpientes es que su veneno causa una parálisis progresiva sin dañar tejidos, lo que permite observar con claridad el efecto del antídoto. “Si no funciona, se puede recurrir al tratamiento estándar, sin poner en riesgo a la mascota”, afirma Jacob Glanville. Esta estrategia permitiría demostrar la eficacia del nuevo contraveneno en un entorno real, antes de avanzar hacia estudios en humanos.

Los próximos pasos no dependen del ámbito académico, sino de la industria, afirma Peter Kwong. “Necesitas una empresa que junte todo esto y cree un producto que se pueda vender a la gente”, expresa. Todo depende de la financiación que puedan obtener. Los científicos esperan que este avance pueda aplicarse pronto en humanos y ampliar su efectividad a otros tipos de serpientes, reduciendo así las muertes por envenenamiento.

Maracaibo, domingo 18 de mayo del año 2025

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