Platón el filósofo
griego, 380 años antes de Cristo describió en sus obras Timeo y Critias, la existencia de un enorme continente llamado
La Atlántida que se encontraba "a un punto distante en el océano
Atlántico" frente a las Columnas de Hércules (el Estrecho de Gibraltar). Platón dijo que la isla continente se
hundió en el mar por espacio de un día y a partir de aquí comienza la leyenda
del continente perdido y de la ciudad desaparecida de La Atlántida, y desde entonces la historia y la imaginación ha
servido para usar su nombre hasta para denominar una casa en Maracaibo…
¡Pues no! No es aquel “man” quien aparece en “El Hombre de la Atlántida
seguido de Un Cuento de Piratas”,
que vino a ser el título de un libro de Norberto
José Olivar publicado el 9
Enero de 2018 en Maracaibo, donde narra su historia personal sobre “El hombre de la Atlántida” la cual según su descripción, parece corresponder
a la administración de una contracorriente, que muestra por un lado “la vida titilante de un héroe civil de
provincia, y por el otro, el empeño de una feligresía en hacer de su vida un
tránsito anodino y puramente correcto”…“A fuerza de exaltar parcialidades,
quienes han debido dar testimonio cabal, terminaron por construir una imagen
aséptica y peligrosamente vacía”.
Es así como, narraría la historia, tensa según el
escritor Norberto Olivar, y tal vez también angustiada, de Jesús Enrique
Lossada, la cual es casi desconocida para los espectadores de hoy, pues “al pretender honrarlo lo despojaron de la
dimensión humana, hasta hacer de él un culto alimentado de omisiones y también
por exageraciones y envuelto en la tristeza de su origen más que en el
escándalo, su verdadero temperamento nos ha sido escamoteado. Nacimiento y
muerte aparecen como hitos pecaminosos identificados con la fatalidad”.
En Un cuento
de piratas, hay un depresivo profesor aspirante a escritor que nos cuenta
mucho más que un mapa del tesoro o el registro de una conspiración política, la
cual en esencia es una crítica lúcida a la falsificación de un pasado ilustrado
con piratas del Caribe al borde de la ficción y de una realidad que jamás
existió… Cuento es cuento. ¿Cierto?
En una entrevista que Valmore Muñoz Arteaga le
hiciera a Norberto Olivar, él relataría como: “Un ex miembro de la Asamblea
Constituyente me dedicó, sino recuerdo mal, más de veinte cuartillas, entre las
cuales me insultaba y me animaba a seguir escribiendo, pero eso sí, con un poco
más de respeto y sentido común”. La explicación del escritor sobre “la
interpretación de la realidad simplificada” era que a cierta gente no les gusta
de escuchar la verdad, y quizás será por ser “imbéciles o,
sencillamente, unos sinvergüenzas”…
Norberto añadiría: “Valery dice
que hablamos de la libertad …cuando falta... Lo triste es que el discurso
político está atomizando la posibilidad de pensar con seriedad y profundidad,
en la libertad. Todo se reduce a la opinión y al protocolo electoral”.
Norberto José Olivar, le hablaría a Valmore Muñoz, sobre los escritores
venezolanos que le han causado un favorable impacto, ellos van desde Francisco Massiani y Eduardo Liendo que
enseñan la importancia del humor y la nostalgia, a Victoria de Stefano que nos sumerge
en la metaliteratura; con Adriano González León y Ana Teresa Torres, nos dejamos
llevar hacia la política, con lo social y cultural. Pero es difícil
precisar, dice Norberto Olivar porque “la literatura venezolana no te
influye, somos parte de ella. Finalmente Norberto, le relataría su
experiencia de cuando leyera “Piedra de
mar”…
Rafael Osio Cabrices escribiría sobre otra
novela de Norberto, El oscuro
señor V, señalando que no es la primera vez que se usa la
agonía del caudillo en la literatura latinoamericana; El general en su
laberinto y La muerte de Artemio Cruz son solo dos entre muchos
ejemplos. El oscuro señor V, es la novela de cuando el prócer
zuliano general Rafael Urdaneta, ya no puede caminar ni ver, pero sí recordar y
al tratar de ordenar sus asuntos, en París de 1845, lejos tanto en el espacio
como en el tiempo del mundo donde ejecutó sus hazañas y esperando la muerte,
junto con su esposa Dolores, miran atrás y cuentan sus historias a quienes los
rodean y será Rafael María Baralt, quien narrará todo el encuentro.
Olivar acude a Baralt desde su ya consolidado estilo de novelas breves e ingeniosas, para desnudar
la crueldad de la guerra, de la corrupción moral del bando patriota a partir
del decreto de guerra a muerte, y de la vida de Urdaneta, un ludópata, hombre
que lamentaba tantas muertes, y quien trasformado en un nómada no se sentía ni
colombiano ni venezolano. Norberto José Olivar cuenta que “La novela comienza con un pacto ficcional, donde el lector camina
tranquilo por la delgada línea de fuego entre la ‘verdad’ y la ‘ficción’…
desde los textos escolares a las crónicas locales que cuentan algunos de esos
episodios… La ficción le permitía atar
cabos sueltos.
Pero Olivar no quería completar una crónica histórica, sino reunir
mediante la ficción las ideas que no suelen estar en la historia oficial, donde
los héroes son impecables y encarnan las virtudes que la élite de un momento
específico quiere vender a la nación. Olivar, quien es también profesor de
Historia en universidades públicas y privadas de Maracaibo nos dice que “La historia del Zulia se ha escrito,
lamentablemente, tratando de construir una narrativa paralela a los episodios
considerados nacionales”, lo cual es absolutamente falso, el Zulia nunca
tuvo ese perfil e importancia, pero “se
han dado a la tarea de buscar equivalentes, iguales o superiores a lo que pasó
en Caracas o el resto de Venezuela, para el orgullo y la identidad local”.
Según el escritor, la figura de Rafael Urdaneta es el clásico ejemplo de
esta tradición histórica de su región. “Mediante
su cercanía con Bolívar, Urdaneta ha servido para conectar al Zulia al curso de
la historia venezolana, cuando lo cierto fue la indiferencia del Zulia ante la
idea de formar parte de esa perspectiva nacional”. Discurriría Norberto
José Olivar sobre el comportamiento de la región durante los golpes de estado. “Hoy tenemos a un chavismo siempre dispuesto
a acusar de traidor a la patria a quien no participe de la religión bolivariana
y militarista de la que Chávez se empeñó en ser sumo sacerdote, hasta el punto
de abrir la tumba de Bolívar”.
Cuenta Norberto José Olivar que en el Zulia la manipulación de la figura
de Urdaneta ayudó a abonar a la mentalidad militarista, pero en 1888, durante
la celebración de su centenario, un grupo de intelectuales, empresarios y
comerciantes decidió con coraje celebrar en mismos días la figura de, el intelectual
más importante hasta ese momento en la región, el historiador Rafael María
Baralt, e instalaron su estatua frente al Convento, en medio de la calle que
servía de entrada desde el lago a la ciudad, como representación de lo que
queremos ser. La estatua sigue en su
sitio, convertida en un ícono de identidad de Maracaibo. El
oscuro señor V de Norberto Olivar es, también, un homenaje a
Rafael María Baralt.
Para lapesteloca, este
artículo sobre un importante “escritor
de novelas, contemporáneo y zuliano”,
lo cual es evidentemente muy novedoso, aunque no dejaremos de insistir en que lamentablemente
entre nosotros, es un fenómeno muy poco común.
En Maracaibo, el
martes 6 de mayo del año 2025
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