martes, 6 de mayo de 2025

La Atlántida de Norberto


Platón el filósofo griego, 380 años antes de Cristo describió en sus obras Timeo y Critias, la existencia de un enorme continente llamado La Atlántida que se encontraba "a un punto distante en el océano Atlántico" frente a las Columnas de Hércules (el Estrecho de Gibraltar). Platón dijo que la isla continente se hundió en el mar por espacio de un día y a partir de aquí comienza la leyenda del continente perdido y de la ciudad desaparecida de La Atlántida, y desde entonces la historia y la imaginación ha servido para usar su nombre hasta para denominar una casa en Maracaibo…

Norberto José Olivar es Doctor en Ciencias Políticas e historiador y como escritor zuliano, desde Los guerreros (1999), su primer trabajo narrativo, forma parte de los cuentistas incluidos en el libro de Antonio Carlos Ortega sobre los nuevos narradores venezolanos. Ha sido galardonado con el Premio de la Crítica de Ficción Breve 2009 y con el Premio Municipal de Narrativa 2010, concedido por la Alcaldía Libertador y Recibió Mención Especial en el 66 Concurso Anual de Cuentos de El Nacional en el año 2011. Entre sus novelas destaca El hombre de la Atlántida (2003) una historia real que no tiene nada que ver con la del Man from Atlantis (breve serie  de ciencia ficción de la televisión llamada El hombre de la Atlántida en Latinoamérica) que duró 13 episodios en la cadena NBC durante la temporada 1977-1978.

¡Pues no! No es aquel “man” quien aparece en “El Hombre de la Atlántida seguido de Un Cuento de Piratas”, que vino a ser el título de un libro de Norberto José Olivar publicado el 9 Enero de 2018 en Maracaibo, donde narra su historia personal sobre “El hombre de la Atlántida la cual según su descripción, parece corresponder a la administración de una contracorriente, que muestra por un lado “la vida titilante de un héroe civil de provincia, y por el otro, el empeño de una feligresía en hacer de su vida un tránsito anodino y puramente correcto”…“A fuerza de exaltar parcialidades, quienes han debido dar testimonio cabal, terminaron por construir una imagen aséptica y peligrosamente vacía”.

Es así como, narraría la historia, tensa según el escritor Norberto Olivar, y tal vez también angustiada, de Jesús Enrique Lossada, la cual es casi desconocida para los espectadores de hoy, pues “al pretender honrarlo lo despojaron de la dimensión humana, hasta hacer de él un culto alimentado de omisiones y también por exageraciones y envuelto en la tristeza de su origen más que en el escándalo, su verdadero temperamento nos ha sido escamoteado. Nacimiento y muerte aparecen como hitos pecaminosos identificados con la fatalidad”.

En Un cuento de piratas, hay un depresivo profesor aspirante a escritor que nos cuenta mucho más que un mapa del tesoro o el registro de una conspiración política, la cual en esencia es una crítica lúcida a la falsificación de un pasado ilustrado con piratas del Caribe al borde de la ficción y de una realidad que jamás existió… Cuento es cuento. ¿Cierto?

En una entrevista que Valmore Muñoz Arteaga le hiciera a Norberto Olivar, él relataría como: “Un ex miembro de la Asamblea Constituyente me dedicó, sino recuerdo mal, más de veinte cuartillas, entre las cuales me insultaba y me animaba a seguir escribiendo, pero eso sí, con un poco más de respeto y sentido común”. La explicación del escritor sobre “la interpretación de la realidad simplificada” era que a cierta gente no les gusta de escuchar la verdad, y quizás será por ser “imbéciles o, sencillamente, unos sinvergüenzas”… Norberto añadiría: “Valery dice que hablamos de la libertad …cuando falta... Lo triste es que el discurso político está atomizando la posibilidad de pensar con seriedad y profundidad, en la libertad. Todo se reduce a la opinión y al protocolo electoral”.

Norberto José Olivar, le hablaría a Valmore Muñoz, sobre los escritores venezolanos que le han causado un favorable impacto, ellos van desde Francisco Massiani y Eduardo Liendo que enseñan la importancia del humor y la nostalgia, a Victoria de Stefano que nos sumerge en la metaliteratura; con Adriano González León y Ana Teresa Torres, nos dejamos llevar hacia la política, con lo social y cultural. Pero es difícil precisar, dice Norberto Olivar porque “la literatura venezolana no te influye, somos parte de ella. Finalmente Norberto, le relataría su experiencia de cuando leyera “Piedra de mar”…

Rafael Osio Cabrices escribiría sobre otra novela de Norberto, El oscuro señor V, señalando que no es la primera vez que se usa la agonía del caudillo en la literatura latinoamericana; El general en su laberinto y La muerte de Artemio Cruz son solo dos entre muchos ejemplos. El oscuro señor V, es la novela de cuando el prócer zuliano general Rafael Urdaneta, ya no puede caminar ni ver, pero sí recordar y al tratar de ordenar sus asuntos, en París de 1845, lejos tanto en el espacio como en el tiempo del mundo donde ejecutó sus hazañas y esperando la muerte, junto con su esposa Dolores, miran atrás y cuentan sus historias a quienes los rodean y será Rafael María Baralt, quien narrará todo el encuentro.

Olivar acude a Baralt desde su ya consolidado estilo de novelas breves e ingeniosas, para desnudar la crueldad de la guerra, de la corrupción moral del bando patriota a partir del decreto de guerra a muerte, y de la vida de Urdaneta, un ludópata, hombre que lamentaba tantas muertes, y quien trasformado en un nómada no se sentía ni colombiano ni venezolano. Norberto José Olivar cuenta que “La novela comienza con un pacto ficcional, donde el lector camina tranquilo por la delgada línea de fuego entre la ‘verdad’ y la ‘ficción’… desde los textos escolares a las crónicas locales que cuentan algunos de esos episodios…  La ficción le permitía atar cabos sueltos.

Pero Olivar no quería completar una crónica histórica, sino reunir mediante la ficción las ideas que no suelen estar en la historia oficial, donde los héroes son impecables y encarnan las virtudes que la élite de un momento específico quiere vender a la nación. Olivar, quien es también profesor de Historia en universidades públicas y privadas de Maracaibo nos dice que “La historia del Zulia se ha escrito, lamentablemente, tratando de construir una narrativa paralela a los episodios considerados nacionales”, lo cual es absolutamente falso, el Zulia nunca tuvo ese perfil e importancia, pero “se han dado a la tarea de buscar equivalentes, iguales o superiores a lo que pasó en Caracas o el resto de Venezuela, para el orgullo y la identidad local”.

Según el escritor, la figura de Rafael Urdaneta es el clásico ejemplo de esta tradición histórica de su región. “Mediante su cercanía con Bolívar, Urdaneta ha servido para conectar al Zulia al curso de la historia venezolana, cuando lo cierto fue la indiferencia del Zulia ante la idea de formar parte de esa perspectiva nacional”. Discurriría Norberto José Olivar sobre el comportamiento de la región durante los golpes de estado. “Hoy tenemos a un chavismo siempre dispuesto a acusar de traidor a la patria a quien no participe de la religión bolivariana y militarista de la que Chávez se empeñó en ser sumo sacerdote, hasta el punto de abrir la tumba de Bolívar”.

Cuenta Norberto José Olivar que en el Zulia la manipulación de la figura de Urdaneta ayudó a abonar a la mentalidad militarista, pero en 1888, durante la celebración de su centenario, un grupo de intelectuales, empresarios y comerciantes decidió con coraje celebrar en mismos días la figura de, el intelectual más importante hasta ese momento en la región, el historiador Rafael María Baralt, e instalaron su estatua frente al Convento, en medio de la calle que servía de entrada desde el lago a la ciudad, como representación de lo que queremos ser. La estatua sigue en su sitio, convertida en un ícono de identidad de Maracaibo. El oscuro señor V de Norberto Olivar es, también, un homenaje a Rafael María Baralt. 

Para lapesteloca, este artículo sobre un importante “escritor de novelas, contemporáneo y zuliano”, lo cual es evidentemente muy novedoso, aunque no dejaremos de insistir en que lamentablemente entre nosotros, es un fenómeno muy poco común.

En Maracaibo, el martes 6 de mayo del año 2025

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