jueves, 8 de mayo de 2025

Für Elise (Para Elisa)

 

Für Elise (Para Elisa) es una de las melodías más famosas del compositor Ludwig van Beethoven (1770-1827). A más de 200 años de su creación, sigue teniendo el magnetismo y aura de misterio que gira en torno a su origen. ¿A quién fue dedicada? ¿Cómo fue que se rescató del olvido?

El compositor alemán había nacido en 1770, es el responsable de algunas de las piezas más trascendentes de la música universal, como son la Sinfonía n° 9 y también “Para Elisa”: la historia de este tema inmortal puede servir para un breve repaso por la obra musical del genio alemán.

Beethoven publicó tres colecciones de pequeñas piezas para piano llamadas originalmente en francés: “bagatelles”. Una bagatela es algo sin importancia, una baratija y la más célebre de todas –posiblemente se trate de los tres minutos más famosos de toda la historia de la música– es Para Elisa. La cual tal vez ni fuera para Elisa ni haya sido compuesta totalmente por él. No fue editada durante su vida, y sólo existe una transcripción de un manuscrito de Beethoven cuyo original jamás nadie encontró.


Podía ser que allí dijera Für Elise pero también era probable que lo escrito fuera Für Therese. Y en la vida del compositor hubo varias Elise y también varias Therese, entre ellas Therese Malfatti von Rohrenbach zu Dezza, la alumna a la que le había declarado su amor en 1810 (fecha posible de composición de la pieza, o de su borrador) y Therese acabó casándose seis años después con un noble funcionario vienés.


Pero en rigor, nada de esto es demasiado importante… Porque Para Elisa es un símbolo, un emblema. Y, sobre todo, es una belleza y por demás, una obra de arte –y Beethoven es un artista– es lo que fue, pero, sobre todo, es lo que la historia construyó a partir de ella. El cortejo fúnebre de Beethoven fue acompañado por las calles de Viena por unas 30.000 personas quienes en su mayoría desconocía su obra –pero no su fama como el mejor compositor de la época– tanto su música como las lecturas se hicieron a partir de ellas.


Beethoven es ni más ni menos que el único compositor del que se consideraron herederos todos los que le sucedieron ya que en Ludwig van se cristalizó -o fue a partir de Beethoven que se cristalizó- mucho de lo que todavía hoy, a doscientos cincuenta años de su nacimiento, sigue siendo central en la idea de lo que es esa música llamada clásica y de lo que la hace importante.

Cada una de las composiciones de Ludwig van Beethoven, de sus sinfonías, sonatas o conciertos, desarrollan una idea narrativa, y con esa concepción los distintos movimientos constituían una unidad –algo similar a los varios actos de una pieza teatral– y un tránsito. Con Beethoven comienza a aparecer la noción de que, las nueve sinfonías, o las 32 sonatas para piano, constituyen un nuevo relato que, por otra parte, sólo cobra un sentido cabal en la totalidad de su obra.


En el caso de Beethoven, independientemente de su lugar en la saga de su vida, especie de novela incesante, sus composiciones todas, son universos creativos de singular complejidad, portadoras de una belleza y poder comunicativo infrecuente. A Beethoven, nadie debería dejar de oír pues posee un estilo que muchos ubican como puente entre el clasicismo y el romanticismo, su obra influyó a numerosos artistas de la época y se mantiene vigente hasta el día de hoy.  


Eso es lo que ocurre con el misterio que gira en torno a algunas de sus composiciones, sobre todo una de sus más famosas piezas: Para Elisa. El nombre de esa “bagatela para piano” en realidad tiene su origen en la supuesta dedicatoria que fue hallada en el manuscrito original. “Supuesta” porque, hasta ahora, no hay pruebas de la existencia del mismo y la versión que se difundió fue en verdad la de la transcripción de Ludwig Nohl, un musicólogo alemán. Según algunos investigadores sólo se trataba de un esbozo que Nohl completó y en el que había una dedicatoria con tan mala letra que el transcriptor la malinterpretó.


La pieza es conocida como Para Elisa y también como Para Teresa.  El famoso compositor alemán no tenía una caligrafía muy prolija, lo que podría haber generado una confusión al momento de la transcripción, y hay quienes afirman que Beethoven utilizó un nombre en código para no compartir de manera tan abierta los sentimientos que tenía hacia su enamorada.


Todo parece indicar que se trataba de Therese Malfatti von Rohrenbach zu Dezza, (1792–1851), aunque también existe la posibilidad de que la mujer que inspiró esta famosa melodía haya sido Elisabeth Röckel. Therese Malfatti fue una joven alumna que tomaba clases de piano con Beethoven. Al parecer, en 1810, fecha en la que habría sido compuesta esta pieza, el músico se le declaró abiertamente y obtuvo un rechazo como respuesta. En cuanto a Elisabeth Röckel (1793-1883) fue una cantante soprano alemana, y la teoría en este caso indica que es la famosa Elisa de la dedicatoria.


Al parecer, Beethoven creó su “bagatela” como uno de sus tantos ejercicios y bocetos y nunca tuvo intenciones de publicarla en vida. Tal es así que la obra ve la luz por primera vez en 1867, 40 años después de su muerte. Los cuadernos del artista estaban en posesión de Therese Malfatti, quien siguió siendo su amiga a pesar de la relación fallida. Según lo compartido por Nohl, el manuscrito estaba fechado en el 27 de abril de 1810 y tenía la siguiente anotación: “Para Elisa, en recuerdo de Ludwig van Beethoven”.


Maracaibo, jueves 8 de mayo del año 2025

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