miércoles, 21 de mayo de 2025

La “tierruca” de Pereda


No he tenido la suerte de haber leídoEl sabor de la tierrucade José María de Pereda, y no sé cuándo ni dónde me enteré, de la existencia de esta obra, pero su título siempre me llamó la atención. Hoy desvelo en lapesteloca algunos detalles interesantes sobre este escritor español cántabro y su obra literaria muy apegada a su terruño.  

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José María de Pereda y Sánchez de Porrúa (1833-1906) fue un novelista español del período realista, autor de célebres novelas costumbristas. Fue Miembro de la Real Academia Española, distinguido con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso XII(1903) también político, afiliado al carlismo. Sus obras más conocidas son Peñas arriba, De tal palo tal astilla, La puchera y, particularmente Sotileza, la que dio lugar a que ya en 1872 fuese nombrado miembro correspondiente de la Real Academia Española.

Sus padres eran de Polanco y de Comillas ambas localidades en Cantabria. La pareja tuvo veintidós hijos, aunque solo nueve sobrepasaron la juventud y llegaron a adultos. Vivieron de la agricultura y la ganadería en el pueblo natal y se trasladaron a la capital, Santander, para que José María pudiese preparar su ingreso en el Instituto Cántabro. A los once años, en 1843, ya fue alumno del instituto en el que también estudiaron Menéndez PelayoGregorio Marañón y Gerardo Diego.

De temperamento neurótico e hipersensible desde niño, durante el bachillerato fue un estudiante más amante de la caza, la pesca y la vida en contacto con la naturaleza que de otras ocupaciones, por lo que no avanzó mucho. Terminados los estudios de Humanidades, en el otoño de 1852, se trasladó a Madrid para cursar la preparatoria del ingreso en la Academia de Artillería de Segovia. Allí junto a otros estudiantes de su provincia, se interesó poco por los libros científicos, y se dedicó más a las tertulias en el café de “La Esmeralda”, los bailes de Capellanes y el teatro.

Por entonces es testigo de la Revolución de 1854, donde casi fallece a consecuencia de los tiroteos en las calles, sucesos a los que aludiría más adelante en su novela Pedro Sánchez (1883). En esa época escribió La fortuna en un sombrero (1854), comedia que no se llegó a publicar. Pereda regresaría a Santander donde en 1855 fallece su madre y él contrae poco después el cólera. Al año siguiente “una neurastenia” le dejó postrado y obligó a su familia a enviarlo a Andalucía, el año 1857.

Al reaparecer en Santander en el diario La Abeja Montañesa, Pereda decidió iniciar una carrera periodística y comenzó a publicar -con el seudónimo Paredes- críticas teatrales y esbozos costumbristas. Fundó en 1858 el semanal El Tío Cayetano y monto con poca suerte las piezas teatrales: Tanto tienes, tanto vales (1861), Palos en seco (1861), Marchar con el siglo (1863) y Mundo, amor y vanidad (1863), con poca suerte, aunque fueron publicadas en 1869 con el título de Ensayos dramáticos.

En 1864 Escenas montañesas, le convirtió en una celebridad local. El mismo año en Madrid, empezó a publicar en El Museo Universal y en 1866 colabora con otros autores en el libro colectivo Escenas de la vida, colección de cuentos y cuadros de costumbres. Su segundo libro fue, Tipos y paisajes. En abril de 1869 se casa con Diodora de la Revilla y dos años más tarde inicia su carrera política presentándose como diputado carlista por el distrito de Cabuérniga. Salió elegido por escaso margen, lo que le hizo ampliar sus amistades en Madrid y darse a conocer. Sus ideas carlistas, sin embargo, no le impiden hacer amistad con escritores de ideología contraria, como Galdós y Leopoldo Alas “Clarín»”.

Sobre su experiencia política escribió la novela corta Los hombres de pro, incluida en su libro Bocetos al temple (1876). Decidiría dejar la política para consagrarse a sus hijos durante cuatro o cinco años. Pero estimulado por Marcelino Menéndez Pelayo y Gumersindo Laverde, volvió a la literatura, más centrado en la narración extensa y realista que en el cuadro de costumbres. Sus novelas estaban ambientadas casi siempre en La Montaña, salvo Pedro Sánchez (ambientada en Madrid) donde presentaba la idealización de las costumbres del pueblo frente a las urbanas.

En 1881, encontramos el primer testimonio epistolar de Pereda en el que anuncia a su amigo, maestro y consejero literario, Don Gumersindo Laverde, su compromiso de editar la novela El sabor de la tierruca con la Biblioteca Arte y Letras. Las palabras del novelista de Polanco a su amigo dejan constancia de su conocimiento de las anteriores obras de esta colección. El volumen resultante de esa determinación fue la edición en 1882 de El sabor de la tierruca, con grabados de C.Verdaguer sobre ilustraciones del excelente dibujante catalán Apeles Mestres, quien llegó a desplazarse a Polanco, pueblo natal de don José María y referente real de su relato, para realizar los bocetos sobre los que compondría las ilustraciones. En 1882 se publicaría El sabor de la tierruca. Copias del natural, con ilustraciones de Apeles Mestres y grabados de C.Verdaguer, (Barcelona, Biblioteca Artes y Letras, 1882). 

Entre sus obras más destacadas se encuentra Sotileza (1885), en la que retrata la forma de vida de los pescadores, y Peñas arriba (1895), centrada en los habitantes de montaña. Autores actuales han interpretado en la obra de Pereda un intento de recuperar el “habla montañesa, utilizando esta variante lingüística para caracterizar a sus personajes según su ámbito social, entorno rural o urbano, su profesión, etc.  Para Pereda, aunque consciente de que esta variante desnaturalizaba la lengua culta, con su obra costumbrista buscaba reflejar fielmente el habla viva de la Cantabria de su tiempo.

En 1875, Pereda respondió a una carta donde se le pedía que investigara el modo de hablar de La Montaña. En una carta-informe enviada por la Real Academia Española el 1 de junio de 1874, Pereda señala que en esa región se hablaba de un modo muy particular documentando en qué zonas se oyen sus voces y cómo varían en otras, pero apuntando que se trata de un idioma vulgar. En tal informe se lee: de todas las de España que no tienen dialecto propio, y aun exceptuando entre las que le tienen, únicamente aquellas en las cuales se habla vascuence, la de Santander es, a no dudar, la que más desnaturaliza y afea el castellano en su lenguaje común.

Me dio un gran gusto hoy martes 20 en “El hormiguero”(programa de Antena 3 en la TV española) escuchar a Miguel Ángel Revilla Roiz (1943), conocido economista, profesor, escritor y político español, quien fue presidente de Cantabria entre 2003 y 2011, y quien ha sido entre 2015 y 2023 secretario general del Partido Regionalista de Cantabria (PRC) desde 1988 hasta 2025, un personaje mediático muy apreciado, que está actualmente demandado penalmente por el “rey emérito” Juan Carlos de Borbón por haber supuestamente “hablado de las pasadas tropelías del soberano”, y quien hoy, en la tele, dejó escapar un rruca” entre sus expresiones vernáculas como digno hijo de sus ancestros cántabros.  

El suicidio en 1893 de Juan Manuel,  hijo de de José María de Pereda, le sorprendió cuando estaba redactando el vigésimo primer capítulo de su último libro (Peñas arriba), y este acontecimiento le afectó muchísimo, tanto que abandonó casi completamente la escritura; sumergido en una honda tristeza con complejos de culpabilidad que derivaría en una crisis existencial y religiosa y agravándose su neurastenia envejeció prematuramente. Únicamente publicó su desganada novela corta Pachín González, basada en un hecho real, la explosión en noviembre de 1893 del vapor Cabo Machichaco, atracado en el puerto de Santander con un cargamento de dinamita.

Su hija contrajo matrimonio en junio de 1903 con Enrique Rivero, de Jerez de la Frontera, hecho que levantó algo sus ánimos, pero en la primavera de 1904 sufrió una apoplejía que le dejó hemipléjico del lado izquierdo, y murió el 1 de marzo de 1906. Su cuerpo reposa en el cementerio de su natal Polanco, donde tiene un busto en su honor.

Maracaibo, miércoles 21 de mayo del año 2025

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