Monólogo interior
Iremos a la isla, creo que no nos queda
otra opción, quién sabe si resultará de algún provecho, siento que allí he de
hallar alguna respuesta, se escuchan tantas cosas, cuando el río suena, piedras
trae, o lleva, seguramente, ir será lo mejor, mañana lo intentaremos, será, es
probable, isla de los leprosos, porción de tierra rodeada de agua por todas
partes, definición de isla, menos por una, ¡claro está!, es por arriba, una vez
fuimos estudiantes, chistosos, ¿remembranzas tal vez?, una isla en la corriente,
¿de algún río?, del Esequibo y el Mazaruni, ¿allá en Guyana?, ¿del río San
Juan?, el del Perú, o ¿nuestra isla con la “ciudad de fuego” al frente?, en la
corriente que sube al norte bajo el puente, que baja al sur, centro del lago,
no es un juego, pleamar de luna, acaso brillando, cabrilleando en las ondas, y
la pienso cual si fuese una isla flotante, Solentiname sin volcanes lejanos, es
la nuestra una isla desgarrada, de historias tristes, y además sin poetas, ¿en
el lago de los poetas?, precisamente… ¡Ay!, tal vez hay por aquí mucho
hidepueta, ¿será la de Platón?, él allá admirando las columnas de Heracles,
¿una isla como la de Morel?, una sin fugitivos, sin fantasmas inventados, más
bien, ¿será la otra isla?, ¿la de Suniaga?, ¿quizá la del doctor Moreau?, para
experimentar con animales, Dasypus sabanicolas, ¿sus humanoides?, para nosotros
está a la vista, cruzar el puente y está más cerca, una isla como en el río San
Juan, sin un motociclista, la isla de Gael protagonista, cruzando el río, a
nado, y los leprosos a la espera, él acezante, ellos en la ribera, río de
corriente amazónica, meandros en la selva peruana, el Ché Gael y el leprocomio
infecto, selva de Pantaleón, albergando leprosos a montón, sin visitadoras, tan
solo él, queriendo cumplir con su deber, soñando con lograr alguna curación,
joven Guevara Lynch, Gael ahora, asmático, y su amigo Granados, que no es el
César bólido de la tele, éste Granados irá a tener a cabo Blanco, irá a parar,
a tener dicen algunos en Caracas, a dar al leprocomio guaireño, el de Jacinto,
con grandes piedras blancas, cual fortaleza frente al mar, obligado estoy a
recordar, Miranda en la
Carraca, fuera sido es por allá lo que es hubiera por aquí,
¿mejor hubiese?, juegos gramaticales, resabios infantiles, aprendidos de la
madre mía, la gran educadora, fina maestra de gramática, y para mí, especie de
manía, viene y se va, ella sola, maña o reflejo, en esto quizás me pueda
parecer a Alejo, ¡que Dios me ampare!, ya se lo he dicho a Ruth, todo es
cuestión de cómo vea las cosas, cierta objetividad, nada es casual todo es
causal, es como si aquí nos diera por denominarles los cusucos, en Panamá así
les dicen, igual en Costa Rica, les conocemos como los sabanícolas, son como
los conejos, cachicamos escavadores, Dasypus, raíz griega, animalitos
acorazados, son ellos quienes albergan los bacilos, puede que los trasmitan, se
dio la gran sorpresa, súbitamente, mis cachicamos se brotaron, es un secreto,
hace ya muchos meses, ¡no puede haber dasypus leoninos!, separamos las cepas,
no era posible, sabemos que no se pueden cultivar, Silvester el gran maestro,
presto lo decidió, ¡inoculemos pues!, presentimos que les bastaba un solo
inóculo, por otra parte preparados estábamos, organizamos tremendo bioterio,
Ruth tuvo mucho que ver en ese asunto, ¡ah mi querida Ruth!, tan dedicada, ruda
labor, hasta llegar a estar seguros, habrían de parir en cautiverio, nacen
cuatro de cada madre y una sola placenta, pequeñines con los ojos abiertos, la
carcasa es blandita, inolvidable la emoción de Ruth, ¡encantadora, mi querida
doctora!, ha sido todo un éxito, la poliembrionia, así la llaman, solo en ellos
se ve, sin duda es un misterio, ya hemos inoculado varias madres, las tenemos a
todas preparadas, parirán con los bacilos que han mutado, gestación de seis
meses, grandes expectativas, en muchas madres tan solo dos semanas nos faltan,
rayos ultravioleta del astro rey, calor de arenas, animalitos a pleno sol, bien
lo sabíamos, en la temperatura parece resolverse la charada, es la parte
importante, he allí la clave, tal vez unos dasypus leoninos, nacerán repletos
de bacilos, las madres mientras vivan refrigeradas, nos consta que
sobrevivirán, ya conocemos por dónde van los tiros, pero está lo otro, la isla
de Providencia, cosas que dicen, para todos nosotros creo se aclararán, isla de
Lázaros, como la Kaow
del Esequibo, Ruth cerniendo arena bajo el sol, frente a Bartica, allí
estuvimos, también en nuestra isla, ya hace unos años, buscar arenas, arduo
trabajo, vana ilusión, ¿quién sabe?, puede que las arenas y el calor sumados,
“ciudad de fuego” refulgente, en la temperatura está la cosa, conocemos que
pasa en la cubierta celular de las bacterias, esos cambios ocurren en la
superficie, son los residuos de manosa, la arabinosa terminal, lo comprobamos,
lo hemos hallado, está condicionado por sus genes, sin menospreciar lo otro, la
cuadriga del sol, es evidente, las corinebacterias han mutado, y cernimos
arenas en la isla de Beauperthuy, y buscamos arenas en volcanes de Nicaragua,
nada que ver, todo estaba en los genes, es como un cuento, una novela, puede
escribir Alejo su novela sobre la isla Kaow, hace años que está en eso, el
pobre Alejo, un cuesta abajo sin retorno, una miseria humana, puede que yo
también me hubiese echado al abandono, ¿cómo saberlo?, Alejo, tantos
padecimientos, y todo por pendejo, las tristes consecuencias de lo que fuera un
absurdo ruleteo, un escritor taxista, ¡quien habrá visto cosa igual!, ¿me
habría vuelto un borracho?, ¿lo sería?, podría, pudiera ser, yo no lo creo,
pero ¿y Ruth?, no debo ser tan pesimista, ella tal vez, está llegando al tope,
no la entiendo, ella persiste y yo no sé cómo logra seguirlo soportando,
alentándolo, cuidándolo, ¿queriéndolo?, ¿y qué de nuestra isla?, la de Los
Mártires, la del leprosario que fundó El Libertador, aplastada, arrasada, flota
ante la “ciudad de fuego”, refulgente, que reluce con ígneo resplandor, no así
Bartica, opaca y gris la vimos, la
Demerara, lluvioso pueblo de pescadores, no obstante, desde
su orilla, remaba Beauperthuy en su canoa, zarpaba a diario, esperanzado,
decidido a curar a sus leprosos, los elefantiásicos, los hombres leoninos, él
les ungía con emplastos oleosos. Han pasado los años, un centenar, y ante
nosotros, está ahora la isla, siento que nos espera, debemos resolver esta quimera,
absurdo chisme, un juego pareciera, tal vez pleno de historias falsas, o de
medias verdades, de espantosas mentiras, yo convencido estoy, saltaremos sobre
todas las expectativas, desvelaremos el enigma, espero logremos hallar las
evidencias, en medio de la noche, penetraremos este misterio arcano, acaso haya
gato encerrado, minino o fiera, lo sacaremos de la isla, divina providencia,
ingresaremos todos en penumbras, nos moveremos sigilosos, ese es el plan, muy
pronto, y luego, en cuanto paran nuestros sabanícolas, podremos ofrecerle al
mundo la noticia, los de las nueve bandas, ¡tremenda carambola!, va a ser como
en un juego de billar, las novecinctus, han
de parir hijos brotados, cachicamos enfermos en útero materno, con bacilos
mutados, habremos de tener mucho cuidado, ser discretos, tenemos que guardar
nuestro secreto, el gran Korzeniowski lleva las riendas, es imposible que la
información se haya filtrado, ¿quién puede imaginar lo que sucede?, el sol, la
mutación, los genes, quien sabe si por algún resquicio, ¿pudiese ser posible?,
hemos protegido nuestro experimento hasta donde cabe, pero siempre hay
hendijas, no existen evidencias, pero nunca se sabe…
He querido demostrar la llamada “corriente de pensamiento”, con esta
especie de reláfica, que no es otra cosa más que un “monólogo interior” donde el texto, es extraído del primer Capítulo
de mi novela “El año de la lepra”.
Lo piensa Víctor Pitaluga un investigador quien con el profe Korzeniowski
trabaja en un bioterio creado en La Cañada de Urdaneta para experimentar con
los bacilos de la lepra en cachicamos, animales que son portadores
asintomáticos, no se infectan, quizás por poseer baja temperatura corporal. La
isla es el antiguo leprocomio en el lago y Ruth es una doctora de quien Víctor
está enamorado…
Así, con la imaginación podemos pasar del
texto de una novela, a la realidad actual de los vampiros y del coronavirus,
puesto que en la novela, hay precisamente un bieloruso-antes miembro de la KGB-
quien afectado en lo personal desde el accidente de Chernobil en la vecina
Ucrania, se enteró sobre las probables alteraciones en los genes de las
micobacterias de la lepra, y aspiraba robar las muestras de los cachicamos
enfermos para crear un arma biológica que le regalaría a “la madre Rusia”,
soñando él con volver como antes cuando todos eran comunistas en la gran URSS.
Maracaibo, martes 7 de abril, 2020
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