Las Misiones guaraníes
El pasado martes 14,
hablábamos sobre la epopeya utópica de las Misiones de los jesuitas en América
(https://bit.ly/34HPPam). Hoy complemento esa información con otros
detalles sobre los guaraníes y los sacerdotes jesuitas. Los guaraníes habitaban en un
territorio que actualmente pertenece al Paraguay y a la Argentina. La palabra Paraguay, deriva de un vocablo
guaraní, paraguá-y, que significa en el idioma nativo "agua que forma un océano". La muy
difundida palabra "guaraní"
la escucharon los españoles que, al invadir su territorio, habrían oído, entre
los gritos de guerra de este pueblo, la frase guará-ny, que significa
"combatid-los". Otra versión afirma que la denominación fue tomada de
la deformación de una palabra guaraní, guariní, que significa
"guerra" o "guerrear". Los guaraníes fueron también los
primeros productores de yerba mate y perfeccionaron sus sucesivos
procesos de elaboración, como ser el Barbacuá Mbyky y el Barbacuá Yvaté.
Debemos comenzar por
señalar que curiosamente la propia religión no pareció crear una barrera
infranqueable entre ambos mundos. Los indígenas de Guairá tenían algunos puntos
de convergencia con el mundo de los católicos ordenados miembros de la Compañía
de Jesús. Algunas tribus eran animistas y cuando llegaron los primeros padres,
cuenta MP Charlevoix que existía un pueblo donde adoraban a una gigantesca
serpiente y le tenían consagrado un altar. Los chamanes cuando pedían
protección, lo hacían contra el más temido de sus dioses que era Tupán, el
Señor del rayo. Otras tribus creían en “El
Señor Superior” que habitaba en “La
Tierra sin mal”. Con cierto mesianismo, los guaraníes un pueblo nómada,
creían en “la tierra prometida” y
siempre consideraban que casi “estaba
enfrente de ellos”. Esa conocida especie de leyenda de “El Dorado”
entusiasmaba tanto a los guaraníes como a los conquistadores o a sus
misioneros.
Tanto la figura de los karaís o profetas pan-guaraníes como la búsqueda de “la tierra sin mal”, fueron dos rasgos de
la cultura guaraní que los jesuitas supieron aprovechar. Ellos también eran
como los karaí, llegaron portadores de la idea del "camino al paraíso" que era compatible con el aguyé,
o camino de la perfección guaraní con destino a “la tierra sin mal”. Los misioneros aunaron los sistemas de valores
y creencias de la cultura guaraní con la cosmovisión del catolicismo logrando la unificación de los guaraníes bajo la
protección de las leyes de la corona de España de las que los jesuitas eran
garantes.
De tal manera que, indudablemente
apelando a “sus costumbres más dulces”
y a sus creencias “más elevadas”, los
jesuitas buscaron estructurar unas comunidades modelo, y después de haber
arrancado a los nativos de la servidumbre y de la esclavitud habría de ser
probable que abandonasen aquel semi nomadismo para reunirse en grupos con
objetivos bastante definidos. Con el impulso de un gran jesuita, Diego de
Torres-Bollo, el proyecto que nació a comienzos del siglo XVI, fue tomando
forma desde la fundación de la primera “reducción”; la de Loreto.
Los pueblos diseñados,
tenían un cacique y un concejo municipal y estaban muy claros en que los
españoles, portugueses, negros y mestizos, tenían prohibida su entrada. En cada reducción funcionaba un cabildo precedido por el corregidor, que era además la autoridad principal del pueblo,
conocido entre los guaraníes como parokaitara “el que dispone lo que se debe hacer”. Su elección la confirmaba el
gobernador y generalmente el elegido era uno de los caciques del pueblo y solía ser a perpetuidad. Los jesuitas
fueron continuadores de las instituciones indígenas donde el jefe de la tribu
era la máxima autoridad comunal.
Aunque las bases
programáticas hubiesen sido creadas en España, y existiesen varias instancias
previas, los pueblos de guaraníes así habrían de funcionar eficientemente y para
nada se mencionaban los detalles sobre algunos aspectos como la poligamia, el
ocio, o la antropofagia. Por estas razones, las “reducciones”, tenían que ver con “reducere” de reunirse, concentrarse, unirse para defenderse, una
regla ya formulada por Julio César en sus campañas, y aun cuando la intención
apologética era evidente, el “reducti
sunt” guardaba un sentido sociológico y cultural; no era “ducti sunt”, sino “reducti”, de concentración, socialización y convivencia.
De los grandes utópicos
europeos Tomás Moro y Campanella, los jesuitas tomarían las realidades
sociológicas, agrícolas y militares para lograr la productividad del proyecto.
Se ha hablado por todos estos detalles, de “el Estado Jesuita” comparándolo con
el socialismo o el comunismo, pero lo cierto es que en realidad se trataba de
una confederación de teocracias cooperativistas autónomas.
Maracaibo, viernes 17 de abril, 2020
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