RECUERDOS DEL TALLER
DE EDUARDO LIENDO
Durante
un par de años estuve asistiendo a Talleres de Narrativa del CONAC dirigidos
por Eduardo Liendo, y aprendí sin lugar a dudas que si algo es crucial en el
oficio de escribir, es el hacerlo desde el fondo de cada quien; lograrlo
desnudando el alma, sin afanes de pedagogía, sin ideales políticos, sin
proclamas reformistas, sin ser rebasado por lo sociológico o por sus propios
conflictos y esto en ocasiones es difícil, es muy complejo, porque además de
las vivencias de cada quien, existe lo que cada escritor haya ido incorporando
a su intelecto como lector de muchos autores y el escritor es un testigo de su
tiempo, y aunque bucee investigando en otras épocas, y como dice Liendo citando
a Federico Amiel, resulta que todos no
somos más que “copia de copias reflejo de reflejos”1 . Por ello, debe el
escritor evitar el transformarse en exégeta de admirados literatos, pues un
autor puede ser muchos autores a la vez. Cada cual debe buscar su estilo, el
cual vendrá dado por el tono y el ritmo de las palabras. El uso polifónico del
lenguaje como instrumento, es desde los tiempos de Don Alonso Quijano creado
por Miguel de Cervantes, un hermoso proceso que se produce en la mente del
escritor y que se plasma en palabras, mientras él trata de reinventar
realidades sobre la vida misma. Bien lo dijo Kundera al afirmar “ el novelista solo tiene que rendir cuentas
a Cervantes” 2. Por otra parte, parafraseando a Oswaldo
Trejo, es importante señalar que ”lo menos que se le puede pedir a un escritor
es que escriba bien” 3 . Evidentemente hay que cuidar la ortografía, la
sintaxis y la prosodia.
El estilo puede ser hiperbólico como el barroco, puede
ser desmesurado como los textos de Lezama Lima o de Sarduy, puede ser de una erudición apabullante cual Palinuro de Fernando del Paso, o como a
veces lo hacia Denzil Romero, pero en ocasiones, más importante que una copiosa
erudición, quizás tan densa como la de Terra
Nostra de Fuentes, puede resultar la economía de los medios de expresión, y
en ella justamente residie el secreto de la difícil sencillez que nos legara
Tolstoi, o la diáfana claridad de Borges quien sin circunloquios verbales siempre
nos demostró que no es lo mismo ser simple que sencillo. Un lenguaje críptico,
con frecuencia entorpece la lectura, el lenguaje debe ser claro y preciso. Al
escribir, cuan problemático puede en ocasiones ser lo obvio, y rersulta ser
impresionante como los lugares comunes pueden degradar considerablemente un
texto literario, no obstante, pueden ser usados como muletillas por el autor o
buscando exagerar situaciones. Los riesgos que se corren al escribir, son
numerosos y como le escuchara comentar a Eduardo Liendo, puede citarse a Santa
Teresa como ejemplo, por aquello que, “de
buenas intenciones está empedrado el camino del infierno” 3.
De nuevo
citaré unas frases sobre el oficio de escribir, puestas en boca de una joven,
personaje de mi novela Escribir en la
Habana. “Para escribir yo no quisiera
plagiar la realidad, esa está en la prensa... Yo no escribiré para relatar mis
vivencias, una debe escribir para inventar la vida”4 . Fin de la cita. Ednodio Quintero, ha descrito al novelista
como un investigador que se asoma a los pasadizos del túnel de la novela,
armado con la linterna del lenguaje 5. José Napoleón Oropeza también ha
señalado que: “La grandeza de un creador
está en su poder de sugerencia, en su inventiva y en ese don de convencer al
lector de que aquello que está presenciando es pavorosamente real” 6. Por
todas estas cosas, es la novela un género híbrido que permite, el mayor grado
de aproximaciones; es un arte de imprecisas fronteras, el cual curiosamente al
poseer esa capacidad inquisitorial, y dada
su sorprendente plasticidad, resulta ser muy vulnerable y está expuesto a los
ataques de muchos aspirantes imbuidos de fanatismo religioso, de absolutismo
político, y de positivismo científico.
Para Ednodio Quintero “La novela
no es el lugar apropiado para la prédica, ni púlpito, ni Cátedra, ni tarima, es
un espacio abierto, desolado tal vez, abismo a la intemperie, donde el escritor
acompañado de su cómplice, puede desplazar los múltiples registros de su voz,
donde le es permitido expresar su ansia por reconocer lo que aun le resta de
humano, donde acepta, al fin, su parentesco con los dioses mortales, con el
agua que corre y con el polvo estelar” 5 .
Una cosa es muy cierta. Para escribir bien hay que
leer bien, y puedo decirlo citando un párrafo de Escribir en la Habana, decia “Leer
siempre es difícil, es complejo, leer un libro es más complicado que leer un
periódico... Un libro puede leerse dos o más veces, la literatura es para
releerla... Lo que cada quien encuentre en los libros, depende más del lector
que del autor, sobretodo del lector que sea capaz de releer”. 4 Una pregunta que la gente a menudo se hace,
es: ¿Para quien se escribe? ¿A quien va dirigida la obra escrita? ¿Una novela
se escribe pensando en quienes la van a leer? Muchos escritores dicen escribir
para ellos mismos y eso en países como el nuestro debería ser la regla, puesto
que los sistemas de divulgación o de comercialización de la literatura no son
muy eficientes. Publicar una obra literaria en Venezuela es toda una proeza
donde hay que luchar contra roscas, compadrazgos, tercos editores, y debe uno
transarse con libreros que parecieran ser usureros, donde ni ganandose un
premio de literatura, el escritor sin palancas tiene oportunidades de publicar;
en estos avatars, y lo digo con experiencia, el nuestro, sigue siendo el propio
país de las reputaciones consagradas. Esto es cierto y lo demuestra el hecho de
que todos los escritores venezolanos tienen que ejercer otro oficio para poder
sobrevivir. En la tierra de Bello y de Baralt da tristeza, pero es la verdad,
lo cual no debe ofender a nadie, ya que es un hecho consumado.
Escribir para
uno mismo es frecuentemente un producto obligado de las circunstancias. Ya lo
decía Guillermo Meneses en uno de sus ensayos El hecho de ser escritor, “...No
significa que el escritor tenga que ser
necesariamente un explicador, ni un maestro, como tampoco lo contrario, un
hermético fabricante de fórmulas ininteligibles; cuando alguien escribe,
necesariamente desea comunicar su experiencia, su razonar, su comprender”7
. Fin de la cita. Debo decir también que Meneses opinaba que en ese intento, el
escritor siempre se compromete. En Venezuela existen una serie de personajes
que se han destacado por lo inquisitivo de su pluma, o luchadores contra las
dictaduras quienes plasmaron en libros sus guerras, no obstante, pareciera que
el compromiso de nuestros escritores con sus ideales no ha sido excepcional y
nuestra literatura ha sido bastante pacata. Sobre esto la referencia obligada se
puede remontar al escándalo del Inquieto
Anacobero, de Garmendia, o de de las noveletas de Argenis Rodríguez, sin
comentar la onda de narrativa erótica, de Rubén Monasterios, aunque
lamentablemente sea de cuestionable valor literario.
¿Porqué se escribe? ¿Para
que? Si además es cierto que para algunos escritores, quienes se toman el
asunto en serio, como un verdadero oficio, y buscan el perfeccionamiento de sus
textos, escribir es un trabajo arduo, pésimamente remunerado, y difícil de dar
a conocer en sus resultados... ¿Cual es la idea que se persigue con escribir
literatura como un oficio? ¿Existe acaso una sola respuesta a la interrogante
de, por qué se escribe? Carlos Noguera
ha dicho que “Se escribe porque no se puede no escribir. Se escribe para
sustituir al mundo que nos ha tocado en suerte, y se escribe por juego y por
goce. Y se escribe a la par por una inmersión inevitable en la muerte y por un
insaciado anhelo de totalidad” 8. Laura
Antillano dijo una vez :“Lo que no entiendo de la vida, paso a entenderlo
cuando lo escribo”9. Hay quien ha propuesto que una de las razones de la
creación literaria es el deseo de trascender y yo creo que esta aseveración
tiene visos de verdad. Ya les contaba al comienzo de esta charla como fue el
temor a una enfermedad que me acercaría la hora de la muerte lo que me provocó
el sentimiento de temer que mis vivencias personales de una época, terminasen
en el olvido, y como fueron esas las razones que me llevaron a dedicarme a
escribir como un oficio. Julio Cortazar en 1947 señalaba la diferencia entre
“el hombre que existe para escribir y el hombre que escribe para existir” 10.
Quisiera concluir esta charla con unas palabras de mi amigo, el escritor
Eduardo Liendo, a quien debo el saber una buena parte de lo que les he
comentado hoy : “Lo que más me fascina de la literatura es la posibilidad de
ser otro, de ser yo y múltiple. Ser zorro y pez, nube y cometa, héroe y ratero,
espuma y roca, eco y silencio... El escritor, por muy desamparado que se encuentre,
por suicida que sea, es el amante preferido de la existencia. Por eso quizás su
mayor desafío es vencer a la muerte con el filo de la palabra” 1.
Referencias bibliográficas
1:- Liendo E.: Reflexiones de un Narrador.
Dominios. Rev Univ Nac Exper R.M. Baralt,
9: 135-137, 1994
2:- Quintero E.: Visiones de un Narrador.
Universidad del Zulia. Ed. Rectorado, 1997.
3:- Liendo
E.: Comunicación personal; en Talleres de Narrativa del CONAC, 1992,1993.
4:- García
Tamayo J.: Escribir en la Habana. Ed. Fundación Gipuzkoa, San Sebastián, País
Vasco,1994.
5:-
Quintero E.: De Narrativa y Narradores. Universidad del Zulia. Ed. Rectorado,
1997.
6:-
Oropeza J.N.: Para Fijar un Rostro. Ed. Vadell Hnos. 1984.
7:-
Meneses G. : El hecho de ser Escritor. En “Espejos y Disfraces - Guillermo
Meneses. Ed. Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1981.
8:-
Noguera C. : La prodigiosa Alquimia. Dominios. Rev. Univ. Nac. Exper. R.M.
Baralt 9: 116-118, 1994.
9:- Antillano L. : Doble linea.
Dominios. Rev Univ Nac Exper R.M. Baralt 9: 113-115, 1994.
10:-
Alazraki J.: Cortazar o la Literatura como búsqueda humana. Ensayo en “Final de
Juego”-Julio Cortazar. Ed. Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1995.
Maracaibo, o Toronto, pero para el blog en
homenaje a Eduardo Liendo, el 3 de diciembre de 2016
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