miércoles, 7 de diciembre de 2016

La historia de César Cuello en cuatro partes (IV)


La historia de César Cuello en cuatro partes (IV)

CUARTA PARTE

César sonriente acaricia ahora un nuevo paquete que está señalado en la cinta como "Virginia". La playa Virginia había sido adquirida por el Club del Comercio a orillas del Lago para esparcimiento de los socios y sus familiares y allí incansablemente, los sábados y domingos, retrató a su esposa, a sus hijos y a sus amigos. En una de las fotos se veía Clara Rosa con los cinco hijos y a su lado Doña María Teresa de López Contreras. César la volteó para leer la fecha. Veintiocho de Marzo de mil novecientos treinta y siete. Ese año el Club le daría un agasajo muy especial al nuevo General-Presidente y las posiciones comerciales, sociales y políticas del distinguido comerciante de la ciudad del lago mejorarían aún más. Después vino la época de cosechar. Los hijos creciendo estudiarían en los Estados Unidos, él aceptaría una posición diplomática en Bélgica y en Luxemburgo. Los mayores se harían cargo de una parte del negocio, crecerían sus bienes con las privaciones de la segunda guerra y las posibilidades de beneficiarse de la importación de vehículos y de maquinarias, amén del petróleo. El destino le recompensaría con creces, amplificando la venta de refrigeradoras y rockolas y llegaría el momento de abrirse en la línea de las estaciones de gasolina.

Fue en ese entonces cuando el Nuevo Ideal Nacional era más una consigna que un deber patriótico y el regionalismo zuliano que se le había metido en los huesos, llevó a César a la locura de hacer algunos comentarios ante el General-Presidente Marcos Pérez. Allí sufrió la pérdida de sus aspiraciones gasolineras. Así, también fue marginado en las negociaciones de los planes de vialidad y a pesar de estar enterado de todo lo concerniente al puente y a la inclusión del mismo en un sistema ferroviario para todo el Estado. Fue catastrófica la entrevista con el Señor Presidente. Él no pudo contener un malsano comentario al referirse peyorativamente a la tacita de plata capitalina conocida como la sucursal del cielo. Fue más allá. César, envalentonado tenía que estar cuando se atrevió a decirle al Presidente que aunque estuviese en el poder, el General era tan provinciano como él mismo y que los andinos y todos los olvidados zulianos que él sentía representar en ese fatídico momento, sufrían una gran desazón al ver a Caracas cuidada con tanto afán en tanto que sus olvidados pueblos provincianos, interioranos, cordilleranos o costeños estaban en un estado de abandono total.

En su mullido sillón César revivió aquella, su metida de pata. Valió la pena, lo pensó, cuando recapituló su alejamiento del sector oficial y lo proverbial que resultara aquella situación. Muy poco tiempo después, gracias a estas penosas circunstancias, él se autodenominaría, otra víctima de la dictadura. Entonces recordó a Lucidio Soto y esbozó una amplia sonrisa. El régimen democrático, el pueblo y tantas cosas, como había tenido que escucharle esa mañana, tantos disparates dichos por el joven locutor en tan corto tiempo. Entonces César comenzó a musitar en voz baja, casi para sí… Un muchacho, eso era tan solo, un joven inexperto y además, ¡estudiante de periodismo! Todo aquello era su versión, era como veía él a su tierra, otra visión, inversión, reversión, revulsión, revolución, el enfoque era diferente, equivocado totalmente, los problemas y la manera de ser de la gente no parecían contar para el muchacho ante la entelequia creada por las letras, letras y letras. ¡Craso error! Sobre todo, más que todo, por encima de todo, lo del estudio de periodismo en la universidad, tenía que ver con esas ideas…  Al muchacho lo están influenciando con todo el palabrerío sobre el Marxismo y el Leninismo. ¡Qué diferente es la mentalidad de quien no ha tenido que luchar para obtener las cosas! ¡Creen que se merecen mucho los jóvenes de ahora, que les deben todo, que todo se consigue fácilmente, que del cielo llueven las cosas, que el país les debe dar, les tiene que dar las cosas y ¡carajo! ¿Esta es la juventud de ahora? ¡Cómo están de equivocados, cónchale!, ¡que diferentes son las cosas! ¡Están bien pelados y fuera de contexto! Lucidio no pasa de ser un muchacho, un iluso. Tal vez así hubiera sido su padre, el negro Eusebio. Por tonto lo liquidaron. Con gente asumiendo esa actitud, dándole oídos a los discursos de nuestros comunistas tropicales y esperando la protección del Estado para la solución de sus problemas, el país no va a progresar nunca. Por tener ideas como esas fue por lo que a Eusebio Soto lo desapareció la Seguranal… ¿Quién sabe si hasta tendría ideas comunistoides? Digan lo que digan, nadie puede negar que el General fue un hombre de ideas progresistas... Fue el único Presidente que trató realmente de desarrollar al país... Aunque quizás es cierto, él le dedicó demasiada atención a la capital. Ese fue su error. El centralismo es un mal entronizado en este país...

Fin de “La historia de César Cuello en cuatro partes”

DesdeToronto, y como regalo, “La historia de César” que es sencillamente un relato aquí en cuatro partes y presente, dentro de la novela “LaPesteLoca”;  diciembre del año 2016

La Peste Loca (Tapa blanda) publicada el 31 jul 2011: de Jorge García Tamayo (Autor)   En AMAZON  Versión Kindle   EUR 9,66   Leer con nuestra  App gratuita  Tapa blanda EUR 31,55      

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