jueves, 15 de diciembre de 2016

La batalla del Hato Juana de Avila


La batalla del Hato Juana de Ávila en Maracaibo

El General Francisco Tomás Morales, tras salvar parte de su caballería en Carabobo, se dirigió hacia Puerto Cabello, donde estuvo esperando ayuda desde España para proseguir la guerra. Morales siguió rumbo al noreste por la costa, llegaría a Coro y tomaría la ciudad. Continuaría su marcha y acercándose a las poblaciones del norte de la costa oriental del lago de Maracaibo, asaltaría las villas de Altagracia y de Santa Rita. Los realistas fueron luego sobre las poblaciones de Cabimas y Lagunillas, apoderándose de vituallas y pertrechos, con las que pronto regresaron a los poblados del norte frente a Maracaibo. Morales se estableció en Los Puertos de Altagracia, desde donde ordenó despachar hacia la ciudad de Maracaibo dos columnas de tropas, comandadas por el Coronel Lorenzo Morillo y el Capitán Juan Ballesteros, mientras él se hacía fuerte en Altagracia a la espera del resultado de la operación militar sobre la ciudad. Morales parecía estar dispuesto a embarcarse con el grueso de sus fuerzas militares sobre la capital zuliana.

El almirante patriota Lino de Clemente, en conocimiento de la llegada de Morales a Los Puertos, desplegaría sus soldados hacia la Cañada del Manglar y cuando se inició el desembarco de Lorenzo Morillo, recibirá la noticia de una invasión semejante por Bellavista. Entonces, le daría órdenes al Coronel José Rafael de las Heras quién ya se había distinguido al servicio de Bolívar, para hacerles frente con el batallón Maracaibo, mientras se recrudecía el combate en la cañada del Manglar. Los realistas lograrán desembarcar pero serán vencidos y en desbandada escaparían hacia Perijá. El comandante patriota de Las Heras, un cubano que vivía en Maracaibo desde hacía varios años, ubicará las posiciones enemigas, y ordenará la carga con un formidable asalto donde las tropas del imperio español, aunque se comportan con bravura no logran disparar sus cañones, y deciden hacer cerradas descargas de fusilería. En medio de una nube de humo y polvo, se abrirá paso la carga patriota calando sus bayonetas, sables y cuchillos. El capitán Ballesteros se crece en audacia y resiste temerariamente el certero ataque de los patriotas en un sangriento combate donde la infantería y la caballería pelean en muy poco espacio, y entre el humo y el polvo se va creando una terrible confusión.

La batalla del Hato Juana de Ávila comenzó a las tres de la tarde y transcurrida media hora, los frentes no cedían terreno. En una segunda etapa, el coronel José Rafael de las Heras, espada en mano decidirá apartarse y tomar distancia, para lanzarse montado sobre su brioso corcel, señalando a sus tropas hacia donde estaba el comandante realista, pretendiendo concentrar el ataque sobre el punto de mayor poder de fuego, pero su caballo cae en una trinchera y el prócer saldrá proyectado estrellándose contra una gigantesca piedra, inmolando allí mismo su vida. La otra columna española estaba desplegada en tierra por el hato de La Hoyada con el Capitán Juan Ballesteros al frente y buscaría un lugar propicio para plantar combate. En ese empeño estuvo y penetraría monte adentro hasta llegar al hato de Juana de Ávila, ubicando sus tropas en mejores posiciones, parapetados detrás de cercas de curarire a pique, y de enormes piedras de ojo. Los Oficiales que acompañaban a Heras, sucesivamente fueron ocupando la línea de mando mientras otros caían muertos o heridos. Manuel León, fue sustituido por Paredes y éste por Ochoa, de manera que en estas circunstancias los sargentos Carlos, Bruno y Fermín Mas y Rubí, comandando sus compañías, con ejemplar heroísmo cumplirán la última orden de su comandante que acababa de morir delante de ellos y arrasarán con un denodado esfuerzo al resto de las tropas realistas. Los valientes fueron arrollando y envolviendo a sus contrarios, entre quienes se halla el mismo capitán realista Ballesteros, que fue herido de muerte, y mientras sus hombres, unos huyen y otros se rinden ante los patriotas.

El General Francisco Tomás Morales al tener conocimiento de la derrota de su ejército en Maracaibo, regresó a Puerto Cabello para darle las malas noticias a La Torre, quien lo esperaba para hacerle entrega del cargo de Capitán General de España en Venezuela, pues según trascendió diría que él no quería ser el sepulturero del Imperio español. Una vez obtenidos suficientes pertrechos y hombres el General Francisco Tomás Morales como Capitán General y Comandante del ejército realista en tierra firme venezolana, y después de que el mariscal Miguel de la Torre fue transferido a la isla de Puerto Rico, se embarcará el 24 de Agosto de 1822 rumbo a la Península de la Guajira a continuar su guerra contra los patriotas.

Como recuerdo de esta gloriosa batalla de Juana de Ávila, en los terrenos de un hato, que originalmente era de un señor llamado José Joaquín de Ávila y le cambió el nombre al antiguo hato de “El Caujaro” a “Juana de Ávila” en honor a su esposa, años atrás se colocó entre rejas decorativas, una dedicatoria escrita sobre mármol blanco sobre un enorme pedestal labrado en piedra de ojo que dice “A los valientes soldados muertos en este glorioso campo de Juana de Ávila el 24 de Abril de 1822. Homenaje de admiración que les tributa la Junta Central del Distrito en el primer centenario del Gral. Rafael Urdaneta, 24 de Octubre de 1888”. En el Municipio Sucre del Estado Zulia, al sur del Lago de Maracaibo existe un pueblo, fundado en 1682 como Santa María, e históricamente vinculado al antiguo Cantón Gibraltar con la intención de servir como puerto para las poblaciones de Mérida y Trujillo en los Andes. Después de la Guerra de Independencia decayó su importancia como puerto, y hoy día lleva el apellido del prócer zuliano José Rafael de Las Heras, como recuerdo de un teniente coronel enviado por el General Rafael Urdaneta que en 1821 se encargó de defender la región de los ataques realistas. Existe, también una estampilla, timbre fiscal cubano de 1983, conmemorativo del patriota de Las Heras muerto en la batalla de Juana de Ávila… Al menos algo quedó para el recuerdo…

El monumento, piedra mármol y su cerca cayéndose, está allí, en un terreno, olvidado desde hace muchos años. Mi padre me enseñó el sitio en Maracaibo cuando yo era aún niño, señalándome que era para recordar una importante batalla... Ahora, acostumbro a pasar por un lado de “la piedra de Juana de Ávila”, usualmente tras cruzar  la avenida Rafael María Baralt, cerca del antiguo Rectorado de la Universidad del Zulia, y al mirar buscando la piedra, siempre pienso en quienes inocentemente creerían que la piedra valdría para no olvidar la batalla ganada por los patriotas el 24 de abril de 1822. Ahora en un terreno repleto de chamizos entre cujíes retorcidos con algo de basura, todo permanece muy al estilo de nuestros tiempos donde la historia y sus próceres no parecen vivir ni en el recuerdo. Entonces me quedo pensando en la frase de Jorge Luis Borges… “Sólo una cosa no hay. Es el olvido”.

Toronto, 15 de diciembre de 2016

7 comentarios:

Manuel Gutierrez dijo...

Excelente esto deberia ser enseñado al menos en las escuelas de Maracaibo

Unknown dijo...

Muy importante,que conozcan esta parte de nuestra historia La piedra esta al lado de la Facultad de Ingeneria

Unknown dijo...

Excelente recopilación y reseña histórica.. estuve presente en el monumento y se lo descrito a mi familia

Eugenia y Luigi dijo...

Gracias a Dios lo visite y lleve a mi hijo hace varios años. Interesante relato.

Unknown dijo...

Ese es el comportamiento del Venezolano pues por naturaleza es indolente, inculto, lo arrastra la desidia. Estudie en la facultad de Ingeniería de la Universidad del Zulla y ni los mismos profesores (algunos ufanos con pretensiones de eruditos) no conocen la historia de su propio entorno, del piso donde pisan.
Muchas veces pase caminando al lado de la piedra, y la curiosidad me llevo a leer la inscripción tallada en el mármol. Es un espectáculo dantesco ver como la basura envuelve todo, perros muertos, vegetación seca, la inseguridad propia del lugar y la protección metálica de la piedra cayéndose a pedazos.
Por eso somos lo que somos, el país es el reflejo de la gente que lo habita. Quien quiere ver la estatua de Miranda en el campo de Orly donde sello su reconocimiento por el ejercito republicano de Napoleón al frenar a las tropas prusianas al norte de Francia? Comparemos los dos retratos, Orly y el monumento a Juana de Avila. Es lamentable, pero lo trágico de esta comedia es que nos sentimos ofendidos cuando en el exterior nos dicen indígenas, tercermundistas o subdesarrollados, los arranques de indignación solo pasan a ser una de las tantas escenas burlescas que sirven de deleite para el que critica con la suficiente razón.
La historia de Venezuela se hundió en un pantano de lodo maloliente, es curioso ver como a un portero cercado con alambre se le pueda otorgar el reconocimiento como país en el mundo civilizado. Estamos a la altura de regiones (si es que pueden llamarse países) como Chad, Sierra Leona, El Congo y Liberia...pero eso si, que no nos digan atrasados porque nos rasgamos las vestiduras y reclamamos delante de las superpotencias la dignidad que nos corresponde como "pueblo"....perdón, quise decir "pais".

Unknown dijo...

Rectifico la nota, Miranda fue reconocido en el campo de Batalla en "Valmy", región al norte de Francia, bajo el comando de Charles François Dumoriez, quien se convirtio en un acérrimo enemigo de Miranda.

Unknown dijo...

Cuando paso por ese lugar, imagino las luchas que allí hubo,guardo un minuto de silencio por los caidos