La “SISTER”
y la POLIO…
Elisabeth Kenny fue una enfermera
australiana, considerada por la famosa consultora de opinión Gallup, como la
persona más famosa del mundo en el lejano año de 1952. Elisabeth Kenny (Sister
Kenny) es una mujer que hoy en día es apenas recordada. Su interesante historia
han resurgido gracias a una biografía “Polio
Wars: Sister Kenny and the Golden Age of American Medicine” escrita por
Naomi Rogers, historiadora de la Universidad de Yale. Su fama se enmarca en la
época en que la poliomielitis era un grave problema médico mundial. Hoy día la
polio ha sido erradicada de las sociedades desarrolladas, persistiendo en regiones
afligidas por conflictos como la frontera entre Afganistán y Paquistán, en
Somalia,
noreste de Nigeria, y regiones en guerra de Siria y norte de Iraq.
Elisabeth Kenny nació en Australia
en el año 1880, cuando el continente austral era un lugar lejano, y
geográfica,
cultural y socialmente era considerado como un lugar de prófugos,
desterrados y aventureros. Elisabeth Kenny comenzó trabajando como enfermera en
el medio rural,
y probablemente así habría continuado de no ser por la Primera Guerra Mundial.
Durante la estancia de la Royal Navy entró a trabajar como enfermera para la
Armada Británica, siendo reconocida con el título honorífico “Sister”, equivalente femenino a
lugarteniente. Era conocida como Sister Kenny, creándose la opinión de que era
religiosa, pero Elisabeth Kenny nunca fue monja.
Durante las décadas de 1920 y 1930,
la poliomielitis hacía estragos en todo el mundo, incluyendo Australia.
Aproximadamente uno de cada doscientos infectados desarrollaba afectación de
las fibras nerviosas que, partiendo de la médula espinal, inervan las fibras
musculares. Los primeros síntomas de la infección por el virus de la polio son
inespecíficos: fiebre elevada y dolores generalizados. En algunos casos
desafortunados,
durante horas o días,
tras la aparición de los primeros síntomas la enfermedad progresa causando
distintos grados de parálisis. En muchos casos, la parálisis llegaba a afectar
a los músculos respiratorios, requiriendo los primitivos sistemas de
respiración asistida, denominados “pulmones de acero”, precursores de los
modernos y muchos menos impresionantes sistemas de respiración asistida. Entre
un 5% un 10% de los afectados por la polio fallecían; y casi la mitad de
quienes se infectaban sufrían parálisis permanente de distinta gravedad. La
mayoría de los infectados eran niños o adultos jóvenes. Un caso célebre de
infectado por polio cuando ya era adulto, fue Franklin Delano Roosvelt, quien,
a pesar de las secuelas de la polio, llegó a ser trigésimo segundo Presidente
de Estados Unidos, alcanzando la Presidencia por primera vez en el año 1932,
siendo reelegido otras tres veces hasta su fallecimiento en el año 1952 durante
su tercer mandato. (La limitación de mandatos del Presidente de Estados Unidos
se produjo más tarde mediante una Enmienda a su Constitución).
Elisabeth Kenny ya había asistido a
enfermos de polio durante su trabajo como enfermera rural, observando que la
aplicación de tejidos de algodón calientes y el ejercicio muscular parecían
aliviar el dolor de los pacientes al mejorar sus contracturas que creía eran
consecuencia de espasmos musculares, y que contribuían a dañar más los nervios
que inervaban dichas masas musculares. Elisabeth Kenny estaba convencida de que
los pacientes debían jugar un papel activo en su recuperación, aprendiendo los
nombres y la función de los músculos afectados, y este proceder chocaba con el
tratamiento convencional de la polio, que enfatizaba en entablillar los
músculos para inmovilizar los miembros. La medicina de la época creía que el
reposo protegía los miembros dañados y que las contracturas persistentes
precisaban tratamiento quirúrgico.
El éxito aparente de Sister Kenny
le llevó por toda Australia; y desde allí a Gran Bretaña. Sin embargo, fue en
Estados Unidos donde logró su fama y donde vivió el resto de su vida. Se
estableció en Minneapolis (Minnesota), abriendo la Elisabeth Kenny Clinic donde
trataba enfermos de todo el país. Su fama hizo que Hollywood contase su
historia en una película Sister Kenny
(1946) dirigida por Dudley Nichols y protagonizada por Rosalind Russell.
Elisabeth
Kenny atrajo el apoyo de pacientes y familiares, quienes tenían plena confianza
en que su proceder restauraba la fortaleza y movilidad. En el año 1943, escribió
una autobiografía titulada “And They
Shall Walk” describiendo sus años de experiencia con pacientes infectados
por la polio. La National Foundation for Infantile Paralysis que más tarde
llegó a ser conocida como The March of Dimes, contribuyó financieramente a sus
prácticas. Pero no todo fueron parabienes. Elisabeth Kenny también fue
criticada al considerar innecesaria la realización
de estudios clínicos. Su propia experiencia al lado de la cama del enfermo era,
en su opinión, la mejor prueba de la validez de sus prácticas. La actuación
proactiva con los afectados de parálisis poliomielítica daba, según su
criterio, mucho mejores resultados que la actitud conservadora imperante en la
medicina de la época. Para ella, la evidencia empírica era suficiente. Los
médicos y fisioterapeutas confiaban en los resultados de la inmovilización
arguyendo que no existía base científica para la terapia que proponía Elisabeth
Kenny. Además la medicina clásica creía necesaria la realización de ensayos
clínicos controlados y aleatorizados (que nunca se llevaron a cabo) para
determinar de modo indubitado la utilidad de los métodos de Elisabeth Kenny.
Pero el rechazo de la American Medical Association y, en general, del
establishment médico hacia las prácticas de Elisabeth Kenny trascendía sus
propias prácticas. En primer lugar, Sister Kenny era una enfermera que, con su
actuación, cuestionaba los métodos de la entonces muy prepotente clase médica;
y, además, era una mujer.
El énfasis de Elisabeth Kenny en la
movilización temprana en los pacientes con parálisis poliomielítica se ha
trasladado también a otras patologías en el ámbito de la Medicina Física. Por
el contrario, sus consideraciones sobre la naturaleza de la poliomielitis y los
resultados a largo plazo de sus prácticas con estos pacientes no tuvieron
éxito. El desarrollo de vacunas para prevenir el contagio del virus de la polio
durante las décadas de 1950 y 1960 terminó con el debate y relegaron al olvido
a Elisabeth Kenny (Sister Kenny). Actualmente existen dos vacunas contra la
polio: la vacuna inyectable a base de virus inactivados desarrollada por Jonas
Salk; y la más común vacuna oral con virus atenuados de Albert Sabin.
Este trabajo, en parte extraído de ABC.es va dedicado
a las “Sister” templarias de Guanajuato
Toronto, 14 de diciembre del
año 2016
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