La historia de César Cuello
en cuatro partes.
SEGUNDA PARTE
Todo eso fue
en un principio, pues ya a la edad de dieciocho años, César Cuello se había
transformado en otro activo agente viajero de la afamada Casa Blohm. Desde esa
época, la cual César siempre asociaba a la muerte de su tía Aminta, todo
comenzaría a cambiar en el Zulia. El 14 de Diciembre en La Rosa de Cabimas, el
pozo “Barroso Número 2” haría erupción y pautaría el inicio de la explotación
petrolera. Este hecho vendría a modificar el comercio de la región y la vida
toda del país, para siempre. Inicialmente él iba a visita los recién
fundados campos petroleros de la Paz y La Concepción en compañía del señor
Hamman, esperando en ampliar las ventas de Blohm. Luego iniciaría sus viajes
por los Andes y las tierras del sur del lago donde comenzaron todos a conocerle
como, el compañero del alemán, mister Hamman, y muy pronto como, mister
Cuellio.
César no
aparentaba la mocedad de sus años, y comenzó a viajar solo de manera que en
pocos meses sería el portador de los encargos más importantes de los alemanes, él llevaba
las encomiendas de mayor responsabilidad y en unos años pasó a ser un joven de
gran valor para los enlaces comerciales de la Casa Blohm. Con un bozo poblado
sobre su delgado labio superior, César se transformó en un personaje conocido
de todos. Él había adquirido por su propio interés y su constancia, durante el
curso de las largas noches en sus viajes, las nociones de inglés y de alemán
que lo capacitaban para hacerse entender por los musiues y los maifrenes en sus
propias lenguas. En las piraguas y sobre el lomo de las mulas, leía todo el
tiempo y muy pronto aprendió a conocer a su gente, los marineros, los pilotos,
los caleteros, los trujillanos, los corianos, los merideños o los tachirenses.
Conocería de la idiosincrasia de los mestizos e indígenas, de los recolectores
de caña y de café, de los mulatos y los negritos de Gibraltar y de Bobures.
Sabía de pendencieros y tramposos, de tontos y de vivos, a quién debía y a
quién no debía tratar y sobre todo como escurrir el bulto para evitar problemas
con Jefes Civiles, con policías de peinilla y con camorristas profesionales.
Pronto aprendería cuándo darse a conocer y como engatusar a los Presidentes de
Estado.
Su habilidad personal le había granjeado la amistad de mucha gente y
siendo aún un joven y eficiente viajero de Blohm, comprendió muy pronto la
importancia del petróleo. Presto se ofreció para servir de enlace como
mensajero, entre Los Andes y Maracaibo, para la Caribbean Petroleum Company y
luego para la Standard Oil Company. En poco tiempo la amistad con los
americanos y su inglés cada vez más perfeccionado lo llevó a introducirse en el
comercio de vehículos automotores y en la venta de repuestos que estaba en
manos de las casas comerciales Sosa Altuna Company y El Automóvil Universal y
Sucs. En el año 1926 la llegada al poder en la presidencia del Estado del
General Vicencio Pérez Soto contribuiría a mejorar su situación. A César le
costó poco esfuerzo el montar su negocio propio. Era una especie de venta de neumáticos,
de piezas automotores y de ferretería. Gracias a sus estrechos vínculos con los
agentes aduanales progresó rápidamente, sin pasar apuros durante la grave
recesión económica que azotó al mundo por aquellos años. Él estaba abastecido y
además con su trabajo próspero, ayudaba a su familia y a muchos amigos y
clientes, quienes gozaban de un excelente servicio de ferretería y repuestos
para los maracaiberos y los interesados de varios Estados vecinos.
El 18 de
Octubre de 1929, César Cuello con solo veinticinco años de edad era ya un
floreciente empresario privado, miembro de la Cámara de Comercio de la ciudad
capital del Estado. Le tocó a él, ser uno de los organizadores del homenaje que
la municipalidad le ofreciera al benemérito General Juan Vicente Gómez para
conmemorar la efemérides libertadora. La recepción constituyó todo un éxito y
demostró cómo César había
adquirido las habilidades necesarias para moverse en la sociedad marabina. A
pesar de su origen humilde, el dinero lo estaba levantando como pompa de jabón.
En esos años frecuentó el Club del Comercio y comenzó a tener una activa vida
social. Su galantería y conocimiento de las gentes lo llevaron muy pronto a
contraer matrimonio con una de las hijas del señor Rosell Estrada, familia de
origen hebraico, venidos de Curazao, quienes eran dueños de casi todo el
comercio de importación de telas así como de todas las farmacias de la ciudad.
Cuando comenzó a tener familia pasó a ser conocido entre la gente bien como el
señor don César.
Fin de la Segunda parte.
DesdeToronto, y como regalo,
“La historia de César” que es sencillamente un relato dentro de la novela
“LaPesteLoca”; 6 de diciembre del año
2016
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