Majoreros entre “los últimos
de Filipinas” y sus dos películas
A lo largo del siglo XIX nacía el
imperio norteamericano
mientras el imperio español se desmoronaba. En unas guerras injustas, miles de españoles
salieron de sus pueblos, de sus huertas, de sus aldeas y fábricas, y se fueron
a la guerra simplemente por el hecho de ser pobres; muchos de ellos murieron
fuera de su patria. España en unos años perdió las colonias americanas, las continentales y
las insulares, Cuba, Puerto Rico, Guam. A finales de 1897, en un clima de aparente paz, el gobierno
español redujo el número de efectivos destinados en algunas de sus
guarniciones. España tenía desplegados
en esos momentos unos 28.000 soldados en Filipinas. Con la crisis de abril de
1898, Aguinaldo, líder filipino, volvió
a las islas para dirigir una insurrección contra los españoles. Los filipinos
en número mucho mayor, fueron tomando territorio; y los efectivos allí
desplazados ya no eran suficientes para repeler los ataques de los filipinos,
aunque estaban apoyados desde la costa por los buques de los Estados Unidos. Además
de Cuba y de Puerto Rico, los norteamericanos querían hacerse cargo también de
las Islas Filipinas, ya que resultaban puertos ideales para abastecer de carbón
a sus colonias de Asia.
Diez días después de la explosión
del acorazado US Maine en La Habana, el 15 de febrero de 1898, el comodoro
Dewey, al frente del Escuadrón Asiático en Yokohama, recibió la orden de
prepararse para atacar Filipinas. Mientras el Capitán General de las Filipinas,
Fernando Primo de Rivera, era partidario de defender a Manila, el
contralmirante Montojo consideraba que la ciudad habría de sufrir numerosas
pérdidas materiales y humanas exponiéndose a un bombardeo, y prefería batirse
en la bahía
de Subic, con mejores
condiciones de defensa. Pero el 1ro de mayo de 1898 se produciría el desastre
naval de
Cavite, donde toda la flota española se perdió en una hora y media. Los
españoles tuvieron 800 bajas y las
de los
americanos no llegaron a 20. El 13 de agosto de 1898 España firmó el tratado de
Paris donde capituló y le entregó
a los Estados Unidos, las Filipinas, Cuba y Puerto Rico. España desmoralizada,
estaba hundida ante una grandísima
crisis económica.
Desde Manila los españoles le
enviaron
emisarios a Martín Cerezo, anunciando la rendición de España, e
informándole que
ya todo había terminado, que depusieran las armas y se rindieran. El capitán Olmedo llevó
las noticias, pero Martín Cerezo desconfiaba de todos. Llegó la Navidad de
1898 y
la situación era angustiosa. Los alimentos se habían terminado y solo
les
quedaban infusiones de naranja amarga. Los filipinos luchaban
contra los norteamericanos al entender que el tratado de París había sido una
traición que no les otorgaba la independencia sino que serían una colonia de
los Estados Unidos. El 13 abril de 1899, los americanos decidieron ir en ayuda
de los españoles y sacarlos de Baler. El cañonero americano, Yorktown iluminaba por la noche la iglesia de Baler y el teniente
Cerezo interpretaba que eran los refuerzos que esperaban desde julio.
Los 16
fusileros americanos del Yorktown y su teniente James C. Gillmore murieron en Baler sin lograr rescatar a los
españoles. El Yorktown se retiró. Martín
Cerezo ordenó seguir con la resistencia empeñados en una defensa a ultranza
hasta el último hombre.
Con la firma del Tratado de París
entre España y Estados Unidos, se había puesto fin formalmente a la guerra
entre ambos países, y España le cedería la soberanía sobre Filipinas a Estados
Unidos, no obstante, pese a los numerosos avisos por parte del gobierno español
y de los propios habitantes de la isla, los soldados sitiados en la iglesia de
Baler permanecieron inamovibles, ante la incredulidad sobre la cesión del
imperio español a Estados Unidos, motivo por el cual los sitiados en
Baler fueron conocidos como “los últimos de Filipinas”. A ellos se refiere la
película recientemente estrenadam este año
2016, con
el título de “1898-Los últimos de Filipinas”,
dirigida por Salvador Calvo, escrita por Alejandro Hernández y
protagonizada por Luis Tosar, Javier Gutiérrez y Álvaro Cervantes. Esta película tenía un
antecedente del año 1945, en un filme titulado “Los últimos de Filipinas”, dirigido
por Antonio Román con Enrique Alfonso Barcones y Enrique Jovet como protagonistas. Entre los héroes que
resistieron 337 días dentro de aquella iglesia en Filipinas, se encontraban dos
nativos de la isla Canaria de Fuerteventura (majoreros), uno de Villaverde y el
otro de Tuineje. Ambas películas, en esta oportunidad puede valer para recordar a los
dos
valientes majoreros que con grandes sufrimientos, vivieron una gesta que hermana
el nombre
de la isla de Fuerteventura con el pueblo de Baler.
En la iglesia de Baler el
contingente español sitiado,
era en total de 57 militares y tres religiosos. Desertaron seis, fallecieron 16
y 38 personas sobrevivieron al asedio. Del lado filipino, se produjeron 700
bajas entre muertos y heridos. Tras seis meses de asedio, el 8 de diciembre,
falleció el soldado Rafael Alonso Mederos, agricultor majorero natural del
pueblo de Villaverde, su muerte fue provocada por el Beri Beri, enfermedad
producida por la falta de vitamina B1. Rafael Alonso fue enterrado en la misma
iglesia, y tras la guerra, sus restos mortales fueron repatriados y enterrados
en Madrid, junto a todos sus compañeros fallecidos. Después de la capitulación
y al final del asedio, Eustaquio Gopar de 23 años, labrador natural de Tuineje,
embarcó el 28 de julio de 1899, con los supervivientes en el puerto de Manila y
llegó a Barcelona el 1 de septiembre. Eustaquio Gopar comenzó a involucrarse en
la vida política y social de la Isla, llegando a ser dos veces alcalde de su
pueblo natal, mandatos durante los cuales, se adquirió la primera bomba de agua
con la que contó el municipio. Fue recompensado con los títulos de Hijo
predilecto de Fuerteventura, Teniente Honorario del Ejército y Caballero de la
Orden de Cisneros; Cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo y, en
1908, una pensión mensual vitalicia de 60 pesetas. La misma pensión recibieron
las viudas (o las familias en caso de los solteros) de los soldados muertos en
el asedio, por las heridas recibidas o por enfermedad. La familia de Rafael
Alonso nunca llegó a cobrar dicha pensión.
Toronto 19
de diciembre del año 2016
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