Parhelio
al atardecer
Dentro de La Guerra de las dos
Rosas, mientras la reina Margarita de Anjou viajaba por el norte de
Inglaterra con su hijo Eduardo de 16 años, permitiendo a los
ejércitos logrados con el apoyo de Escocia pagarse con el saqueo de los pueblos
del reino, Eduardo, nuevo duque
de York, tras la muerte de su padre Ricardo en la batalla de
Wawefield,
se enfrentaría con el ejército de Pembroke que venía llegando de Gales. Lo
sucedido en aquel momento de la historia de Inglaterra dentro
de la cruenta Guerra de las Dos Rosas, le da su título a este relato. El
denominado parahelio se
dio en la llamada Batalla del Cruce de Mortimer en Herefordshire. Eduardo inspiró
a sus soldados con la supuesta visión de tres soles al atardecer (fenómeno
conocido como “parhelio”) quien les dijo antes del combate a
sus guerreros, que
los soles representaban a los tres sobrevivientes de la Casa de York: él y sus
hermanos, Jorge duque de Clarence y Ricardo duque de Gloucester. La resultante
victoria seguramente influenciada por esta visión provocaría la adopción del
sol en su esplendor como su emblema
personal. Después de haber sido derrotado los York en la segunda batalla de San
Alban, Eduardo reunió sus fuerzas con las de Warwick y pudieron entrar a
Londres donde fueron aclamados con entusiasmo con gritos y hurras al
“Rey Eduardo”. El Parlamentó no hizo sino confirmar la opinión popular,
logrando coronarlo como Eduardo IV en la Abadía de Westminster entre escenas de
júbilo. Dentro de
mi trabajo como dibujante de “La historia del Mundo en la Edad Media”, la
escena de lo sucedido en la Guerra de Las Dos Rosas está representada por un
solo dibujo… Que se incluye en este curioso relato, no importa el foco!
La palabra parhelio proviene del
griego (para-helios) y se puede interpretar como "semejante al Sol".
Los parhelios son fenómenos
atmosféricos
causados
por el Sol, por lo que también se pueden considerar como fenómenos de origen
astronómico. En realidad es un fenómeno óptico asociado con la
reflexión/refracción de la luz. Se trata de dos pequeños resplandores que se
forman a ambos lados del Sol cuando hay un cierto tipo de nubes o como
producto de
una gran cantidad de partículas de hielo en las nubes cirro, que son esas nubes
con aspecto de "filamentos" o de "copos de algodón". Estas
nubes contienen cristales de hielo que actúan como pequeños prismas que
refractando los rayos del Sol, es decir, desviando parte de esos rayos a otro
lugar, formando así los parhelios. Los parhelios aparecen exactamente a 22° del
Sol, debido al ángulo con que son refractados los rayos luminosos. Estos se ven
entonces como si fuera otro Sol tras las nubes, aunque menos brillante que el
Sol real.
En el planeta Mercurio,
curiosamente, se sabe que
existe el fenómeno de los amaneceres dobles, donde el Sol sale, se detiene, se
esconde nuevamente casi exactamente por donde salió y luego vuelve a salir para
continuar su recorrido por el cielo; esto solo ocurre en algunos puntos de la
superficie del planeta Mercurio, y ocurre por el mismo procedimiento. En el
resto del planeta se observa que el Sol aparentemente se detiene en el cielo y
realiza un movimiento de giro. Este fenómeno se debe a que aproximadamente
cuatro días antes del perihelio, la velocidad angular orbital de Mercurio
iguala a su velocidad angular rotatoria, lo que hace que el movimiento aparente
del Sol cese; justo en el perihelio, la velocidad angular orbital de Mercurio
excede la velocidad angular rotatoria. De esta forma se explica este movimiento
aparentemente retrógrado del Sol. Cuatro días después del perihelio, el Sol
vuelve a tomar un movimiento aparentemente normal, pasando por estos puntos. El
avance del perihelio de Mercurio fue notado en el siglo XIX por la lenta
procesión de la órbita del planeta alrededor del Sol, la cual no se explicaba
completamente por las leyes de Newton ni por perturbaciones por planetas
conocidos y se supuso entonces, que otro planeta en una órbita más interior al
Sol era el causante de estas perturbaciones. El éxito de la búsqueda de Neptuno
a consecuencia de las perturbaciones orbitales de Urano le dieron mucha fe a
los astrónomos para esta hipótesis, y a este planeta desconocido se le
denominaría planeta Vulcano. Sin embargo, a comienzos del siglo XX, la Teoría
General de la Relatividad de Albert Einstein explicaría perfectamente la
precesión observada, descartando al inexistente planeta.
Toronto 13 de diciembre del
2016
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