AIMÉ
JACQUES ALEXANDRE GOUJAUD
ALIAS
BONPLAND
P R I M E R
A P A R T E
Bonpland, fue el
pseudónimo de un naturalista, médico y botánico francés, quien nacería en La
Rochelle el 28 de agosto de 1773 y sería célebre por la expedición a América
que realizó junto a su amigo, cuatro años mayor que él, el barón Alexander von
Humboldt.
Desde niño, supe de
esta pareja de naturalistas investigadores de la flora y la fauna americana,
Humboldt y Bonpland. ¿Quién no? Confieso que lo pensé para luego no estar tan
seguro de si todos los jóvenes del país habrán tenido la suerte de aprender
tempranamente sobre la importancia de estos dos hombres investigadores de las ciencias
naturales. Luego, vino a mi mente el libro de Ibsen Martínez, “Humboldt y Bonpland
taxidermistas” texto que nunca pude leer y sé que ahora es también una obra de
teatro, y sin poderme quitar de encima el fastidio de esta deficiencia,
especialmente porque me parece genial la prosa de Ibsen el amigo dilecto del
maestro Cabrujas, es quizás una de las razones por las que me he atrevido, por
mi cuenta y riesgo a conversar un poco sobre Aimé Bonpland. Bueno, tampoco es “un
poco”. Para no cansarles, decidí dividir el relato en dos partes, pues en
realidad serán casi como dos largas vidas en América las de nuestro personaje,
Aimé Bonpland.
Los padres de
Bonpland fueron Marguerite-Olive de la Coste y Simon-Jacques Goujaud, él era
médico y jefe de cirugía en el hospital de La Rochelle. Siguiendo sus pasos, en
1791 Aimé decidió estudiar medicina en París y desde ese entonces se
interesaría por la ciencia y especialmente por la botánica. En 1796 se
inscribió en la Escuela Naval de Medicina en Rochefort y ejerció varios meses
en el servicio de los hospitales marítimos de Tolón como de cirujano y como
ayudante en el vapor Ajax. Un año después, en París, obtuvo su doctorado y
continuaría sus estudios de ciencias naturales en el Jardin des Plants al lado
de eminente botánico Antonio Jussieu, quien lo recomendará junto con su amigo y
colega Alejandro de Humboldt para integrar una expedición científica a Sur
América organizada por el gobierno francés, la cual no se dio.
Alexander von
Humboldt, había vivido su infancia en compañía de su hermano Wilhelm en
un castillo de la familia en tiempos cuando Prusia era un
reino al sur del
mar Báltico, fraccionado por multitud de principados. Wilhelm y Alexander tenían
11 y 9 años
cuando murió su padre, el mayor
Alexander von Humboldt, un militar. La viuda confió a la educación de
sus hijos a un joven de 20 años, Christian Kunth, hijo de un pastor instruido en
historia y matemáticas, entusiasta divulgador del pensamiento liberal de
Rousseau quien ejercería profunda influencia sobre los jóvenes hermanos
Humboldt a quienes orientó en la observación de la naturaleza, el estudio del
cálculo y de los idiomas. Humboldt a los 21 años, sabía lo que había aprendido
de sus profesores, Willdenow un botánico, Fischer matemático, Loffler filólogo y Engel el
filósofo. Su imaginación, allá, cerca de Berlín, en el castillo de Tegel, entre
los mapas geográficos del mundo de 1798, se exaltaba con los relatos de viajes
de Byron, y los de Cook por los mares del sur, quizás como le sucedería también
al joven Aimé, mirando los barcos zarpar desde el puerto en La Rochelle hacia
otros continentes.
Los amigos
naturalistas se conocieron en París. Dicen que el barón halló a Aimé en una
bohardilla parisina “muy ocupado con una señorita”, y tras un disgusto que
terminaría en una disputa, los jóvenes el francés y el alemán con intereses
similares trabarían una inquebrantable amistad. La idea original de Humboldt
era ser parte de la expedición científica a Egipto organizada por Napoleón,
pero razones políticas influyeron en impedirle hacer la travesía con el Capitán
Baudin en el buque sueco que los llevaría hasta Argelia, y sin embargo, los amigos,
Bonpland y Humboldt no abandonaron la idea de la expedición. Juntos decidieron
viajar a España, donde ambos recogerían numerosas muestras vegetales y
especímenes animales, estudiarían las piedras y hasta el cielo. Nada se les
escaparía de las mesetas españolas pues hicieron hasta mediciones magnéticas,
geográficas y meteorológicas.
Cuando se
embarcaron desde La Coruña en la corbeta Pizarro en diciembre de 1798, iban
decididos a seguir la misma ruta del almirante Colón en su tercer viaje y
harían una escala en las islas Canarias antes de llegar a la Tierra de Gracia.
El Pizarro, ancló en la
mañana del 16
de julio de
1799 en el
puerto de Cumaná,
de la Capitanía de la Nueva Andalucía. Ambos viajeros
desde el muelle, descenderían para atravesar la llanura del Salado hasta llegar
a Cumaná, la ciudad primogénita de América y sobre esta decisión, al recordarla
años después, Humboldt escribiría “La
resolución que tomamos del 14 al 15 de julio tuvo una influencia feliz en la
dirección de nuestros viajes. En lugar de algunas semanas nosotros residimos un
año entero en la Tierra Firme; sin la enfermedad que reinó a bordo del Pizarro,
no hubiéramos jamás penetrado el Orinoco, el Casiquiare y hasta los límites de
las posesiones portuguesas del Río Negro”.
Al comenzar el mes
de septiembre de 1799 partieron los dos exploradores hacia el sur y conocieron
la frondosa selva tropical suramericana de troncos enormes y vegetación que
como una urdimbre cerraba el cielo donde solo los gritos de los pájaros les
identificaban entre guirnaldas de flores nunca antes vistas y enorme paredes
rocosas de la que brotaban fuentes de agua. Llegaron hasta Caripe donde
Humboldt celebró sus treinta años y con Bonpland recogerían el léxico de los
indígenas chaymas, y en las montañas encontraron la renombrada cueva de los
guácharos, los pájaros del aceite llamados así por los indios que los
sacrificaban a garrotazos para alimentarse de ellos. Desde Caripe, donde
hallaron un monasterio, regresarían a Cumaná, y luego de sufrir un asalto que
dejaría a Bompland herido de un garrotazo en la cabeza, les tocaría sentir un
terremoto que destruyó muchos ranchos en Cumaná. Podrían haber decidido zarpar
hacia Cuba, pero decidieron avanzar hacia el alto Orinoco, idea que les obligó
ir primero a Caracas. En la capital del país, supieron del fracaso de la
conspiración de Gual y España y luego de unos días percibirían las inquietudes
políticas del momento. Habían
llegado cuando el
aún desconocido Simón
Bolívar partía a estudiar en
la academia militar de
San Fernando en Madrid. Se ha comentado cómo el barón “con cautela
prusiana” observaría el ambiente de conspiración en la ciudad, y aunque
simpatizaba con la causa emancipadora Humboldt y Bonpland en ambos bandos
tenían amistades. Los amigos recibieron el cambio de siglo, en diciembre de 1799, y con 18
esclavos que cargaban el
instrumental y las viandas ascenderían a La Silla de Caracas acompañados
de un joven caraqueño de 19 años llamado Andrés Bello. Luego se dirigieron a
los valles del Tuy visitaron Antímano, La Victoria, Turmero, Maracay, Valencia,
Guacara, Las Trincheras y Puerto Cabello, ocupándose de estudiar la flora y
fauna, los minerales, ríos, suelo, fenómenos meteorológicos, y tomarían
nota de las costumbres indígenas y las del
resto de la sociedad. Aimé Bonpland era el encargado de recolectar las plantas,
la mayoría de ellas desconocidas por la ciencia de la época, y luego habría de
colaborar con Humboldt en la redacción posterior de los informes.
En febrero del año
1800 partieron hacia el suroeste pensando poder llegar hasta el sitio de donde
nacen las aguas del río Orinoco. Cruzaron cañaverales y cafetales en los valles
de Aragua. En el lago de Valencia bebieron y describieron el llamado Ӈrbol de
la leche” (el Brosimum utile de
Pittier) y el 12 de marzo
yendo hacia el sur ya cerca de Calabozo, se encontraron con una inmensa llanura
que al decir de Humboldt, "daba la
impresión de ser un océano cubierto de algas", donde
se encontraban caimanes moviéndose entre cientos de cabezas de ganado dispersas,
en un paisaje reverberante y caluroso y con decenas de garzas sobrevolando el
cielo. Prefirieron avanzar de noche y se asombraban ante los meteoritos cruzando
en el negro firmamento tachonado de estrellas entre el rutilante brillo de las
luciérnagas que salpicaban los esteros. Al pisar una anguila Gymnotus
electricus de casi dos metros, la descarga la registraría Humboldt
como "No recuerdo
haber recibido de una botella
de Leyden grande una
sacudida más espantosa”. El
27 de marzo llegarían a San Fernando donde los capuchinos tenían un monasterio. Los indios les techaron
con palma la popa de una amplia canoa de palo brasil donde llevarían pollos
vivos, plátanos, mandioca, cocos, naranjas y los aparatos científicos para remontar el Apure hasta desembocar en el soberbio Orinoco y
siguiendo hacia el sur contra la corriente
llegarían hasta las cataratas o rápidos de Atures y Maipures, donde
explorarían las islas donde las tortugas
llegaban a desovar entre la arena
y las comunidades indígenas se disputaban los huevos que convertían en aceite hasta
según calcularon los naturalistas, recogerían 5.000 jarras de aceite, y cerca
de unos 33 millones de huevos serían enterrados por más de 300.000 tortugas con
un promedio de 100 huevos cada una. En sus notas afirman que los jesuitas quienes
habían sido expulsados de los dominios hispanos en 1773, controlaban para que los
indios dejaran una parte de huevos en
la arena y fomentar así la
preservación de la especie, costumbre que según ellos, no seguían los monjes los franciscanos. Bonpland vio cómo el viento le arrebataría el primer tomo del “Genera Plantarum” de Schreber que se perdería en las
aguas del Orinoco. En Pararuma los frailes misioneros les vendieran unas canoas
más angostas para superar los rápidos del Orinoco y alcanzar el río Negro hasta
llegar tras varios días de navegación al Brazo Casiquiare donde establecieron la
latitud y longitud desde más de 50 puntos en esas tierras desconocidas conectando
las vertientes del Amazonas y el Orinoco y obtuvieron numerosas lecturas
magnéticas y barométricas Regresarían con una colección de más de 12.000
plantas, muchas de ellas desconocidas, y recolectaron huesos piedras y huesos humanos
y de una variedad de mamíferos, aves,
peces e insectos novedosos de la selva suramericana. Al arribar por el Orinoco
a la ciudad de Angostura, Humboldt, Bonpland y un mulato que los acompañaba
desde Cumaná cayeron gravemente enfermos de fiebre tifoidea. Bonpland estuvo a punto de morir por una disentería recurrente durante
varias semanas. Humboldt le escribiría a su hermano. "Jamás confié en reunirme de nuevo con un amigo tan leal, valiente y
trabajador".
Afortunadamente se
recuperarían para continuar atravesando los llanos y el 23 de julio llegaron a
Nueva Barcelona, desde donde tomaron un barco hacia Cumaná, pero los asaltaron
piratas y los rescataron barcos británicos, que los trasladaron en agosto de
1800 a Cumaná. Luego se entrevistarían con el gobernador de la Guayana quien
les atendió como a huéspedes de honor. Finalizaba así un año de trabajo del que
se conocería a partir de las cartas al Wilhelm hermano de Humboldt y a otros
amigos, quienes pronto comprenderían que la expedición científica era algo de proyección
mundial. El 24 de noviembre
Bonpland y Humboldt zarparían hacia Cuba donde verían a John Fraser afamado
botánico escocés y decidirían regresar a la tierra firme viajando hasta
Cartagena de Indias. Penetrarían por el río Magdalena hasta ascender por los
Andes durante una travesía que los llevaría hasta el Ecuador y llegarían a
Quito el 6 de enero del año 1802. Por
Pichincha y el Chimborazo ascenderían hasta los 5.878 metros, algo nunca
descrito en América. Descenderían por afluentes de Amazonas y llegarían hasta
Lima y luego al Callao. Por mar llegarían desde Perú hasta México donde habrían
de residir durante un año. Exploraron México y la isla de Cuba y ya en viaje de
regreso, se dirigieron a Filadelfia y a Washington, invitados por el presidente
Jefferson con quien entablarían interesantes discusiones de temas científicos. Al
regresar a Europa, atracarían en el puerto de Burdeos el 3 de agosto de 1804. Entregaron
al Museo de París cuarenta y cinco cajones con unos 60.000 ejemplares de
plantas herborizadas, muchas de las cuales eran de géneros y especies hasta
entonces desconocidas por la ciencia. El mismo Humboldt señaló que ese enorme
herbario había sido hecho por Bonpland, quien había descrito más de sus cuatro
quintas partes. A su regreso a Europa fueron acogidos con gran respeto por los
círculos científicos. En diciembre de 1804 Josefina viuda de Beauharnais será
coronada emperatriz de Francia por su segundo y último esposo, el emperador
Napoleón Bonaparte. Josefina transformaría su mansión de Malmaison en el más
bello y curioso jardín de Europa, con flora y fauna junto a animales exóticos y
raros de todo el mundo, trabajo en el que la ayudó el botánico Aimé Bonpland,
quien acababa de regresar de su largo viaje con el barón von Humboldt y quien
se transformaría también en el amigo personal de la emperatriz de Francia.
Fin de la primera parte:
Maracaibo, 19 de diciembre 2015
1 comentario:
Amé tu relato. Gracias.
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