domingo, 6 de diciembre de 2015

La poesía de Víctor Vielma Molina


SENTIRÁS EL DESARME DE TUS CARNES QUEBRARSE ACRITOS

Tú exaltabas al recuerdo increpado en pergaminos.
Celebrabas la evocación de la felicidad en lo aciago.
La miserable delación en ti no tenía silencio.
Labrabas justicia para simular la escasez de probidad.
Disipabas a quien naufragó en la espesura de  tu sombra.
Sé que ante estrellas que ahogaban tus sueños, buscabas poder.
Como si el ritual de la mirada púrpura, viniera a salvarte,
increpabas a quienes morían de amor.
Donde creías cribar porvenires almacenabas odio.
Como si los intersticios del hambre se anularán por decreto
urdías a tu retórica cargada de falsa esperanza.
Te derramabas en la incertidumbre de la aridez
como si devoraras la ambición del vejamen.
Tu oración rompía al maravilloso traje del criterio.
Ultrajabas a la piel del viento con la más íntima profanación.
Se que arrojabas almas al averno solicitado de la Beatriz del Dante.
Abrirás brechas en la bruma que abortaban auroras.
Escuchabas a tu egolatría verterse en la historia.
Sentabas a tu apariencia detrás del poder para redimir a la traición
apostada en la incomodidad de la evidencia.
Eras el tiempo que administraba el taladro del despotismo.
En la mesa de quienes pastaban a espaldas de la pobreza
mordías a la nada en habituales visitas al ocaso.
En tu reloj el tiempo dormitaba tu ensueño de vulva.
Esperabas el dictamen de reyes que alimentaban cuervos.
Regentabas a la más entregada orgía del poder
como si detuvieras futuros mientras devorabas horizontes.
Ordenabas la muerte de tus semejantes
como si aniquilaras a dioses infernales
Sentías a la equivocación invocarte
al fementido ritual de efemérides.
Tus ojos de tanto ver la ideología perdieron mirada.
Malograste el lenguaje del agua que repartía el pan del universo.
Habrás de oír a la ingratitud del carbón frustrar tu diamante.
Cuando la tarde se desnuda para entregarse a la noche
quedaste en evidencia frente a  la mirada del tiempo.
habrás de escuchar al olor de tus enemigos celebrar tu derrota.
Sentirás el desalme de tus carnes quebrarse a gritos 
sobre el cielo blanco de estas páginas.  

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