Se me ocurre
ofrecer algunas opiniones, o claves, que a mi modo de ver puedan serle útiles a
quienes se inician en la escritura como oficio. Consideremos sin rubor alguno,
que voy a tratar de dar ciertas pautas o detalles para mostrar lo que “el
escritor” enfrenta (particularmente el escritor de novelas) desde el momento
que decide “sentarse a escribir”…
Usualmente cuando
el escritor se sienta a escribir, tema
capital si se atiende a lo que alguna vez García Márquez dijo sobre escribir
novelas “es un asunto de nalgas”, sentarse y escribir mientras trata de centrar
toda su atención en una sola historia, en esa que él viene acariciando
mentalmente desde hace tiempo… Sin embargo, sabemos que muchos escritores,
Cortázar, García Márquez, Sampedero, Vargas Llosa y muchos otros, han terminado
diciendo que ellos no escogen las historias que han escrito, sino que son las
propias historias las que los escogen a ellos.
Ellos mismos dicen
no saber explicar cómo es que las historias aparecen y permanecen dentro de sus
cabezas. Dicen que son como una especie de moscardón fastidioso que va dando
vueltas y allí, sin querer irse, sigue en sus mentes, fastidiando a veces, casi
exigiéndole al escritor que les de vida, y se transforman en seres fantasmagóricos
que en su cerebro terminarán por empoderarse de las ideas hasta percibir el
propio autor como es que va hallando los pasos a seguir, pues ellos van controlando
su mente a través de las letras, a veces cada uno va exigiéndole al escritor
que les de vida. Es de esta manera como el escritor seguirá las indicaciones
que veladamente sus personajes le dicen, le señalan, o le susurran...
Suena a cuento
¿verdad?, pero lo cierto es que quien escribe, debe tener un oído muy fino para
escuchar, a veces escudriñar lo que sus personajes quieren contarle. En
ocasiones, esas ideas son como relámpagos que duran tan solo unos instantes y
el escritor debe retenerlas, no dejar que escapen… Es necesario entender que el
escritor tiene que ejercer su oficio a tiempo completo. Cualquier idea en algún
instante, puede valerle y abrirle un camino o señalarle un recodo donde quizás
sea necesario detenerse, para buscar otra senda o para echar hacia adelante.
Puede que existan
muchas conexiones autobiográficas solapadas en lo que se escribe y es evidente
puesto que será en la mente del escritor, donde nacerán las ideas; allí fluyen
en su subconsciente o residen más profundamente en su inconsciente, pero allí
se activarán, quizás ante estímulos de lo cotidiano que le salpicarán con
nuevos detalles a ser aprovechados o desechados por los genios que conducen la
madeja de hilos que van desenvolviendo o enredando como ovillos en la mente del
escritor…
Pero hay algo que
han descrito y que puede presentarse; existe el fantasma de “la página en
blanco”, este es uno que precisamente puede en ocasiones transformarse en fiero
dragón que desestabilice lo que antes fluía adecuadamente y el escritor tenga
la sensación de ser víctima de estar padeciendo lo que llaman un “bloqueo literario”.
En algunos casos se corre el peligro de padecer algo que denominan la
procastinacion que no es otra cosa que querer retrasar el trabajo que el
escritor ya había antes programado. Todo esto se relaciona con esa presencia de
la página en blanco que lo paraliza…
El secreto para
vencer a este monstruo tiene que ser, atacar al trabajo, sin temor alguno,
entrarle nuevamente de frente y con placer, sin pensar en premuras aspiradas,
en resultados rápidos, sino por el contrario, el escritor deberá “tomarse su
tiempo” y en estos casos puede ser de gran ayuda fragmentar el trabajo,
partirlo en secuencias, aun sabiendo que pueden ser provisionales, pero
especialmente adquirir con ello firmeza y confianza en que si funcionará, y que
se saldrá del aprieto en un plazo menor del que se sospechaba.
Recordemos que el
escritor, siempre cree saber hacia dónde se dirigen sus ideas, aunque ellas
residan en su inconsciente y dependerá de ciertas motivaciones que pueden no
estar muy claras en su conciencia y estarán sujetas a algo que es difícil de
percibir, un algo que se ha llegado a comparar con una esquizofrenia transitoria o pertinaz, mal que se dan como resultado
de la necesidad de meterse en la piel de sus personajes, de vivir con ellos,
sentir sus pulsiones y deseos, sufrir, amar y si es necesario, hasta morir con
ellos.
Casi que finalizo
estas “Sugerencias” que son como especie de recomendaciones para quienes se
meten en este negocio mal pagado que significa “escribir como oficio”… Desde
2014 he venido escribiendo y escribiendo, le he hecho a través de internet en
mi blog lapesteloca – y desde el año
2019 lo hago TODOS los días. O sea que son cerca de tres páginas diarias en un
año suman 4.380 paginas, que desde 2019 suman unas 21.900 páginas y si les
añadimos unas 2.200 de este año llegarán a 24.100 páginas escritas en los
pasados 5 años y medio -sobre muchos temas diferentes- ciertamente... Pero es
un ejercicio diario, este es un oficio, que siento puedo denominar, “el oficio
de escribir” … literatura.
El escritor suele
tener ciertos rasgos que le caracterizan y será primariamente de esa, su
capacidad para expresar sinceramente lo que sus personajes sientan, piensen y
deseen, en gran parte, de lo que va a depender su éxito. Finalizaré este tema
con las palabras textuales de mi maestro, el escritor Eduardo Liendo…
“Lo que más me fascina de la literatura es la posibilidad de ser otro, de ser yo y múltiple. Ser zorro y pez, nube y cometa, héroe y ratero, espuma y roca, eco y silencio... El escritor, por muy desamparado que se encuentre, por suicida que sea, es el amante preferido de la existencia. Por eso quizás su mayor desafío es vencer a la muerte con el filo de la palabra”.
Maracaibo,
viernes 12 de julio del año 2024
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