Hay todavía seres vivos, que recuerdan como “por los lados de Veritas” estaba el cine Boconó, y que un poco más adelante en Las Delicias funcionó el cine Paraíso donde a las 6:30 pm comenzaban a proyectar comiquitas con el llamado “Festival infantil”. Algunos hasta recuerdan que en la calle Ciencias quedaba el cine Victoria frente al hogar de niñas huérfanas que administraban unas monjitas… Pero, el CineTeatro Landia… ¿Quién lo recuerda?
Sin embargo, como otras tantas de las vorágines que han
sacudido al mundo, ahora y cada día mas tecnológicamente sofisticado, el cine
fue volviéndose cotidiano hasta en Maracaibo, y en aquella lejana
“MaracaiboCity” de un Blas Perozo de “piel
aspera”, la ciudad del pingüino de Norberto, la de Armando Molero, y muy a
pesar de todos ellos, la memoria fue haciéndose cada vez más inaccesible para
todos los maracaiberos, que ni notaron como fue disolviéndose, memoria y
cinemas, paulatinamente…
Cuentan algunos
sobrevivientes, que llegaría un momento cuando ya no era indispensable vestir
“estrenos” para lucir en el “Cine-Teatro” pues cada vez se abrían más cinemas
en las diferentes barriadas de la ciudad, y la pompa se fue quedando en la
circunstancia de ser tan solo el Victoria y el Baralt
las acreedoras de la rítmica y ceremonial Marcha n.º 4 Opus 39, de Edward Elgar.
Así fue como todo “quedó quedó” en pura pompa y circunstancia, y como cantaba
Guaco, “Entre las sombras quedó quedó -En
un pasado que no volvió-Y en una historia de amor-Que el tiempo se llevó…”
El singular hecho de que las salas de cine del Victoria y
el Baralt, eran las únicas salas de cine techadas,
sobrevivirían en aquel Maracaibo con su famoso clima tórrido, que con el paso
de los años habría de llegar a tener hasta 107 salas de cine. Al descampado, es
cierto, evidentemente, pero paulatinamente los cines comenzaron a desaparecer.
La disolución se inicaba en la década de 1950, otras fenecían en los años 70, y
las últimas ya existiendo “centros comerciales” y hasta cines con “aire
acondicionado”, los cines populares todavía resistirían hasta los 90 e inicios
del siglo XXI.
Actualmente, como bien lo sentenciaría en un reportaje sobre los
cines de la ciudad el periodista zuliano Abraham Corona “Las que no son iglesias de Dios son templos del olvido, o son talleres
y ventas de repuestos”. Martha
Gallardo Mantilla recientemente nos ha relatado a través de
Facebook, como era el Cine Teatro Landia, ubicado en la avenida 4 (Bella Vista) entre las
calles 83 y 82B, y en el citado artículo, Martha nos ha mostrado copia de dos
imágenes internas del “cine-teatro” sobre las que quisiera conversar en este
breve articulo para mi blog lapesteloca.
El Cine Teatro
Landia “con su Playground en construcción, en Bella Vista, en la línea del
tranvía y de la carretera central, en el punto más alto y ventilado” de
la ciudad. Aunque no se señala el año, Martha nos informaría que “los
trabajos se iniciron un 5 de noviembre para instalar este moderno y cómodo
teatro que será el mejor de la ciudad”.
Según el citado artículo
ya publicado: "He aquí dos bellos aspectos del Cine Landia de Maracaibo. La foto
superior muestra un detalle del espacioso y elegante patio, con el frente del
escenario y la pantalla con la Concha para la orquesta y las dos escaleras de
piedra a los lados. La foto inferior nos da una idea completa de la capacidad
de este moderno teatro, así como el sistema de ventilación el cual lo convierte
en un lugar de espectáculos ideal para el clima tropical de Maracaibo".
Nótese que “el
sistema de ventilación” es un eufemismo para mostrar un “Cine-teatro” que era a cielo abierto, como todos los de la ciudad para finales de los años treinta (con la excepción
de los ya mencionados, teatro Baralt y del cine Victoria en la Calle Ciencias).
Iniciando la década de los 40 del siglo XX, el CineLandia era un espacio sin
techo. Así lo recuerdo personalmente, ahora ya cercano a los 85 si regreso a
verme niño y a escuchar desde la casa “la marcha” que anunciaba el próximo
inicio de la película.
Cuando iba a decir
que al oír la marcha salía “espitao”, lo cierto es que al “Landia”. al "Cinelandia" nunca fui
solo. Íbamos a aquel cine popularmente conocido por sus películas mexicanas,
siempre con
adultos que me llevaron- recuerdos que me sirven a precisar la edad de cuando
asistía al cine Landia, a una cuadra de mi casa, y casi podría jurar que fue en
El Landia donde vi a Leslie Hogwart y Norma Shearer en “Romeo y Julieta” de
1936. Sé que vi varias veces “Allá en el rancho grande”, la de Tito
Guizar del 36 antes de la Jorge Negrete del año 49, filmes estos que me valen
para entender cómo fue que me aprendí la reláfica musical de la disputa entre
Guizar y Lorenzo Barcelata que arrancaba cantando “Soy charro de Rancho Grande y hasta el amor bebo en jarro”…(
https://tinyurl.com/bdhp4xtt ).
Admirando las
fotografías de la cara que muestra el telón, que se orienta hacia el oeste, por
donde estaba la calle Santa Rita que luego del asfaltado pasaría a llamarse
“avenida SantaRita” y en la otra cuadra, la siguiente, estaría el Colegio de
Los Maristas con su amplio campo deportivo. Recuerdo que iba con mis hermanos y
no puedo precisar con quienes más, pero éramos muchachos y todos sabíamos que, al
mirar hacia atrás, y hacia arriba, ciertamente si, quien orinara desde arriba, mearía
a los que en sillas de madera de quienes nos sentábamos en “la platea”.
Cuando comenzaron a
“pasar las series” en el Landia veríamos al Capitán Maravilla, o al Fantasma y
a Flash Gordon peleándose con Ming el emperador del planeta Mongo. Aquí no
había un policía particular como el ya famoso del “El cine Vallejo”, pero si
alguien se aventuraba a hacer alguna “travesura” (miar desde arriba podría ser)
seguramente le caería el peso de “la ley”. Las series se repetían cada semana y
siempre quedaban los personajes “en capitulo”, o sea a punto de sufrir un
percance del que uno sabía que se iban a salvar, pero había que esperar una
semana para verlo en el siguiente episodio.
En la otra
fotografía, que muestra la puerta de entrada a la sala de cine, revela que las
sillas eran de madera y loneta, las reconozco pues eran muy prácticas, un poco
pesadas sí, pero eran las que había (las que veíamos usaban los directores de
cine…), pero no puedo recordarlas tan cómodas, las que existían en el Landia de
mis tiempos de infancia, eran aquellas una sencillas, silletas de madera.
Con estos
comentarios y felicitando la oportunidad que las fotografías del articulo en
Facebook sobre El Cine-Teatro Landia publicara hace poco tiempo Martha Gallardo
Mantilla, finalizo este breve comentario para mi blog lapesteloca.
Maracaibo, jueves 18 de julio del año 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario