Cicada es un género de cigarras del viejo mundo de la familia de los cicádidos. Hay
al menos 60 especies descritas en este género.
Los cicádidos (Cicadidae), conocidos como cigarras, chicharras, chiquilichis, cocoras, cocorrín, cogollos, coyoyos, coyuyos, ñakyrã, ñes, campanero, tococos o totorrones, son una familia de insectos del orden Hemíptera.
Las cigarras
pueden vivir tanto en climas
templados como tropicales
y tienen un desarrollo vital completo que dura de dos a diecisiete años, según
la especie. Las ninfas viven enterradas
mientras que los adultos viven sobre vegetales, alimentándose de su savia.
La frecuencia de la vibración o canto que emite una cigarra
puede llegar a los 86 Hz.
Es notorio el
canto entonado por los machos para
atraer a las hembras,
producido por un aparato estridulatorio situado
en los costados del primer segmento abdominal, que consta de membranas quitinosas llamadas timbales y de sacos
con aire que funcionan como cajas de resonancia, emitiendo cada especie
un sonido propio característico. Los órganos auditivos
están ubicados en el tórax.
Aunque el sonido es emitido a cualquier hora del día,
es más frecuente e intenso al anochecer y al amanecer y pueden emerger hasta
1.5 millones de cigarras por acre (0,4 hectáreas).
En este blog lapesteloca, he relatado como en una noche cualquiera me acompaña
siempre el zumbido permanente de mi tinitus, y he dicho que es “como si
estuviese bajo un inmenso baobab de los de El Principito, pero cuajado de
chicharras”, las cigarras, o en guaraní las ñakyras, que chirrían, con
sonoridad brillante… Después en 2020 volví a conversar sobre las cigarras
(https://tinyurl.com/yhpm8sda) y hablé
más detalladamente sobre el tinitus…
Pero esta historia que les relataré
trata sobre hongos alucinógenos, anfetaminas y orgías que protagonizan insectos
zombis… Cuando miles de millones de cigarras emerjan del suelo en la primavera
en los Estados Unidos, muchas tendrán la desgracia de ser huéspedes
involuntarios de un hongo, la Massopora, que las devora por
dentro y las convierte en zombis enloquecidos por el sexo. Existen muchos
parásitos de animales, incluidos virus, protistas y hongos, que modulan el
comportamiento de sus huéspedes, frecuentemente para favorecer la transmisión
de plagas.
Un grupo de científicos
estadounidenses ha presentado nuevos detalles sobre este hongo que obliga a sus
hospedantes, las cigarras, a unos escalofriantes simulacros de apareamiento. Fungal
Ecology revela que
Massospora
cicadina utiliza un par de compuestos químicos que modifican el
comportamiento de las cigarras hasta convertirlas en enloquecidos zombis
sexuales. En una fotografía se puede apreciar como los conidios blancos de Massospora
cicadina han destruido los segmentos abdominales terminales de un
ejemplar de la cigarra Magicicada
septendecim.
Muchos parásitos de animales, para
favorecer la transmisión de las plagas pueden modular el comportamiento de los
mismos, y cada parásito posee rasgos adaptativos que maximizan la dispersión de
sus esporas en un proceso que se interpreta como un “fenotipo extendido” del
propio parásito. Un ejemplo de fenotipo extendido entre los hongos
entomopatógenos es el comportamiento de “transmisión
activa al hospedante”. El
término entomopatógenos se refiere a
los microorganismos capaces de causar una enfermedad al insecto plaga,
conduciéndolo a su muerte después de un corto período de incubación. Existen
varios tipos, entre ellos hongos, bacterias, nematodos y virus y este es
el caso que decribimos, donde el hongo mantiene o acelera una actividad “normal”
del parasitado durante su esporulación, lo que permite una dispersión rápida y
generalizada antes de la muerte del huésped.
“La naturaleza es un campo de batalla”, escribió una vez Darwin. Su
sensibilidad y su educación religiosa se enfrentaban cuando le buscaba un sentido
a la crueldad del mundo natural. La naturaleza puede ser cruel, extremadamente
cruel. En la revista Fungal Ecology,
hay un artículo sobre Massopora y las
cigarras, donde leeremos como un grupo de científicos estadounidenses han
presentado nuevos detalles sobre este hongo que obliga a sus hospedantes, unas
cigarras, a unos escalofriantes simulacros de apareamiento en los que los
cuerpos momificados de los insectos, terminan desprovistos de sus genitales por
el ataque del hongo,
Los entomoftorales (Zoopagomycota)
se cuentan entre los hongos más importantes que atacan hasta la muerte a los artrópodos
(insectos y no insectos) e incluyen todas las especies conocidas con trastornos
del comportamiento. Hemos mencionado a la Massospora, pero hay otro
género estrechamente relacionado, Strongwellsea, en los que se
observan modificaciones del comportamiento. Massospora contiene más de una docena de
especies patógenas transmisibles que infectan al menos veintiuna especies de
cigarras (Cicadidae) en todo el mundo. Una de esas especies,
Massospora cicadina, es una de las pocas especies de hongos
entomopatógenos que mantiene vivos a sus hospedantes mientras continúa
esporulando, un proceso que optimiza la dispersión de las esporas y así dispersa
con gran eficacia las esporas del parásito.
Los espectáculos de terror que
implica la difusión de las esporas del hongo M.
cicadina aparecen en libros especializados desde 1879, cuando se
describió por primera vez en el informe anual del Museo de Historia de Natural
de Nueva York. Poco a poco se han acumulado detalles de cómo se contaminan los
insectos y de cómo, una vez infestados, transmiten las esporas de su infectante
mediante unas cópulas desenfrenadas y estériles para ellos, pero esenciales
para que el parásito complete su ciclo de vida. “Se desconoce el mecanismo por el cual Massospora induce
comportamientos femeninos en cigarras masculinas infectadas. Los
machos con infecciones productoras de conidias exhiben comportamientos sexuales
dirigidos a ambos sexos al aletear adicionalmente en respuesta a las llamadas
de otros machos”, escribieron los autores en el informe de la investigación
publicada en la revista PLOS Pathogens.
La vida de las cigarras no es
envidiable. Cuando las ninfas sexualmente maduras se preparan para emerger
después de pasar 17 años bajo tierra, las esporas latentes del hongo, los
conidios, se fijan sobre su exoesqueleto. Se supone que el cuerpo de la cigarra
emite unas sustancias químicas hasta ahora desconocidas que actúan sobre las
esporas recordándoles que
es hora de despertar y germinar. Es el conocido como estadio I, que afecta aproximadamente a un
5 % de las cigarras estadounidenses. Las que soportan este estadio pueden
considerarse unas cigarras afortunadas, porque su infección se limitará a
servir como transporte de las esporas del hongo adheridas a su exoesqueleto.
Pero esa no es la única forma que
tiene el patógeno de moverse de un sitio a otro. En unas cuantas cigarras la
infección es muy severa cuando las esporas se fijan en el abdomen, tanto de los
machos como de las hembras. Enseguida, los machos comienzan a comportarse
anormalmente. Además de los comportamientos normales de apareamiento, los
machos comienzan a agitar las alas tal y como hacen las hembras. Este
comportamiento femenino atrae otros machos que intentarán aparearse con ellos,
en una cópula inane de la que salen cargados con las esporas del hongo. Los
despechados y sexualmente enardecidos machos van en busca de hembras
verdaderas. Se aparean y les transmiten los conidios que ellas, a su vez,
transmitirán a los machos no afectados que intenten fecundarlas.
Comienza entonces el estadio
II: las esporas se multiplican una y otra vez en el interior de todas las
cigarras infectadas hasta llenar poco a poco la cavidad del abdomen donde se
encuentran los órganos sexuales. Llega un momento en el que el abdomen se
colmata por completo y, se darán, explosiona liberando una nube de esporas del
hongo que emergen como una masa blanquecina.
Massospora
cicadina utiliza un
par de compuestos químicos que son las que modifican el comportamiento de las
cigarras hasta convertirlas en enloquecidos zombis sexuales. Tras
analizar la bioquímica de mil compuestos químicos presentes en poblaciones
infestadas, el equipo encontró un alcaloide típico de plantas y una sustancia
química psicoactiva que se encuentra en los hongos alucinógenos. El alcaloide derivado de las plantas es la catinona, un compuesto similar a la
efedrina, el precursor bioquímico de las anfetaminas. Es interesante porque
este podría ser el primer ejemplo de una catinona
producida dentro de un organismo que no sea una planta. En cuanto al
alucinógeno, se trata de psilocibina,
el compuesto psicodélico en los hongos mágicos mexicanos.
La psilocibina (también
conocida como 4-PO-DMT o 4-fosforiloxi-N,N-dimetiltriptamina)
es un alcaloide triptamínico que
en el cuerpo se metaboliza en psilocina,
un compuesto psicodélico responsable del efecto psicoactivo que puede estar presente
en ciertos hongos comestibles. En el planeta hay más de 180 especies de
hongos que contienen sustancias que actúan sobre el sistema nervioso, como
la psilocibina.
Se los suele llamar erróneamente “hongos alucinógenos” u “hongos
mágicos”, aunque lo correcto es que se trata de hongos psicoactivos,
ya que no generan alucinaciones, pero modifican en parte la percepción.
Además, han detectado que pese a no tener órganos sexuales los machos desarrollan conductas hipersexuales, intentando aparearse con todo lo que encuentran a su paso. "Son zombies en el sentido de que el hongo tiene el control de sus cuerpos. Los adultos infectados mantienen o aceleran la actividad normal del huésped durante la reproducción del hongo, lo que permite una dispersión rápida y generalizada antes de la muerte del huésped", según Matt Kasson, uno de los autores del estudio. Las cigarras se encuentran con el hongo en el subsuelo, donde pasan de 13 a 17 años hasta salir a la superficie como adultos. Una vez fuera, tras 7 o 10 días, el abdomen se les comienza a desprender, lo que es un primer síntoma de que están infectados. Después terminan muriendo.
Maracaibo, martes 30 de julio del año 2024
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