Este artículo, se basa
en noticias que aparecieron originalmente
en Knowable en español, una publicación sin ánimo de lucro traducida
por Debbie Ponchner y dedicada a poner el conocimiento científico al alcance de
todos; después la reprodujo El País (España 2024).
Les mostraremos en lapesteloca, como, con la intención de proteger y criar a sus
pequeños, algunos insectos han transformado virus salvajes en diminutas armas
biológicas. Parece difícil de entender esto, pero el mundo de los insectos está lleno de
especies de avispas parásitas que pasan su infancia comiéndose vivos a otros
insectos y por razones que los científicos no acaban de comprender, en repetidas
ocasiones han adoptado y domesticado virus salvajes causantes de enfermedades y
los han convertido en armas biológicas. Ya se han descrito media docena de
ejemplos, y las nuevas investigaciones apuntan a muchos más.
Gaelen
Burke, entomólogo de la Universidad de Georgia, nos informaba que si se pincha
el ovario de una avispa llamada Microplitis
demolitor, los virus brotan en grandes cantidades, brillando como pasta
de dientes azul iridiscente. Microplitis
demolitor acostumbra a poner sus huevos en orugas, y las partículas de
sus ovarios son “virus domesticados” que son capaces de persistir
inofensivamente en las avispas y servir a sus propósitos.
Las
partículas del virus se inyectan en la oruga a través del aguijón de la avispa,
junto con sus propios huevos y a continuación, los virus vierten su contenido
en las células de la oruga, entregando genes que son diferentes a los de un virus normal. Estos
genes van a suprimir el sistema inmunitario de la oruga y controlarán su
desarrollo, convirtiéndola en un vivero inofensivo para las crías de la avispa.
El color azul de los órganos reproductores de
avispa procede del gran número de partículas víricas. Las avispas 'Microplitis
demolitor' producen partículas virales domesticadas en sus ovarios, y las
avispas 'Diachasmimorpha longicaudata' podrían estar en las primeras
fases de domesticación de un poxvirus
que se replica en sus glándulas venenosas.
Las armas
de las avispas varían mucho. Algunas son proteínas, mientras que otras son sus
propios genes, en segmentos cortos de ADN. La mayoría se parecen poco a las de
las avispas o de los virus, pero no está claro su origen. Las avispas cambian
constantemente, enzarzadas en carreras armamentísticas evolutivas con las
defensas de las orugas u otros huéspedes. En muchos casos, los investigadores
aún no han descubierto ni siquiera qué hacen los genes y proteínas dentro de
los huéspedes de las avispas ni tampoco han demostrado totalmente que funcionen
como armas. Pero han desentrañado algunos detalles.
Por ejemplo, las avispas Microplitis demolitor utilizan un bracovirus para introducir un gen llamado glc1.8 en las células inmunitarias de las orugas de las polillas. El gen glc1.8 hace que las células inmunitarias infectadas produzcan una mucosidad que les impide adherirse a los huevos de la avispa. Otros genes de los bracovirus de la Microplitis demolitor obligan a las células inmunitarias a suicidarse, mientras que otros impiden que las orugas asfixien a los parásitos en vainas de melanina.
Domesticar
virus es probablemente una empresa compleja y peligrosa. Al fin y al cabo, los
parientes silvestres de los virus domesticados pueden ser mortales, ya que
obligan a las células a producir partículas víricas y luego a estallar,
liberando su contenido. Algunos de ellos hacen que las entrañas de los insectos
se disuelvan. De hecho, incluso en la situación domesticada, a veces las
células especializadas de los ovarios de las avispas deben estallar para
liberar partículas víricas. “La avispa
tiene que encontrar una forma de controlar ese virus para que no infecte y mate
a la propia avispa”, dice Kelsey Coffman, entomóloga de la Universidad de
Tennessee.
¿Cómo han
evolucionado las avispas para controlar sus virus mascota? Lo más importante es
que los han castrado. ¡Si! Las partículas víricas no pueden reproducirse porque
no contienen los genes cruciales para crear nuevas partículas víricas… Estos
permanecen en el genoma de la avispa.
Las
avispas también controlan dónde y cuándo se producen las partículas del virus
domesticado, -presumiblemente para reducir el riesgo de que el virus se vuelva
rebelde- Las partículas de bracovirus
solo se producen en una cavidad del aparato reproductor de la hembra, y solo
durante un tiempo limitado. Se han perdido por completo genes virales clave, de
modo que los virus domesticados no pueden replicar su propio ADN. Esta pérdida
se observa incluso en virus domesticados recientemente, lo que sugiere que se
trata de un primer paso importante.
De hecho,
cualquier gen vírico que no ayude a la avispa, irá acumulando mutaciones. En
los bracovirus, ha pasado tanto
tiempo que los genes no utilizados ya son irreconocibles. En los virus
domesticados más recientemente, los restos aún pueden identificarse. Estudiando los virus en distintas fases de su domesticación,
los investigadores están desentrañando cómo se desarrolla el proceso.
El ejemplo por excelencia de un virus domesticado por una avispa es el
grupo de los bracovirus, que se cree descienden
de un virus que infectó a una avispa, o a su oruga huésped, hace unos 100 millones de años. Ese antiguo virus
empalmó su ADN en el genoma de la avispa. A partir de entonces, formó parte de la avispa, transmitiéndose a cada nueva
generación. Con el tiempo, las avispas se diversificaron en nuevas especies, y
sus virus se diversificaron con ellas. Los bracovirus
se encuentran ahora en unas 50.000 especies de avispas, incluida Microplitis demolitor.
Otros virus domesticados descienden de distintos virus salvajes que
entraron en los genomas de las avispas en distintas épocas. Los investigadores
debaten si los virus domesticados
deberían llamarse virus. “Algunos dicen
que sigue siendo un virus; otros, que está integrado y forma parte de la
avispa”, explica Marcel Dicke, ecólogo de la Universidad de Wageningen en
los Países Bajos, quien describió cómo los virus domesticados afectan indirectamente a las
plantas y otros organismos en un artículo publicado en 2020 en
el Annual Review of Entomology.
A medida
que el compuesto avispa-virus evoluciona, el genoma del virus se dispersa por
el ADN de la avispa. Algunos genes se descomponen, pero se
conserva un conjunto básico: los esenciales para fabricar las partículas infecciosas
del virus original. “Las partes se
encuentran en lugares diferentes del genoma de la avispa. Pero aún pueden
comunicarse entre sí. Y siguen fabricando productos que cooperan entre sí para
crear partículas víricas” Esto lo explica Michael Strand, entomólogo de la
Universidad de Georgia. Pero en lugar de contener un genoma vírico completo,
como lo haría un virus salvaje, las partículas víricas domesticadas sirven como
vehículos de entrega para las armas de la avispa.
Tener un genoma lleno de virus muertos no tiene nada de especial. Los
virus saltan a los genomas animales todo el tiempo; incluso nuestro propio ADN
está plagado de sus restos. Pero solo se sabe que las avispas parásitas
mantienen conjuntos enteros de genes que aún funcionan juntos para construir
partículas virales.
Los investigadores ansiosos por comprender cómo se inician estas
relaciones y en busca de pistas, recurren a una pequeña avispa naranja
llamada Diachasmimorpha longicaudata, que podría estar en las
primeras fases de domesticación de un poxvirus.
El poxvirus, que es el mismísimo virus de la tan temida viruela, no es un
verdadero virus domesticado porque su ADN no ha entrado en el genoma de la
avispa. En su lugar, se replica por sí solo en las glándulas venenosas de la
avispa…
Más adelante continuaremos conversando sobre el interesante tema de los
virus de las avispas y sus aspectos genéticos.
Maracaibo, miércoles de julio, del
año 2024
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