domingo, 21 de mayo de 2023

Rafael López Baralt


“El personaje, había sido dos veces Rector de la Universidad del Zulia y tres veces Secretario de Gobierno del Estado Zulia, pero ni la Restauración, ni el General Castro, ni su importante posición frente al Ministerio, ocupaban en aquel momento su mente. Él se encontró rememorando su regreso a Maracaibo hacía tantísimos años, en 1880, ostentando orgulloso el Título de Doctor en Ciencias Médicas de la Universidad de París. Ahora, en sus cincuenta y siete años… ¡Hallarse él mismo escondido tras unos pliegues de tela, rodeado de trapos, tras bastidores, entre cortinas! ... Ahora, él se hallaba detrás de unas infamantes cortinas del palacio presidencial... ¡Que vejación! Él estaba ya sintiendo retorcijones en sus tripas y desde hacía mucho rato, con apremios miccionales.

Sentía su rostro encendido, tenía las orejas calientes, sus sienes le latían, transpiraba, hervía, estaba al rojo vivo... Como el termocauterio de Paquellin, pensó, y, ¿la curación algodonosa?, ese había sido un buen método de antisepsia, lo había propuesto le professeur Guerin... Sí, era como el guayacol, casi podía percibir su olor, ¿a miedo?, el guayacol, sí, él lo usó, guayacol-yodoformado, para la tuberculosis pulmonar... Dos veces Rector, tres veces Secretario del Gobierno, había sido el médico de cabecera de Señor Presidente Castro, era el Ministro del Interior, y ahora... ¡Escondiéndose! Como una rata medrosa... Ocultándose en el Palacio Presidencial capitalino. ¡Infamante desgracia! Él, tan solo escuchaba la atronadora voz que increpaba. –¿Dónde anda el otro? ¿Dónde está ese gran carajo?

Se adelantaron un grupo de soldados, y tomaron al doctor Rafael López Baralt por ambos brazos, y se lo llevaron a rastras. Cuando pasó al lado del General Juan Vicente Gómez, éste no resistió la tentación y le asestó una tremenda patada al depuesto Ministro del Interior, la cual por acertarle un poco por encima de las posaderas hizo que el galeno de la Restauración pensase que se le habían desprendido los riñones de su sitio. López Baralt rodó por el piso de parquet alfombrado.

El ruido de fusiles en manos de los soldados que le llevaban hacia fuera le hizo estremecerse. Como en contracorriente, vio llegar a otro contingente de hombres armados. Ellos le detuvieron, y mientras todos gritaban encañonándolo, juntos volvieron de regreso al salón donde el doctor Rafael Garbiras Guzmán con su vozarrón le gritaba colérico a Juan Vicente, el nuevo Presidente. -¡Yo no tengo madera de traidor! Garbiras trató de sacar un pañuelo del bolsillo porque su rostro rubicundo sudaba copiosamente, pero bastó su gesto para que los soldados le clavaran los fusiles en sus costillas haciéndole gemir de dolor. Un instante después los sacaron a los dos del salón, y dando tumbos descendieron por las escaleras hacia el patio del Palacio. Llegaron todos azorados para hacerle compañía a Pedro María Cárdenas quien, de pie, con la frente en alto, soportaba los gritos e insultos de los guardias mientras esperaban por ellos en el centro del patio del Palacio Presidencial”.

Esta historia que relata el final de los días felices del Dr. Rafael López Baralt es tomada de uno de mis relatos, publicado el jueves 26 de enero, del año 2020, en este blog (lapesteloca) y titulado “Al final del régimen”. Ahora debo relatar algo más que se puede tomar como un “addendum en prueba”, pues toda esta situación, no está descrita en mi historia novelada sobre Rangel y Cipriano Castro titulada “El movedizo encaje de los uveros” … (la cual puede adquirirse en la Librería de LUZ Jesús Enrique Lossada de la Biblioteca Pública de Maracaibo -Warren Sánchez dixit-)

Después de revisar la obra del Dr. Ceferino Alegría Mauricio (1913-1979) quien fue un médico educador e historiador venezolano, prestigioso sanitarista y profesor Titular de Historia de la Medicina en la Universidad Central de Venezuela, pudimos enterarnos de que el Dr. Rafael López Baralt habría tenido un incidente personal, con el bachiller Rafael Rangel, en Maracaibo, cuando éste tenía 19 años. Testimonios de la época, señalan que cuando Rangel cursaba su último año de bachillerato en 1896, le llegaron noticias, de que en Bogotá, estaban realizando la curación seroterápica de la Lepra, según un novedoso procedimiento seguido por el Dr. Juan de Dios Carrasquilla.

Cuando la Junta de Lazareto del Zulia, decidió enviar a Bogotá, una comisión, el bachiller Rangel, se ofreció como para ir en calidad de ayudante; pero el director de la Sección de Seroterapia del Instituto Pasteur de Maracaibo, Dr. Rafael Lopez Baralt, lo rechazó. Rangel, muy joven, insistiría, pero nuevamente fue rechazado por López Baralt; entonces el joven estudiante Rangel, exaltado y ofuscado, le enrostró al Dr. López Baralt, su pequeña estatura, diciéndole que la trataba de compensar con unos zapatos de tacones altos, asignándole el calificativo de “Enano Engreído”. Rangel ante la gran influencia política y científica del Dr. López, en Maracaibo; decidió irse a seguir sus estudios en la Universidad de Caracas.

En el año 1898, Rangel solicitó por primera vez al Congreso una beca, para trasladarse al exterior, a realizar estudios de inmunología seroespecifica, pero el Dr. Rafael López Baralt, era miembro de la comisión encargada de otorgar las becas en el parlamento, y la solicitud de Rangel, queda negada. A mediados del año 1900, Rangel conseguiría la aprobación de un aporte presupuestario, con el primer Presidente del Estado Trujillo, Inocente de Jesús Quevedo, recién nombrado por Cipriano Castro. Esperaba viajar al exterior a realizar su sueño, de estudiar serología inmunoespecifica, pero ya en el mes de abril de 1901, fue nombrado Presidente del Estado Trujillo, el Dr. Rafael López Baralt, el médico y político marabino, y el aporte presupuestario aprobado, no se ejecutó en beneficio del joven trujillano. Así lo dispuso el nuevo Presidente del Estado.

El 19 de septiembre de 1903, ya en Caracas, y dirigiendo el Laboratorio del hospital Vargas, Rafael Rangel, le mostró su trabajo a su ductor Pablo Acosta Ortiz, “Etiología de ciertas anemias graves de Venezuela”. El Dr. Pablo Acosta Ortiz, leyó el trabajo del sabio Rangel, ante el resto de los integrantes del ilustre colegio (para el momento 31 miembros). Rangel, quien continuó trabajando sobre el mismo tema, presentaría dos informes más ante la recién creada Academia de Medicina, en los años 1904 y 1905.
El aporte del sabio Rangel, a los estudios científicos del país, le fue recompensado por la Academia de Medicina, con un premio especial, consistente en recomendar al gobierno, como obra de utilidad nacional, que enviara a Rafael Rangel, a realizar estudios al exterior, y a tales fines publicaron el 25 de mayo de 1905, el acuerdo siguiente acuerdo: “CONSIDERANDO: que los estudios del señor Rafael Rangel sobre parasitología tropical, en especial la determinación del Anquilostomo Americano como causa de ciertas anemias graves en Venezuela, representan un notable esfuerzo de investigación científica, se acuerda: 1º.- Conceder al señor Rafael Rangel, un premio especial a título de estímulo por su amor a la investigación científica y su consagración al trabajo. 2º.- Recomendar al gobierno como obra de utilidad nacional, que envíe al señor Rangel a una Escuela de Patología Tropical, con el objeto de que perfeccione allí sus conocimientos e implante luego en Venezuela la enseñanza de una parasitología tropical. 3º.- Entregar este acuerdo y el premio al señor Rangel, el día del Aniversario de la Academia en la sesión solemne y pública anual. Dado en el Salón de sesiones de la Academia de Medicina el 25 de mayo de 1905.

Ese mismo año de 1905, fue nombrado el Dr. Rafael López Baralt, miembro correspondiente Nacional de la Academia de Medicina, por el Estado Zulia… Hasta allí llegó el Acuerdo de la Academia de Medicina, cuyos miembros callaron para siempre, ante el poder político del Dr. Rafael López Baralt… El silencio del Dr. Luis Razetti, Vicepresidente de la Cámara del Senado y Presidente de la Comisión Permanente de Instrucción Pública, fue evidente, pues según Ceferino Alegría, Razetti nunca abogó por el cumplimiento del Acuerdo del 25 de mayo de 1905, de la Academia de Medicina, de la cual fue Secretario Perpetuo.

En 1908, el Dr. Roberto Vargas, del Ministerio de Obras Publicas y el Dr. Samuel Darío Maldonado, del Ministerio de Instrucción Pública, presentaron al Congreso una petición para que le fuese acordada una pensión a Rafael Rangel, a fin de que se trasladase a Europa a realizar estudios, pero el Congreso de la Republica, nuevamente negó la solicitud.

Concluye el Dr Ceferino Alegría que el Dr. Rafael López Baralt, había “descargado toda su influencia, en contra del sabio Rafael Rangel, obstaculizando por ello, la evolución de la investigación en Venezuela”. El Dr. Ceferino Alegría, refiere también que el médico zuliano Dr. Jesús Acosta Galbán, en su libro: “El Centenario del Hospital Chiquinquirá”, al hablar sobre el Dr. Rafael López Baralt, dice que: “Los errores que pudo haber cometido, arrastrado por las veleidades de la política, no llegan a obscurecer siquiera ligeramente, su recia personalidad de excelente médico y de político decidido y valiente, siempre fiel a las ideas que sustentaba y creía verdaderas”.

Maracaibo, domingo 21 de mayo, del año 2023

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