lunes, 29 de mayo de 2023

Los ctenóforos

 

Hasta ahora, los primeros animales de la historia eran las esponjas, lo que es fácil de recordar pues se usan en la ducha, pero ahora son los ctenóforos, unos bichitos francamente extraños que se reproducen escupiendo óvulos y espermatozoides por la boca, “a falta de otro orificio más adecuado” nos decía Javier Sampedero-periodista de El País, de España el 24 de este mes de mayo…

Continuaba su historia en El País, para relatarnos como estos bichos tienen “forma de supositorio”, pero son trasparentes y nadan libremente. Son pequeños, tan solo miden dos o tres milímetros, aunque… ¡Oh qué barbaridad! Hay algunos de metro y medio, y resulta que son tan abundantes que constituyen una buena parte del plancton marino.

Los ctenóforos resultan ser más complejos que las esponjas, y casi tan complejos como las medusas aunque en realidad terminan siendo más simples que nosotros, los animales bilaterales, es decir, los hechos de dos mitades que son imágenes especulares una de la otra. Esta “bilateralidad” ha conducido a la reconstrucción estándar de los orígenes de la vida animal en la Tierra: primero las esponjas, luego los ctenóforos y después los bilaterales. Pero la genómica acaba de transformar ese esquema ya que el genoma de los ctenóforos se parece mucho más que el de las esponjas al de nuestros ancestros unicelulares.

Es cierto que las esponjas carecen de sistema nervioso y de músculos, siguen siendo simples, pero no es que sean más primitivas que los ctenóforos, como dictaba nuestro prejuicio. La genómica nos obliga a concluir que las esponjas evolucionaron a partir de los ctenóforos, que sí tienen nervios y músculos. Una explicación puede ser que las esponjas sean un caso de simplificación evolutiva, como el que ocurre con muchos parásitos. Solo el ADN delata que las esponjas fueron complejas antes de haberse simplificado.

Los paleontólogos y los genetistas están continuamente afinando y mejorando los modelos evolutivos del árbol de la vida en la Tierra, pero en este caso no hablamos de un ajuste menor, sino de unos acontecimientos que tuvieron lugar hace 600 millones de años. ¿Hasta qué punto cabría esperar un proceso semejante en algún otro planeta de esta galaxia enorme? Sabemos que sin vida multicelular no hay cerebro, y sin cerebro no hay arte ni poesía ni filosofía ni mensajes alienígenas. Todos estos comentarios serian hechos a propósito de los ctenoforos por Sampedero, el periodista del El País…

Los ctenóforos (del griego ctenos, que significa “peine”, y phoros, “portador”) son animalitos exclusivamente marinos y de ellos se han descrito 166 especies, ellos son animales diblásticos, que se caracterizan por la presencia de unas células especializadas, los coloblastos, que producen una sustancia pegajosa utilizada para capturar las presas… Aunque poco conocidos, son muy abundantes en los mares de todo el mundo constituyendo una elevada proporción de la biomasa del plancton. Algunos tienen apariencia parecida a medusas, motivo por el cual fueron agrupados con ellas en el antiguo filo de los celentéreos, y otros parecen gusanos aplanados en los fondos oceánicos (formas reptantes). Viven desde la superficie hasta 3000 metros o más de profundidad.

Nos decía Sampedero que, “las cosas más simples deben preceder a las más complejas, el huevo va antes que la gallina. La célula va antes que el organismo multicelular. Las bacterias van antes que la célula… Pero ahora vemos que nuestra percepción de la simplicidad y la complejidad nos puede confundir en la reconstrucción del pasado profundo… Entretanto, deberíamos hacer un homenaje a las 150 especies de ctenóforos que tenemos en nuestros océanos. Son los abuelos, y siguen vivos”.

Los ctenóforos no son venenosos ni apenas urticantes, los ctenóforos no son medusas, aunque tienen características semejantes e históricamente se les había agrupado con las medusas tienen también características que les hacen muy diferentes. Otra cosa, los ctenóforos tienen luminiscencia; en los canales donde se encuentran las palas natatorias se produce luz en ciertas situaciones, como por ejemplo el estrés. Este fenómeno se denomina bioluminiscencia, y es el proceso por el cual algunos organismos vivos –generalmente marinos- tienen la capacidad de producir luz. Esta luz se produce en unas células llamadas fotocitos y mediante una reacción química en la que se une una proteína con el ión calcio y se genera luz, dando así un aspecto como poco curioso a estos animales.

Muchos tenóforos son similares a las medusas, pero a diferencia de éstas que poseen cnidocitos, los ctenóforos poseen coloblastos, unas células que son exclusivas de este grupo, y como ya dijimos, son utilizadas para atrapar el alimento (zooplancton). Su cuerpo, de aspecto gelatinoso, es esferoidal o piriforme; algunos tienen forma de cinta. En el polo oral se abre la boca, con forma de hendidura, y en el polo aboral (extremo opuesto) se encuentra un órgano sensorial característico que incluye un estatocisto.

Los cenósforos tienen simetría birradial o “falsa simetría bilateral”, presentando dos ejes de simetría. Unos pocos presentan simetría bilateral, pero no es único dentro de los radiados ya que en el filo Cnidaria también aparecen algunos casos con ese tipo de simetría. Contienen ocho hileras lineales de cilios, denominados paletas natatorias o peines (de donde deriva su nombre) que se mueven sincrónicamente para nadar. Algunos poseen un par de tentáculos, otros no. No tienen aparato excretor, respiratorio, ni circulatorio, pero sí poseen un aparato digestivo y sistemas nervioso y muscular. Tienen bioluminiscencia que depende de la mesoglea, donde además están las células musculares para las contracciones.

Los ctenóforos presentan generalmente una simetría que puede definirse como simetría birradial o bisimetría: dos planos dividen al animal en dos imágenes especulares a lo largo del eje oral-aboral. Boca y faringe están comprimidas, definiendo un plano de simetría bilateral al que llamaremos plano bucal o sagital. La posición de los tentáculos define el segundo plano de simetría bilateral: plano tentacular o transversal, que es perpendicular al anterior. Algunos autores consideran que en realidad los ctenóforos no tienen simetría radial ni bilateral, sino simetría rotacional, es decir, no existe un plano que los divida en imágenes especulares, como sí sucede en animales con simetría bilateral o radial; en su lugar, cualquier plano que se dibuje a través del eje oral-aboral central divide un ctenóforo en dos mitades iguales, pero simplemente giradas 180 grados.

Finalmente, para complementar la información, debo aquí señalar que casi todos los ctenóforos son hermafroditas (monoicos), es decir, lo que en zoología se conoce por tener un mismo individuo los dos sexos y la capacidad de producir gametos femeninos y masculinos. Las gonadas producen gametos que se expulsan por el orificio bucal y la fecundación se produce en el agua. Da una larva cidipedia, plactónica ciliada y con tentáculos que originará un adulto. Esta es una embriogenia que recuerda en algunos aspectos a la de los protóstomos. La segmentación es total y determinada. La gastrulación tiene lugar por epibolia e invaginación. El mesénquima parece derivar del endodermo, como en los cnidarios, y por lo tanto debe considerarse como ectomesodermo. La gástrula se desarrolla pronto en una larva cidipedia, esférica u ovoidea, que nada libremente. Las especies planas de ctenóforos también poseen larvas de este tipo, lo que confirmaría que los ctenóforos ovoides son más primitivos.

Después de esta muestra de una embriogénesis difícil de entender, dejemos ya este tema, puesto que siempre habrá oportunidad para reflexionar sobre la complejidad del universo…

Maracaibo, lunes 29 de mayo del año 2023

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