viernes, 19 de mayo de 2023

¡Otra vez el regionalismo!


Aunque me digan como en el chiste aquel… ¡Vais a seguir, rascaito! Acepto que en 2015 ya hablé del regionalismo en este blog (lapesteloca) y aproveché para hacerlo a propósito de haber festejado mis 40 años en "la SLAP" (Sociedad Latinoamericana de Patología). Recordaría la grata sorpresa cuando me eligieron Secretario de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica (SVAP), en 1971, tan solo tres años después de haberme iniciado como patólogo en Maracaibo…

¿Qué tiene que ver esto con el regionalismo? Es una pregunta casi lógica, pero es que todo vino a suceder casi inmediatamente después del VIII Congreso de la SLAP, un evento que en 1971 se dio en Maracaibo con gran éxito y gracias al doctor Franz Wenger, quien supo aglutinar a los pocos especialistas en Anatomía Patológica de la ciudad y nos convenció de que sí podíamos. Cuando el doctor Alberto León -patólogo de Valera- se encargó de la presidencia de la SVAP, nosotros -los patólogos maracuchos- quienes además de sabernos regionalistas, no éramos muchos, (y el verso sale sin ningún esfuerzo), asumimos aquel éxito como un logro local, al entender que, con aquello, precisa y simultáneamente, la directiva de la SVAP, por vez primera había “salido del cenáculo capitalino”. Por eso, este asunto que suena “gremial” fue visto como un triunfo muy “regionalista”. ¡Así somos nosotros! 

Como secretario de Alberto pasaría a organizar con él, unas complicadas Jornadas de la SVAP en Margarita y él en una “campaña admirable” visitaría los Servicios de patología del país para conocer sus necesidades. En 1973 me correspondió aceptar la presidencia de la Sociedad y durante los dos años de mi gestión, recuerdo que en el 74 hicimos las Jornadas en Valera, y era importante, para que el país conociese el Servicio de Patología del Alberto León: que era una joya… Éramos una directiva de maracuchos, y con Ennio Fereira, Ávila Mayor, y Alberto León, todos trabajamos muy duro. En mi novela La Entropía Tropical relato algunas vivencias de aquellos tiempos que allí quedarían plasmadas.

La SVAP continuaría durante seis años más fuera de Caracas y en ese ínterin, ocurrió que el Sanatorio Antituberculoso se transformó en el hospital General del Sur de Maracaibo, y su laboratorio de microscopía electrónica se deterioró terriblemente ya que la investigación en patología ultraestructural se vino abajo al dejar el doctor Pedro Iturbe el Sanatorio para dedicarse a la Medicina Familiar. Esa es una historia conocida que se asocia al porqué decidí pedir un año sabático en LUZ y me fui a Caracas aceptando trabajar como neuropatólogo en el Instituto de Patología del hospital Vargas.

Ya he hablado antes de “el regionalismo” que nos caracteriza a los zulianos y también he relatado de cómo estando en Caracas, tras haber recibido la aprobación del CONICT para un microscopio electrónico HitachiH500- esperaba proseguir mis trabajos de investigación en enfermedades virales (EEV y VPH) y debí dejar el hospital Vargas pero afortunadamente, pasé a ser profesor de patología a dedicación exclusiva del Instituto Anatomopatológico (IAP) de la Universidad Central de Venezuela (UCV).  Esto que yo denominé durante muchos años “mi exilio capitalino”, valdría para desarrollar mis trabajos de investigación sobre la patología ultraestructural de los tumores y de las enfermedades virales tratando de estimular la investigación en todo el país a través de las Jornadas de la SVAP la cual me tocó volver a presidir en 1991. 

Regreso al tema del regionalismo, precisamente ese año 1991, cuando en un evento nacional de mi especialidad dije públicamente, -para preocupación de mis amigos-, que ya tras 13 años de estar viviendo en Caracas, me preguntaba si acaso en ese “andar por el trillado sendero de la ciencia”, no habría llegado para mí el momento de regresar a mi tierra, pero nadie estuvo de acuerdo… Así, que el tiempo siguió su curso inexorable; y entretanto, en la Dirección de Cultura de la UCV, me convencieron de que mi manuscrito de La Entropía Tropical, era una novela y con el correr de los años, seguí escribiendo, y publicando varias novelas, todas muy llenas de maracuchismos… Estos avatares con muchas luchas, y tristezas que me marcaron profundamente, durante los años 1997 al 2004, cuando finalmente decidí regresar a Maracaibo… 

El año 2014 ya tras 9 años de estar ejerciendo medicina privada en mi ciudad natal en la ceremonia de clausura de la “Semana Zuliana de la Narrativa” tuve la oportunidad de pronunciar un discurso queriendo resumir lo complejo que para mí había sido ser patólogo y escribidor de novelas. En aquella oportunidad un joven politólogo Miguel Insignares, resumiría brillantemente mi novela “Escribir en La Habana” mostrándonos en una caleidoscópica e inolvidable revisión toda la música, literatura, cine, santería y las terribles desigualdades del sistema político que acabaría con la libertad del pueblo cubano desde 1959, pero meses después, Miguel sería fatalmente asesinado para robarlo, por el hampa, impunemente ya desbordada, en las calles de nuestro Maracaibo, donde ya era muy evidente que estábamos padeciendo la tragedia que aún vive la nación entera desde que se inició este siglo XXI.

En diversas ocasiones he hecho un comentario y nunca me ha mortificado ya que ha ido siempre acorde con mi particular definición al decir que soy: “un maracucho regionalista de la República del Zulia”. Así lo afirmé en 2001 ante Mandy Zambrano una joven periodista de “Vitae Academia Biomédica digital” la revista virtual de la UCV en una entrevista (El don de la palabra hecho literatura). Aquella frase fue dicha para fastidio e incapacidad absoluta de asimilarla por numerosos interlocutores. Quizás el recuerdo de este hecho es lo que me ha llevado hoy -a estas alturas del partido- a volver a escribir aquí puede que repetitivamente sobre el regionalismo zuliano. Una expresión sentida de algo que de lo más complacido arrastro desde mi muy lejana infancia.

En una novela del doctor Manuel Dagnino (1834-1901) Misterios en el lago”, él postulaba a Maracaibo como la ciudad alternativa a Caracas, destacando sus propios valores históricos: la Batalla del Lago; sus valores civiles innegables, como Rafael María Baralt o el propio Dagnino quien era un representante de innegables avances en la Medicina. Las particularidades lingüísticas, vegetales y/o animales, la geografía, el lago y sus alrededores, todo esto y muchos otros índices le permitían remarcar desde aquellos tiempos el sentido de pertenencia de una conciencia nacional independiente característica del habitante de esta región.

Esta realidad, eran hechos, puesto que ya en 1880 éramos el principal puerto exportador de café y cacao, y en 1882, se fundó el Banco de Maracaibo, y luego vendría el Banco Caracas y el Banco Comercial. En 1883 cuando se constituyó la Compañía Tranvías de Maracaibo, el 24 de julio de ese año, fue inaugurado el Teatro Baralt. El alumbrado eléctrico, brillaría desde 1888 y ese año, el 24 de octubre nacería la primera edición de la Revista "El Zulia Ilustrado" y se crearía la Escuela de Artes y Oficios. Maracaibo habría de ser la primera ciudad del país donde se proyectó una película. "Muchachas bañándose en el Lago" filmada en 1897 por los hermanos Trujillo Duran. Recordando a Chinco Ferrer… Me doy la lija de decir yo, al Zulia lo quiero mucho, cuando de ese lago escucho el chapoteo del marullo, se me infla el pecho de orgullo al saberme maracucho". Acotaré como señalara él mismo, que fue Simón Bolívar quien, en su Carta de Jamaica, escribiría: "La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una república central, cuya capital sea Maracaibo".

Para corroborar detalles de cuanto regionalismo puede hallarse en mis novelas, les invito a leer, o releer La Peste Loca, La Entropía Tropical, Ratones desnudos, Escribir en La Habana, El año de la lepra y Para subir al cielo…”. Se puede complementar este ejercicio con la lectura de historia nacional en El movedizo encaje de lo uveros y así, creo, al menos quienes se aun sean capaces de sentirse “regionalistas” creo asegurarles que pasarán un buen rato. Gracias anticipadas.  

Maracaibo, viernes 19 de mayo del año 2023

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