jueves, 25 de mayo de 2023

ADN humano por doquier…


Desde hace un tiempo los científicos no tienen que buscar gotas de sangre o huesos antiguos para hallar ADN. Resulta que se puedan encontrar restos de vida humana en casi todas partes del globo terráqueo: desde playas a océanos, viajando por los ríos, enterrados en el hielo, presentes en los desiertos... El ADN, incluso flotando en el aire.
Así lo atestiguaba hace unos días Patricia Bosca trabajando en Madrid para el diario ABC en el área de ABC Ciencia. Ella nos cuenta como investigadores de la Universidad de Florida (EUA) han hallado restos genéticos de humanos en todas las muestras ambientales que recolectaron, incluso en huellas. Lo que vale para demostrar que nuestro ADN, con toda nuestra información genética, está al alcance de cualquiera.
Patricia escribió sobre el estudio del grupo de científicos de la Universidad de la Florida que acaba de publicarse en la revista 'Nature Ecology and Evolution', y que ha sido capitaneado por David Duffy, profesor de genómica de enfermedades de la vida silvestre de la citada universidad, quienes ya había utilizado ADN ambiental (el material genético que los seres vivos dejan tras de sí, como fluidos o deposiciones) para estudiar a las tortugas marinas, en peligro de extinción, y los cánceres virales a los que son susceptibles estos animales. El ADN, lo extrajeron de las huellas en la arena de las tortugas, un esfuerzo que aceleró enormemente su programa de investigación, pero en las muestras encontraron algo más…

Había mezclado con el ADN de las tortugas ADN humano. Lo que les impresionó fue la cantidad y la calidad de los restos, de los que pudieron extraer información sensible como sobre las enfermedades que padecía la persona que “dejó allí” su impronta genética. El siguiente paso era probar que aquel ADN accidental no era, en realidad, un accidente, sino que los humanos están constantemente impregnando con “su esencia” por todo tipo de ambientes. Así, el equipo encontró gran cantidad de material genético humano en el mar y los ríos que rodean su laboratorio en Florida. También en playas supuestamente aisladas.

Pidieron muestras al Servicio de Parques Nacionales, concretamente de una isla remota en la que rara vez el ser humano ha estado. Aquí no encontraron ADN humano, pero sí pudieron rescatarlo de muestras de arena de las huellas que uno de los voluntarios dejó al pisar la playa y secuenciar parte de su genoma (que es algo así como el 'carnet de identidad' de nuestras células, nuestro código de instrucciones genético).

Duffy incluso probó en su Irlanda natal, rastreando a lo largo de un río que serpentea a través de la ciudad en su camino hacia el océano, y allí el investigador encontró ADN en numerosas partes salvo en el comienzo del río, lejos de la civilización. No acabaron ahí las pruebas: los científicos también recolectaron muestras del aire de la habitación de un hospital veterinario. Recuperaron ADN que coincidía con el del personal, con el del paciente animal y con el de virus animales comunes.

“Nos ha sorprendido constantemente a lo largo de este proyecto la cantidad de ADN humano que encontramos y la calidad de ese ADN”, señalaria Duffy. “En la mayoría de los casos, la calidad es casi equivalente a si tomas una muestra directamente de la persona”. De hecho, las muestras eran tan buenas que los científicos pudieron identificar mutaciones asociadas con enfermedades y determinar la ascendencia genética de las poblaciones cercanas. Incluso pudieron hacer coincidir la información genética con los participantes individuales que se habían ofrecido como voluntarios para recuperar su ADN errante.

Es esto una suerte… Acaso estamos ante una…¿Oportunidad la para ciencia, o un dilema ético? Una vez demostrado que el ADN humano está 'desparramado' por gran cantidad de lugares, los autores señalaron que habría que tomar cartas en el asunto: pidieron que los legisladores y las comunidades científicas se tomasen en serio estos problemas relacionados con el consentimiento y la privacidad, aunque siempre teniendo en cuenta lo que este material genético 'errante' puede proporcionar a la ciencia.

“Por ejemplo, se podrían rastrear las mutaciones del cáncer en las aguas residuales o detectar sitios arqueológicos no descubiertos al buscar ADN humano oculto. O los detectives podrían identificar a los sospechosos a partir del ADN que flota en el aire de la escena del crimen”, señala Duffy. “Pero eso también significa que si no descartas la información humana, cualquiera puede venir y recolectar esta información, lo que plantea problemas en torno al consentimiento. ¿Es necesario obtener el consentimiento para tomar esas muestras? ¿O instituir algunos controles para eliminar la información humana?”.

Como siempre, la mejora de la tecnología conlleva sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. “Aquí no es diferente”, señala Duffy. “Estos son problemas que estamos tratando de plantear temprano para que los legisladores y la sociedad tengan tiempo de desarrollar regulaciones”.

Maracaibo, jueves 25 de mayo del año 2923

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